VALÈNCIA. Dos partidos con Felipe Miñambres al mando y dos caras muy diferentes. El Levante pasó este domingo a ofrecer la mejor imagen de la temporada, de un plumazo, tras regresar de Oviedo de vacío y con otra pésima actuación que poco cambió lo visto con Javi Calleja en los dos últimos meses. Eso mismo había transcurrido, casi 60 días, desde la última victoria granota. Todo ese tiempo sin ganar ha lastrado el avance del equipo hacia el objetivo ineludible por el bien del devenir del la entidad, aunque, por puntos, el conjunto de Orriols todavía está a tiempo. Ya lo estaba, sin embargo, hace tres semanas, cuando el director deportivo despidió al anterior entrenador y se puso a sí mismo al frente del vestuario. La gran diferencia después del triunfo ante el Sporting en el Ciutat ya no es la victoria tras meses de depresión, sino la puesta en escena.
"Se trata de elegir bien los momentos", contestó Miñambres al ser preguntado por el cambio de propuesta este domingo. El Levante plasmó todo un cambio en el libro de estilo de Calleja y dejó atrás el intento de fútbol-control, con largas posesiones y poca productividad en ataque. Cierto que la falta de efectividad, reconocida por el actual preparador, continúa en el debe de un equipo cuyo máximo artillero sigue siendo Bouldini a pesar de acumular ya siete jornadas sin anotar, la mitad de las que reunía antes de cortar ante el Albacete -precisamente en el último triunfo hasta este fin de semana- una alarmante sequía de catorce partidos. No obstante, según las estadísticas oficiales de La Liga, el Levante disparó 19 veces al arco de Rubén Yáñez. Es uno de sus mejores datos en ese apartado a lo largo del campeonato.