VALÈNCIA. La moneda al aire en que se ha convertido la enfermería del Levante infunde una mezcla de temor y expectativas encontradas de cara al encuentro de este viernes en La Rosaleda. El cuadro de Javi Calleja ha de salir en Málaga de un bache que ya no solo es de resultados sino también en lo anímico, entre otras cuestiones por la pérdida del jugador más en forma de la plantilla y uno de los sostenes de la ambición del ascenso. Sin Pablo Martínez, ya operado y sumergido en su largo proceso de recuperación, el cuerpo técnico tiene ante sí la nueva tarea de limpiar la mente de su vestuario. Y para ello, dos noticias positivas que caen como diminutas gotas en un mar de contratiempos: el regreso de dos veteranos como Postigo y Soldado. 

Ambos regresaron esta semana con el grupo. El zaguero, tras superar el esguince de rodilla que le ha apartado durante las dos últimas semanas, y el delantero teóricamente recuperado de las molestias musculares que, sin parte médico oficial por parte del club, le han hecho desaparecer un mes de la competición. El valenciano lleva, entre los cuatro encuentros de baja y los dos como suplente, mes y medio sin jugar, seis citas consecutivas. Podría ser, en cualquier caso, un arma más en la incompleta tarea del gol según apuntan diversas fuentes de la entidad de Orriols.