LA YOYOBA / OPINIÓN

Pirula y El Cholas

21/07/2017 - 

Pirula y El Cholas. Quien no los conozca podría pensar que se trata de un dúo cómico de vodevil o una pareja de acróbatas callejeros que se ganan la vida haciendo sonar un viejo acordeón y amaestrando a una cabra. Con lo de las acrobacias callejeras, créanme, no irían del todo desencaminados. En realidad son dos periodistas que han tenido la suerte de jubilarse en el ejercicio de su profesión cuando les ha llegado la edad de la jubilación. Esto, por sí mismo, ya es una pirueta muy difícil de ejecutar teniendo en cuenta que el periodismo es una profesión con una esperanza de vida muy corta. En cuanto cumples la cuarentena empiezan a verte como un dinosaurio lento y caro de mantener. Carne de ERE o de patada en el culo, sin más. Pero Pirula Arderíus y Perfecto Arjones El Cholas, periodista ella, fotoperiodista él, son la memoria viva de la reciente historia de Alicante. Una historia documentada por entregas que ha salido a la calle cada día durante casi cuarenta años en las páginas del diario para el que trabajaron. Hace unos días, la Cruz Roja de Alicante les ha rendido un homenaje entregándoles la medalla de bronce de esta institución a toda una vida de trabajo. Ha sido el único reconocimiento público hasta el momento si excluimos la efímera placa de la calle que el consistorio dedicó a Pirula y que hubo de retirar por orden judicial. El acto fue íntimo y emotivo. Sus familias, sus amigos y un puñado de representantes de la esfera política local, muchos de los cuales, por su juventud, no han tenido la oportunidad de verse reflejados en sus crónicas periodísticas. Compañeros de profesión, pocos o ninguno. Los que fueron, estaban en calidad de amigos, no de colegas. La Asociación de la Prensa de Alicante, a la que ambos pertenecen casi desde sus inicios, hizo mutis por el foro. Los viernes por la tarde, que son muy malos. O el olvido y la ignorancia, que son peores.

Los neófitos en esta profesión tan vapuleada deberían acudir en procesión hasta el regazo de Pirula para que les contara quién es quién en Alicante. Detrás de cada noticia suele esconderse un entramado de relaciones personales, empresariales y políticas que hay que conocer para saber atar cabos. Nadie como ella para adentrarse con soltura en la trastienda de esta pequeña corte de los milagros donde no todo es lo que parece. Escucharla es como darse un baño de agua caliente tras una jornada en el tajo. Con estilo dicharachero, esboza, a modo de caricatura, el perfil de cualquier preboste de la ciudad. Desde el obispo al gobernador civil. El modisto, la esposa del banquero, la belleza de turno, el policía, el alcalde, el director del periódico, la diputada. Entre sus historias más hilarantes suele contar su encuentro con Paul McCartney y su esposa Linda en el hotel Montíboli. Una exclusiva que dio la vuelta al mundo porque fue la primera que concedió el cantante tras la disolución de los Beatles.

Pirula Arderíus fue una niña bien, hija de un alto mando militar, ahijada de Salvador Dalí, cuyo destino era lucir palmito en salones de espejos hasta que se cruzó el periodismo en su vida. En los años 60 llegó a Alicante con su título de periodista bajo el brazo, su minifalda y una pose de chica inocente a la que llamaban indulgentemente “nena” y acompañaban a casa cuando salía tarde de la redacción. Construirse su propio espacio en ese mundo masculino, dentro y fuera del periódico ya merece todos los reconocimientos. Un mérito del que ella no es del todo consciente, porque dice que “antes, las fuentes hablaban más porque no se ganaban la vida con la política”. Luego, llegaron las fotos en las que no se podía mover nadie y el que lo hacía, seguro no tenía escapatoria. Ahí estaba el Cholas. Algunos dirán que estas son historias “viejunas”, vestigios de un periodismo antiguo que se hacía en la calle y no en los despachos. Es verdad, Pirula y el Cholas pertenecen a esa generación de periodistas que gastaba muchas suelas de zapato y muy poco teléfono. @layoyoba