VALÈNCIA. Esgrimen su frase como quien lanza la Espada sobre la mesa en una partida de truc. Como si, dicho eso, ya no hubiera espacio para más réplicas. "Somos la solución, no el problema", proclaman. Y, de tanto repetirlo, se lo creen.
Hablo de los runners. Que, en general, no hacen daño a nadie. Corren, cuentan lo que corren y son felices así. El problema es que se creen una especie de cuerpo de élite del Estado. Como una raza superior, para entendernos. Y yo, que llevo 35 años correteando por el río, los he visto de todos los colores. He visto corredores que convertían su cuerpo en un templo y no se bebían una cerveza en todo el año, y he visto otros que llegaba el fin de semana y se bebían y se metían lo que les pedía el cuerpo.
Así que, en cierto modo, estoy de acuerdo con ellos: una persona fuerte y saludable es menos propicia para acabar en la UCI de un hospital. El problema es que no todos son así.
Hoy estoy en la cantina con la espada desenvainada. Hace unos días me pronuncié a favor de la medida de la Generalitat de obligar a los valencianos a correr con mascarilla en los núcleos urbanos, y me saltó un jauría de runners a la yugular.
Ellos no se dan cuenta, pero suenan con el mismo tono de los negacionistas. Al parecer hay algún estudio -como imagino que habrá alguno en contra, como en todo durante esta pandemia y en la vida en general- que asegura que el número de infectados haciendo deporte es residual.
Pero mi punto de vista, sin llegar a llevarles la contraria en este estudio, es que, si es necesario ir por la calle con mascarilla, es necesario ir por el carril para corredores del río con mascarilla. Porque es más fácil que un corredor jadeante me lance a la cara las gotículas que alguien andando por la acera a seis kilómetros por hora.
Los ofendidos por mi posicionamiento me dijeron que ellos no hacían ningún daño corriendo por los montes de Soria. Y pienso lo mismo. Si alguien se va a correr por la Calderona o por los alrededores de Alberic es muy probable que no necesite llevar la cara cubierta. Y, si, en un momento dado, se cruza con alguien, es tan sencillo como llevar la mascarilla a mano y ponérsela los cinco segundos que durará el encuentro.
Pero el río no es Soria ni es Alberic. El río es, según los datos de Strava, el recorrido para corredores más transitado de España. Ya saben, 'Valencia Ciudad del Running'.