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Esperpento y carroña

El Hércules continúa en caída libre. No solo el equipo volvió a decepcionar en el césped el pasado domingo, por mucho que se mejorase en la segunda parte, sino que sigue haciendo el ridículo en lo institucional. A la penosa imagen de los de Muñoz en la primera parte se unió el enésimo numerito promovido desde los despachos y también con los aficionados como damnificados. Ahora bien, la pancarta que la peña El Chepa intentó introducir al Rico Pérez y los problemas para su portador en que terminó derivando lo anterior, incluso habiéndola dejado en el maletero del coche, permitió a la afición herculana demostrar que sabe responder cuando amenazan su soberanía.

Y no, ya saben que yo no soy de la anticuada doctrina que reza que un club es de los aficionados, de lo del odio al fútbol moderno y demás cuentos. Hace años que aparqué el romanticismo al darme cuenta de que, en efecto, los clubes son de sus propietarios; en el caso del Hércules, de Enrique Ortiz y de Juan Carlos Ramírez que son los que ponen el dinero. Eso sí, lo anterior no les exime de la obligación de respetar e incluso proteger cualquier tipo de reivindicación pacífica y educada, como la que viene protagonizando el herculanismo desde la noche del domingo, convirtiendo el 'hashtag' #RespetadElEscudo en tendencia nacional en Twitter. Como jugada para silenciar a un aficionado no está mal, pero la actuación a destiempo y desmedida de los encargados de la seguridad en el estadio y la lógica ola de rechazo que ha generado en la masa social deberían llevar a los dueños a tomar medidas para que lo anterior no se repita.

En cuanto a los deportivo, nos plantamos en la jornada 15 con el equipo en puestos de descenso, a dos puntos del 'play-out' y a tres de la permanencia. Ya no sirve eso de "en tres partidos nos metemos arriba", frase que por otra parte me provoca más escalofríos que otra cosa. Ahora la situación es crítica. Con el turrón prácticamente en nuestras mesas, el Hércules se asoma al precipicio, a la Tercera División, más que nunca antes que en sus casi cien años de historia. Los dueños, esos mismos que han de valorar si la actuación de sus empleados del área de seguridad el pasado domingo fue correcta, tienen también que ir preparando la chequera de cara al mercado de invierno y sin medias tintas, para eludir el sonrojo del descenso a la cuarta categoría nacional, una división de carácter autonómico. Por cierto, el primer nombre que ha sonado para reforzar la plantilla es el de Fernando Román, actualmente en un Córdoba en estado de descomposición. Ya ven, no salimos del bucle.

Pero antes de que eso se produzca, una plantilla al borde del colapso nervioso y atenazada por la responsabilidad de las circunstancias, deberá sacar tres puntos en casa del filial del Espanyol, un equipo que les aventaja en once puntos en la tabla (sexto a dos puntos del 'play-off' de ascenso, que solo ha perdido un partido en casa y suma como local un punto más que todos los que suma el Hércules)... Si Muñoz llegó al partido contra el Olot con la amenaza del despido, la verdad es que al de este domingo no sé como llega: la situación exige de medidas, otro cambio en el banquillo, pero con el mercado a punto de abrirse, la dirección deportiva parece que apuesta Muñoz para la reforma (reconstrucción) del equipo.

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