ALICANTE. La decisión de Quique Hernández de prescindir de los servicios de Vicente Mir la tarde-noche del martes sin tener al menos apalabrada una alternativa al técnico valenciano y el anuncio que hacía horas más tarde el presidente de que Enrique Ortiz escucharía ofertas para vender el club han estado cerca de colapsar el teléfono-fax del Hércules y los móviles de los Carlos Parodi, Francisco Escudero y Paco Martínez.
A los numerosos representantes de entrenadores que trataban de hacer llegar a la comisión deportiva el currículum de sus clientes, se unían desde el mediodía no pocos interesados que trataban de conocer las condiciones en que Ortiz está dispuesto a traspasarles las llaves de la entidad.
A buen seguro que al constructor le interesa más lo de los supuestos inversores (que se hable de ellos), pero con el equipo en puestos de descenso a Tercera División y a cinco puntos de la salvación, preparando a las órdenes de Antonio Moreno, técnico del filial, la final contra la Llagostera, se impone abordar el no menos espinoso asunto del banquillo.
Vaya por delante que a última hora del miércoles eran muchas las dudas sobre si se podría cerrar la contratación de un nuevo técnico a lo largo de la jornada del jueves, por lo que la opción de Moreno dirigiendo el domingo al equipo gana más peso si cabe.