Materiales que sitúan el origen del actual asentamiento urbano en una alquería del siglo IX, dos acequias utilizadas hasta el XII o una gran cisterna del XVII bajo el edificio son otros hallazgos descritos en el informe preliminar
ELCHE. Las excavaciones realizadas desde noviembre de 2017 en el exterior del Mercado Central han sacado a la luz restos de un edificio islámico singular con soportal en la entrada, de unos segundos baños árabes de uso privado asociados con una residencia noble, dos acequias que llevaban agua a los campos de cultivo situados al sur de la medina, un horno alfarero, el cementerio en el que se enterró a la aristocracia islámica durante dos siglos y materiales que permiten situar el origen del actual asentamiento de la ciudad de Elche en una alquería del siglo IX. Estos son algunos de los elementos que se apuntan en el informe preliminar de la Excavación arqueológica en el Nuevo Mercado Central de Elche (Alicante). -Fase III- Exteriores y zonas anexas suscrito por los arqueólogos Eduardo López Seguí y Francisco Andrés Molina Más. El trabajo ha sido consultado en los servicios territoriales de la Conselleria de Cultura de Alicante a petición de la Plataforma Salvem El Mercat tras autorización de la directora general de Cultura y Patrimonio, Carmen Amoraga.
La aparición de una Maqbara o necrópolis islámica al sur del edificio del mercado era conocida desde finales del pasado año, pero el informe preliminar da cuenta de la aparición de restos constructivos cuya importancia no parece ser menor puesto que los propios arqueólogos proponen seguir con la excavación en dos puntos con el propósito de seguir avanzando en su conocimiento.
Es el caso de un largo muro tapial en cuyo extremo se encuentran restos de un amplio soportal que delimitaba el acceso a un edificio singular y no a una vivienda típica islámica. Los restos encontrados no permiten a los directores de la excavación aventurar su uso por lo que consideran de vital importancia excavar dentro de los márgenes de seguridad mantenidos en ese punto, un metro por dentro y otro por fuera respecto a la pared del mercado.
En la esquina noreste del edificio, y en medio de una línea de fachada de viviendas islámicas que delimita una amplia zona residencial en mal estado de conservación, se han descubiertos dos estancias soterradas y asociadas a dos potentes muros de tapial que parecen corresponder a dos sótanos que se habrían construido recortando el nivel geológico o aprovechando una depresión natural del terreno. Los autores del informe consideran necesaria la excavación de 40 metros cuadrados que aún permanecen intactos en el interior de la cara Este del mercado para buscar la conexión entre ambos.
Otros restos parecen ofrecer pocas dudas. Es el caso del leñero y del hamman, o sala caliente, con un exiguo hipocausto correspondiente a los baños de una vivienda datada en la segunda mitad del siglo XII. Los autores de la memoria apuntan que este tipo de baños privados solían estar presentes en las residencia nobles pertenecientes a las personalidades de la sociedad islámica, aunque no queda mucho más de ella.
Al sur del mercado se han localizado dos tramos de acequias, con trazos de continuidad fuera de la zona excavada, que llevaban el agua a los campos de cultivo situados al sur de la medina. Su construcción se relaciona con la fundación del Elche islámico y fueron inutilizadas en la segunda mitad del siglo XI.
En esta zona se ha producido el hallazgo más excepcional de las excavaciones: la necrópolis islámica. Su superficie es de 112 metros cuadrados, aunque 53 fueron vaciados por construcciones posteriores. Los 116 enterramientos descubiertos se dispusieron en tres niveles que corresponden a otros tantos periodos entre el siglo XI y mediados del siglo XIII.
Han aparecido 123 individuos: 55 adultos y 68 niños de entre 0 y 10 años de edad. Los enterramientos se realizaron mediante el rito funerario de la ortodoxia islámica. Muchos esqueletos estaban seccionados o incompletos por construcciones posteriores. Todos ellos fueron trasladados al Museo de Arqueológico y de Historia de Elche (MAHE).
Las fosas eran alargadas y de planta rectangular. 23 de ellas estaban cubiertas de adobes de color anaranjado, marrón o verde. Pero de entre todas, López Seguí y Molina Mas destacan varios casos excepcionales:
Un enterramiento de dos individuos con cubierta formada por cuatro adobes y dos bloques calizos. En el nivel inferior apareció un adulto sobre el que descansaban los restos revueltos de un niño. Los arqueólogos interpretan que este último se trasladó de lugar, se depositó en ese enterramiento posiblemente por un vínculo familiar con el adulto y la fosa se volvió a tapar con bloques de piedra.
