ALICANTE. La vivienda es un verdadero problema. Solo hay que ver los precios de la vivienda nueva, y los del aquiler. Y después está la situación del sector de la construcción: falta de mano de obra; incrementos de costes, nuevos materiales, nuevas obligaciones legislativas, retrasos en las entregas… Sin embargo, el mercado tiene alternativa: se trata del light steel frame, un proceso constructivo basado en el ensamblaje de un marco estructural de acero mediante elementos individuales unidos con tornillería para soportar y transmitir las cargas del edificio. ¿Cuál es su principal ventaja? Que la vivienda puede estar construida en seis meses y, por tanto, puede resolver urgencias.
No es un sistema nuevo, pues se viene utilizando en EEUU desde 1930. Allí es el proceso constructivo más reconocido para viviendas unifamiliares; en el norte de Europa su uso es cada vez más común por sus ventajas en construcción en seco y su capacidad de integración de sistemas de aislamiento.
En la Comunitat Valenciana hay varias empresas que se dedican a ello (existe una promoción de 18 viviendas en Catarroja y alguna vivienda de este tipo construida en el barrio de Campanar de València). Una de ellas es Zar Obras y Servicios, que está llevando a cabo la construcción de una unifamiliar en el barrio de Rabassa de Alicante. Como explica uno de sus directivos, Miguel Martínez, la obra comenzó el 27 de mayo y, si no surgen imprevistos de última hora, se entregará a finales de diciembre. La vivienda cuenta con todos los permisos oficiales, tanto del Ayuntamiento de Alicante como del Colegio de Arquitectos.
En el caso de la vivienda de Alicante, cuenta hasta la cota cero con la estructura de hormigón, como la de una casa convencional, pero a partir de la planta baja y la primera altura, como es el caso, ya cuenta con el armazón levantado con light steel frame, o también llamado construcción en seco. Está enclavada en una parcela de 250 metros cuadrados, con una primera planta de 100 metros y una segunda de 60 metros, con su espacio exterior que incluye piscina.
Miguel Martínez, de Zar, que a su vez es arquitecto, insiste en la ventaja de ejecución que aporta el sistema en el contexto en el que nos encontramos, pues el coste es parecido, o quizás algo inferior, a una vivienda convencional, hecha de hormigón y ladrillo. Según Martínez, el proceso utilizado vale para las unifamiliares y valdría, en un principio, para promociones de hasta tres alturas, o más. Pero la principal ventaja es que el proceso está industrializado y rebaja los tiempos de ejecución, además de las soluciones bioclimáticas que aportan otros elementos; es decir, "la capacidad de integración de sistemas de aislamiento".
Una vez armada la estructura, la vivienda se cose con elementos de Thermochip Housing, una solución industrializada y certificada para la envolvente térmica del edificio. Se trata de unos paneles prefabricados que ejercen de revestimiento de fachada, de cubierta y de pavimentos, según el caso.
Y claro, sus ventajas, a priori, son evidentes, como explica Miguel Martínez. No solo la propia estructura de acero galvanizado, sino los elementos con los que se une y se arma la vivienda. Según detalla, se trata de materiales más resistentes que el cemento armado, que permite secciones más pequeñas; material sostenible y ecológico; más manipulable, que reduce el coste de medios auxiliares; elimina los pilares centrales de hormigón y, por tanto, permite un diseño interior más aprovechable; es más resistente a los movimientos sísmicos y reduce sus desperdicios, que además son reciclables. Además, todo el material empleado cuenta con certificados DAU de ITeC y Passivhaus, añade Martínez.