ALICANTE. Este martes cumple 47 años el estadio Rico Pérez, una instalación cuyo deplorable estado es fiel reflejo de la autodestructiva espiral en la que se haya inmersa Alicante y no solo a nivel futbolístico (solo hay que ver cómo está el entorno del estadio).
El 3 de agosto de 1974, con un partido amistoso entre el Hércules y el Barcelona, quedaba inaugurado un Rico Pérez gracias al que, por ejemplo, la ciudad fue una de las subsedes del Campeonato de Mundo de Fútbol de 1982.
Algo similar sería hoy impensable (no obstante ser Alicante la undécima ciudad más poblada de España) y es que el inexorable paso de los años, unido a la sucesión de propietarios que solo muestran indolencia hacia él (ahora es propiedad de la Generalitat, a través del Instituto Valenciano de Finanzas (IVF), pero tampoco recibía mejor atención cuando lo era el Ayuntamiento de Alicante) y que el Hércules esté cada vez más lejos del fútbol profesional (militará en la 2021/22 en la Segunda RFEF, la cuarta categoría del fútbol español) pesan sobre el otrora coliseo blanquiazul como lo hace la lápida de una sepulcro: filtraciones, humedades, forjados deteriorados, butacas sucias y algunas pidiendo a gritos su sustitución, problemas recurrentes con los suministros en muchos cuartos de baño, deficiencias en la zona de prensa (esta es más propia del siglo pasado, con cabinas que se inundan cuando llueve y una sala de prensa que podría ser decorado en alguno de los episodios de Cuéntame), incidencias con la iluminación artificial (en 2013 se vino abajo una de las torres) o el único videomarcador, suciedad... las taquillas convertidas en oficioso albergue municipal de transeúntes (estos no tienen ninguna culpa) y el aparcamiento del fondo norte en centro de reparto de metadona y comida por Cruz Roja (ni esta ni los beneficiarios de su ayuda tampoco la tienen) conforman una estampa (que sin ir más lejos horroriza estos días a los no pocos turistas -despistados- que quieren hacerse "una foto en el Rico Pérez") que difícilmente puede corregir un Hércules ahogado por las deudas (ha podido levantar la persiana las últimas temporadas solo gracias al auxilio económico de Enrique Ortiz y Juan Carlos Ramírez) y que trata en los juzgados de que el contrato de arrendamiento por 25 años que suscribió en 2007 con Aligestión Integral, el penúltimo propietario del Rico Pérez, no sea anulado para no tener otro problema más: como los lectores de Alicante Plaza bien saben, el 17 de noviembre se celebrará el juicio sobre demanda de resolución del citado contrato de arrendamiento. Ese día, en el Juzgado de lo Mercantil nº2 de Alicante tendrá lugar la vista en la que se ha de dilucidar si sigue o no vigente ese contrato de arrendamiento, pese a que el IVF se adjudicó la propiedad del estadio libre de cargas en el marco de la liquidación de bienes y derechos de aquella mercantil.