Otros 13 enterramientos están construidos con cistas de adobe, una con cistas de mampostería de pequeño calibre y una última con falsa caja de madera formada por tres finos tableros de madera de olivo.
Señalan los autores que las tumbas más significativas, cuidadas y de mayores dimensiones se encuentran a apenas 15 metros de la zona residencial. Destacan también la casi nula existencia de señalización de los enterramientos. Sólo en dos casos aparecen bloques rectangulares de piedra en la cabecera, aunque en el entorno de algunas tumbas existen bloques similares de piedra caliza lo que lleva pensar a los directores de la excavación que fueron desplazados de la zona original. Ninguno de ellos presenta inscripción funeraria.
La memoria destaca que la necrópolis se extiende por una zona libre de construcciones que permanece en reserva para este uso desde la fundación de la medina. En su zona occidental se superpone sobre una zona de trabajo existente en torno a un horno alfarero de parrilla que permaneció activo durante la primera mitad del siglo XI en la actual Plaza de las Flores.
En su valoración de resultados, los arqueólogos destacan que la distribución de las tumbas es caótica y desordenada. Algunas fosas afectan a enterramientos antiguos y a otros no tan antiguos cuando la alteración de tumbas no es un hecho común en época islámica. Los directores de la excavación no encuentran explicación a este fenómeno.
Los autores destacan igualmente que las necrópolis islámicas intramuros no suelen ser muy extensas ni perduran tanto en el tiempo, motivo por el cual valoran la hipótesis de que existiera una pequeña zona de enterramientos previa a la medina (quizás relacionada con una alquería del siglo IX a la que se asocian materiales encontrados en silos situados al norte del edificio) que se respetara y mantuviera tras su fortificación y fuera creciendo lo máximo que permitía el espacio para ir superponiendo niveles de enterramientos con el paso del tiempo.
En opinión de los arqueólogos, el cementerio estaba reservado a la clase dirigente, a la aristocracia de las diferentes dinastías que ocuparon cargos públicos en la medina desde la época taifal a la almohade.
Los arqueólogos identifican una gran cisterna subterránea de 27 metros de longitud dividida en seis salas separadas mediante muros, situada al oeste del mercado junto a los baños árabes descubiertos en 2014, con la citada por Pedro Ibarra en la Plaza de la Fruta. La datan en el siglo XVII y la relacionan con la desaparecida fuente de la Alcoraya.
Muy próximos, en la esquina noroeste del mercado, se encuentran los restos del muro de una almazara, con bodega de tinajas y canal de desagüe que estuvo en funcionamiento durante los siglos XVIII y XIX.
Como ya ocurriera en la excavación del interior del edificio, y junto a abundante cerámica islámica, ha aparecido también material datado entre los siglos IV a.c. y V d.c. que se relacionan con la posible existencia en la zona de una villa romana.
El informe da cuenta también de la aparición de dos fragmentos de cerámica a mano neolítica junto a un fragmento de una lámina de sílex que, en opinión de los arqueólogos, se depositaron en la zona como consecuencia de la sedimentación de tierras arrastradas en épocas prehistóricas por el río Vinalopó.
En opinión de la Plataforma Salvem El Mercat, los hallazgos descritos en el informe preliminar redactado por López Seguí y Molina Mas junto con los realizados en anteriores intervenciones con motivo del proyecto de construcción del Nuevo Mercado Central son elementos de suficiente importancia arqueológica y para la historia de Elche como para rescindir el contrato acogiéndose al punto 5.2 del Pliego de Cláusulas Administrativas que establece:
“Si durante la ejecución del contrato o como resultado de las excavaciones arqueológicas deviniese la imposibilidad de ejecución del objeto del contrato, se entenderá que forma parte del riesgo asumido por el concesionario, sin que pueda dar lugar, en ningún caso, a indemnización de los gastos en que el concesionario hubiera podido incurrir”.
La plataforma recuerda que el pasado 1 de julio solicitó una reunión con el alcalde de Elche para conocer las intenciones del equipo de Gobierno salido de las elecciones municipales de mayo respecto al proyecto de nuevo Mercado Central a la que aún no se le ha puesto fecha.