El prolapso de los órganos pélvicos (POP) se define como el descenso de uno o más órganos, entre los que se incluyen el útero, la vagina, la uretra, la vejiga, el recto, el colon sigmoide o el intestino delgado, desde su posición anatómica habitual.
Este desplazamiento se produce como consecuencia del fallo de las estructuras de soporte del suelo pélvico (músculos y ligamentos que cierran la cavidad abdominal en su parte inferior) y es bastante frecuente: se estima que puede afectar al 20% de las mujeres durante la menopausia y al 40% de las mujeres que han tenido varios partos vaginales.
De hecho, el 12 % de las mujeres son intervenidas por prolapso genital a lo largo de su vida, lo que supone un 30% de las cirugías mayores ginecológicas en clínicas como Quirónsalud Alicante y Torrevieja.
Según el Dr. Rodolfo Martín, jefe de ginecología de Quirónsalud Torrevieja y Alicante, en sus estados iniciales el prolapso genital suele ser asintomático, siendo su hallazgo, muchas veces, “casual en las exploraciones ginecológicas rutinarias”.
El síntoma más habitual del prolapso genital es la sensación de bulto genital, “independientemente de la gravedad del prolapso”, añade el especialista.
Otros síntomas que pueden asociarse a esta dolencia son “la urgencia y el aumento de la frecuencia miccional, la incontinencia urinaria y la sensación de dificultad miccional o vaciado incompleto”.
Algunas pacientes refieren en consulta problemas ano-rectales que incluyen “dificultad defecatoria (defecación obstructiva) que precisa maniobras manuales para expulsar las heces”.
El prolapso genital sintomático también puede asociarse con “algunas disfunciones sexuales, siendo la más frecuente la dispareunia (dolor o molestia antes, durante y/o después del coito)”.
El Dr. Rodolfo Martín asegura que no existe un estereotipo de mujer que deba de tener un prolapso, aunque hay factores que lo pueden desencadenar.
Estos factores pueden ser:
Predisponentes: constitucional, por posibles alteraciones genéticas o adquiridas del tejido conectivo (por ejemplo, síndrome de Ehlers-Danlos, síndrome de Marfan y osteogénesis imperfecta), enfermedades autoinmunes (como el lupus y la esclerodermia) y algunos tipos de sarcoma.
Favorecedores: embarazo y parto (sobre todo, partos en edades avanzadas, trabajo de parto y parto difíciles, traumatismo durante el alumbramiento o dar a luz un bebé demasiado grande).
Agravantes: envejecimiento (debido a la disminución de los estrógenos en la menopausia), cirugía pélvica previa y, en definitiva, todas aquellas situaciones que condicionan un incremento crónico de la presión abdominal (obesidad, estreñimiento, bronquitis o tos crónicas, levantar demasiado peso, etc.).
Además del tipo de órgano afectado, distinguimos entre:
Enterocele (el intestino delgado presiona contra la pared superior de la vagina y la desplaza).
También existen diferentes grados de gravedad de este problema:
El tratamiento del prolapso genital “dependerá, esencialmente, de la clínica y de su afectación a la calidad de vida de la paciente”, comenta el Dr. Rodolfo Martí.
El jefe de ginecología de Quirónsalud Alicante y Torrevieja añade que, una vez diagnosticado un prolapso, “se puede optar por medidas conservadoras cuando el proceso no afecte a la calidad de vida de la mujer, no produzca clínica, esté contraindicada la cirugía o sea el deseo de la paciente”.
El tratamiento conservador comprende los siguientes pasos:
El Dr. Rodolfo Martín recalca que en el tratamiento quirúrgico del prolapso genital “se deben considerar las expectativas de la paciente y los resultados obtenidos con las diferentes opciones quirúrgicas”, siendo los principales objetivos de esta intervención:
Obtener un buen resultado anatómico de forma que el síntoma principal (sensación de bulto genital) quede resuelto desde el punto de vista de la paciente.
Procurar una mejoría de las disfunciones identificadas en el estudio preoperatorio y que, por su naturaleza, puedan ser corregidas quirúrgicamente.
Aplicar medidas encaminadas a prevenir la recurrencia del síntoma de prolapso y la aparición de nuevas disfunciones.
Cabe destacar que “estos objetivos no siempre son alcanzables y dependen en gran medida de las características de la paciente y de la presencia de los factores de riesgo antes mencionados”.
El procedimiento quirúrgico podrá ser “obliterante (cierre del hiato genital para contener el prolapso) o reconstructivo (para conseguir el mejor resultado anatómico y funcional para paciente) con o sin histerectomía concomitante, con cirugía asociada de incontinencia urinaria y fecal, y/o con eventual empleo de mallas”.
Respecto a la vía de abordaje, puede ser “vaginal, abdominal abierta o laparoscópica”, concluye el jefe de ginecología de Quirónsalud Alicante y Torrevieja.