VALÈNCIA (EP). Mira que nos gusta hablar poco de política… ¡Y mucho menos de los políticos! Pero esta vez no hay más remedio que hacerlo.
No teman. No vamos a comentar nada de cómo está el patio en nuestra querida España. Eso quizá nos daría para mucho, pero la verdad es que, siendo consecuentes con la realidad, a los inversores internacionales, que son los que realmente mueven los mercados, España y sus políticos les importa entre “cero y nada”. Así que les ahorraré mis comentarios al respecto.
Lo cierto es que si repasamos los documentos previsionales publicados hace meses y realizados por las casas de análisis de cara a 2024, es verdad que nos encontrábamos con múltiples referencias a la política, ya que este año venía cargado de todo tipo de elecciones en todas las áreas del mundo. Aunque el plato fuerte lo íbamos a encontrar en el mes de noviembre, momento en el que se celebran cada cuatro años las elecciones presidenciales en los Estados Unidos de América.
Lo que no se contaba era con los adelantos electorales en Francia y en el Reino Unido.De Francia ya les hablé hace unos días. Cuando lean estas líneas ya se habrá celebrado la primera vuelta y teniendo en cuenta que no se prevé una mayoría absoluta de ninguno de los partidos presentes, habrá que ir a una segunda vuelta a celebrar el 7 de julio. Entre medias, el día 4 de julio, los británicos también irán a las urnas, aunque en esta ocasión parece que la incertidumbre es menor ya que, según las últimas encuestas, los laboristas parece que se impondrán con claridad. La victoria del partido laborista, que se percibe moderado por los inversores, podría ser bien recibida por los mercados, porque podría suponer dejar atrás años de inestabilidad política en Reino Unido.
Pero como siempre, el espectáculo lo tendremos al otro lado del Atlántico. En el momento de escribir estas líneas, los candidatos Joe Biden y Donald Trump ya se han enfrentado en su primer debate televisivo, que es una auténtica tradición en Estados Unidos, que se remonta a 1960.
Más de la mitad de la población adulta norteamericana admite ver estos enfrentamientos y el 57% del público admite haber sintonizado al menos parte del debate o los comentarios de seguimiento del mismo. También se estima que más de un tercio haya escuchado o visto en vivo el debate de ayer, primero de los dos debates programados, lo que demuestra cuán importante es la plataforma televisiva para establecer una ventaja en la carrera presidencial.
Como se ve, mucha expectación, porque en estos debates se espera que se traten una gran variedad de temas, que van desde la inmigración y la política exterior hasta la aptitud de ambos políticos para emprender un segundo mandato. Para los inversores, que es lo que realmente más nos interesa, gran parte de la atención se centra en la economía. Eso incluye cosas como el mercado laboral, los impuestos, el déficit federal, la inflación y el costo de vida general, que tienen a muchos estadounidenses vigilando sus cuentas bancarias con preocupación. Inversiones relacionadas con el sector petrolífero, como normas ambientales que rodean a esta industria, regulaciones relacionadas con la sanidad o con el sector inmobiliario.
Cuando los votantes están tan divididos y las encuestas están tan igualadas, incluso los más mínimos detalles pueden tener resultados determinantes, con la consecuente repercusión en los mercados.
Otro asunto que despertaba bastante expectación es lo relacionado con la guerra comercial. Si Trump resulta victorioso en las elecciones y cumple con sus amenazas de introducir fuertes aranceles en todos los ámbitos, incluidos los productos procedentes de China, los presupuestos de los hogares y las empresas estadounidenses podrían verse afectados, lo que algunos economistas americanos señalan como un gran problema, ya que podría generar una situación de elevada inflación y bajo crecimiento económico: la estanflación que muchas veces se ha llegado a pronosticar y nunca se ha llegado a producir.
Pero este primer round se puede calificar como desastroso. Ya se sabía que Trump iba a trabajar para seguir recordando a los votantes, las buenas cifras de la economía norteamericana cuando él ejerció la presidencia. Y ya se sabía también, que utilizaría los métodos que fueran necesarios para fijar la atención en los problemas, digamos de “atención”, que presenta Biden…
No hizo mucha falta. Biden se “autoderrotó”, tanto que muchos analistas políticos y económicos se plantean la posibilidad de que pueda ser reemplazado por otro candidato demócrata.
Trump tampoco quedó mucho mejor, ya que más que proponer alternativas y soluciones a los problemas que tiene Estados Unidos, se dedicó a atacar a todo lo que no está en su órbita, como ya tiene acostumbrado al mundo.
Tan desastroso fue el resultado que varios analistas señalan que perciben señales tempranas de un aumento en la incertidumbre relacionada con las elecciones, algo que podría sacudir con fuerza a mercados e inversores.
Esperemos que no sea para tanto…