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España y Portugal quieren celebrar el Mundial de 2030; ser sede dejaría en Elche más de 26 millones

ALICANTE. España y Portugal recuperaban semanas atrás la vieja aspiración de organizar un Mundial de Fútbol de manera conjunta. 

El pasado 4 de junio, el Rey de España, Felipe VI, el presidente de la República de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y su homólogo portugués, Antonio Costa, firmaban en Madrid un acuerdo de cara a la organización de la Copa del Mundo de Fútbol de 2030, después de haber visto cómo Rusia les ganaba la carrera por la edición de 2018.

La ciudad de Alicante y el estadio José Rico Pérez formaron parte de la primera versión de la bautizada entonces como Candidatura Ibérica: eran 21 sedes, de las que solo dos estaban en territorio luso (tres estadios en los que se jugarían 19 partidos) y el resto en España (donde se disputarían 45 encuentros). La participación de la capital de la provincia y el coliseo blanquiazul, entonces propiedad de la hoy liquidada Aligestión Integral, estaba condicionada a una remodelación que hubiese incrementado su aforo hasta las 40.000 localidades. La actuación ya era de por sí bastante fantasiosa (de hecho, se está a la espera de conocer la opinión de la Justicia sobre todo lo que rodeó el Plan de Reforma Interior del Rico Pérez), pero tampoco desentonaba tanto en un contexto en el que se contemplaba la terminación del Nuevo Mestalla en Valencia o la construcción de un nuevo estadio en Zaragoza que sustituyera a la también vetusta Romareda. Precisamente la antigüedad de las instalaciones era uno de los talones de Aquiles de la candidatura que en la preselección inicial de sedes sí incluyó a Elche y el estadio Martínez Valero. Aroma a Mundial 82.

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