VALÈNCIA. Todavía hay esperanza en Orriols. A pesar de las dos caras diametralmente opuestas que el Levante sigue mostrando prácticamente cada semana, el equipo completó un buen primer tiempo, al menos suficiente para anular al Huesca sin apenas despeinarse, y ello le bastó para evitar otro preocupante tropiezo para cerrar el año ante su gente. Zaragoza será la plaza del último baile de 2023 y un triunfo podría devolver al elenco granota a las posiciones de promoción en la tabla. Motivaciones no han de faltar para marchar a La Romareda y transformar la mezcla de sensaciones en una única puesta en escena fiable muy poco vista esta temporada, por más que Javi Calleja se extrañe de un ambiente enrarecido después de una victoria tambaleante. "No sé por qué da la sensación de que tenemos que estar primeros o segundos a 200 puntos", se quejó el técnico.
Y la realidad es que su entorno sabe que, por plantilla y los repetitivos problemas de enfermería que sigue arrastrando el club desde hace varias temporadas, complican mucho aquello de ser uno de los gallos de la categoría. A punto de cerrar la primera vuelta del curso, el objetivo parece claro: clasificar para play off. Y aún con este Levante irregular, se escucha algún grito de esperanza en los aledaños del Ciutat. La contribución de Carlos Álvarez, que esta vez culminó su actuación con gol y una tarde productiva -a diferencia de otras con mucho ruido y pocas nueces- es uno de ellos. El pequeño sevillano adelantó a Clemente en la rotación y respondió con un buen partido y un golazo celebrado con furia.