ELCHE. Hace unos días el equipo de gobierno visitaba las obras del tercer bloque de San Antón, el último de la Fase 1, que tendrá 90 viviendas, y podría estar finalizado antes de lo previsto. Mientras tanto, además de gestionar las escrituras de los propietarios que faltan por elegir algunas de las 120 viviendas del segundo bloque, durante este mes de julio, Pimesa, promotora de la renovación del barrio, tiene previsto reunirse con todos los vecinos de la Fase 1 (que corresponde a los bloques del 11 al 14) que tienen situaciones sociales y económicas más delicadas, para abordar la situación con el fin de encontrar alguna alternativa de cara a entrar en los edificios nuevos que les corresponden. También habrá una ronda con los vecinos de la Fase 2, a los que les corresponde entrar en el cuarto bloque, el diseñado por GEA Arquitectos y del que aún tienen que licitarse las obras.
En ese sentido, con los vecinos de la Fase 1 —donde entran los inquilinos de los bloques 11 al 14— que tienen estas problemáticas, desde Pimesa apuntan que las temáticas son diversas. Algunos no pueden pagarse la nueva vivienda porque están en el paro o porque es gente mayor, por lo que el hecho de que la administración pública les compre la vivienda antigua —que se descontaría del precio de la nueva— no es suficiente. Desde la empresa municipal plantean que se encontrarán casos, o ya lo han hecho, en los que hay gente a la que no le otorgan un préstamo o un aval, por lo que tienen que pensar en posibles alternativas, en si pueden ser titulares de las viviendas o si no. "Todos tienen solución habitacional", señalan desde la misma. Aunque serán casos a estudiar en Servicios Sociales.
En casos así, se abre la puerta a alquileres sociales o a algún tipo de ayuda para poder facilitar la entrada de los inquilinos en la nueva vivienda. O incluso se puede buscar una alternativa habitacional que no sea en el barrio. Algunos problemas que hay encima de la mesa es que residentes que ya han fallecido no han dejado la herencia para familiares de siguientes generaciones. Caso contrario al de gente que hizo donaciones del piso porque se cambió de barrio, por ejemplo. En cualquier caso, desde Pimesa se han centrado estos años en solucionar las situaciones más ligeras, aquellos han podido costearse la adquisición de la nueva vivienda. Ahora que se acerca el final de la Fase 1 con los tres primeros bloques, se encuentran las situaciones más complejas de gestionar por las situaciones económicas y sociales de algunos inquilinos. Y en el caso concreto de que alguien se niegue a salir de la vivienda, puede que se recurra a métodos coercitivos.
En los mencionados casos más complejos que Pimesa se puede encontrar está por ejemplo el de un vecino del bloque 11, José Antonio, que vive con un niño pequeño, y cuyo forjado del techo se derrumbó hace unos meses, ahora con varios apuntalamientos para aguantar la estructura y del que cae a diario arena y polvo, según denuncia. Además de esto, muestra del estado del inmueble y la degradación del barrio —algunos inmuebles más que aluminosis sufren carbonatación—, no logra que su banco le otorgue un préstamo para acceder a una de las nuevas viviendas. Está pendiente de la cuestión con sus abogados dado que denuncia que la entonces CAM infló el valor de su vivienda actual, que pagó más, y que por eso ahora dicen que el precio es similar para la hipoteca de la nueva casa.
Asevera también que dio 1.500 euros como señal para la nueva vivienda, pero falta una firma del banco, por lo que si no la consigue, podría perder la señal ya que la empresa municipal no ha mediado de momento, indica. Aunque se le propuso un alquiler social, más aparte la hipoteca que tiene de su casa. Por último, también asevera que en esos casos de señal y problemas con el banco hay varias situaciones similares.