Trump será el próximo inquilino de la Casa Blanca. Recuperado el control del Senado, si se mantiene el de la Cámara de Representantes, como parece probable, Trump además tendrá manga ancha para ejecutar todo su programa electoral. Para los mercados, las implicaciones son múltiples. Lo más relevante sea, tal vez, las rebajas impositivas que se han prometido, que deberían impulsar de inicio al crecimiento económico, las bolsas y al dólar. Las políticas de Trump son netamente inflacionistas y expanden el déficit, ya de por sí elevado, por lo que es de esperar también que suban los tipos de interés cotizados por los mercados.
Las agresivas subidas de aranceles que promete el candidato republicano debieran pesar sobre las compañías que exportan a EEUU, sobre todo si no tienen fábricas en territorio americano (muchas compañías europeas pueden sufrir de inicio). El peso que estas tienen en los índices europeos hace pensar que estos se quedarán otra vez atrás.
Así pues, pensamos que es probable que las bolsas prosigan la senda alcista. La economía americana sigue siendo inusitadamente fuerte y, a diferencia de cuando ganó en 2016, ahora los mercados saben exactamente qué esperar. El punto de partida es el único obstáculo, ya que las valoraciones son elevadas, pero lo anterior tiene poca correlación con el comportamiento de las cotizaciones a corto plazo. De otro lado, la Fed probablemente deba replantearse las rebajas de tipos de interés que tenía previstas, con las consecuencias que ello conlleva en el mercado de divisas (el dólar muy probablemente se mantenga muy fuerte) y de renta fija (repunte de las curvas). El principal riesgo es que los inversores se empiecen a preocupar seriamente por la trayectoria de las cuentas públicas americanas, lo que sería sumamente desestabilizador para los mercados.