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vals para hormigas / OPINIÓN

Permanentemente equivocados

23/10/2019 - 

Ocupamos todas las trincheras desde que la tecnología nos lo permite. Somos los independentistas que toman las calles de Barcelona y somos los españoles que miramos las barreras desde la barrera. Somos la policía que carga contra los manifestantes y la policía a la que un adoquín le atraviesa el casco. Somos los que cenan en la ventana en el Passeig de Gràcia, los que se echan las manos a la cabeza, los que tratan de aportar soluciones y los que corren con un televisor como botín. Los que traicionan unos ideales y los que traicionan los ideales opuestos, somos Sánchez y Torra, Álvarez de Toledo y Puigdemont, Rufián y Turull, Junqueras y Rivera, el mayordomo de los Franco y el operario que abrirá la cripta del Valle de los Caídos.

Somos los estudiantes chilenos que revientan el asfalto por la subida del billete de metro y también somos el Estado que se defiende alegando que está en guerra. Somos los indígenas ecuatorianos que atraviesan el país a pie porque les han descuartizado el futuro con un impuesto a los derivados del petróleo. Somos los ciudadanos que se dan cuenta de repente de que en el otro lado del país vivían indígenas. Somos el metalúrgico británico que quiere salir de Europa y el metalúrgico británico que odia el Brexit desde su residencia en Europa. Somos la resistencia libanesa y el régimen al que se oponen. Somos un votante de Evo Morales y también el funcionario que sospecha del recuento. Somos la lluvia y los paraguas de Hong Kong. Somos hasta el migrante al que no dejamos pasar.

Ya no tenemos excusa. Somos hasta un yonqui de Detroit y ese broker de Wall Street que nunca nació en Nueva York. Y lo somos porque alguien lo ha decidido. No solo por interés, por defecto o por cualquier otra argucia que cualquiera quiera inventar. Hay quien sostiene que la crisis económica de 2008 sirvió para sacarse de encima a la clase media, que vivía por encima de sus posibilidades. Puede ser. Las teorías neblinosas se las dejo a Javier Cavanilles, que habla hasta con Satán si tiene cobertura. Pero lo que es innegable es que en los últimos años, las grandes tecnológicas nos han dado acceso a toda la información del mundo, a cambio, según se va comprobando, de perder toda nuestra intimidad. Conocimiento y alcance a cambio de datos, quid pro quo. Nos han puesto en evidencia, nos han sacado a la luz y ahora se dan cuenta de que somos incontrolables. Porque la masa siempre hace media. Ni hacia arriba ni hacia abajo. Ni a izquierda ni derecha. Somos controvertidos y polarizados. Mitad y mitad. Un laberinto indescifrable. Somos los que estamos hartos de que nos digan como somos. Y todos podríamos estar mejor de lo que estamos.

Y ahora la política no sabe salir. Por no saber, no conoce ni sus propias reglas. Y pretenderán achacarnos las culpas de todo lo que sucede, por el simple hecho de que han perdido el manual de instrucciones. En realidad, lo que sucede es todo lo contrario. Han dado rienda suelta a la humanidad y resulta que ahora no saben lidiar con ella. También nos han dado la espalda. Siguen empeñados en ceñir sus movimientos al metro cuadrado de espacio personal en el que se desenvuelven. Tendrán que sacar la cabeza de sus propios libros de cuentas, de sus propios buzones de correos, de sus propios canales de comunicación privados y de sus propias cuentas de whatsapp. La política tendrá que volver a manos de políticos capaces, en algún momento, en algún país, en algún sector importante. Dejar sus intereses a un lado y atender a las necesidades de todos. No necesitamos proteccionismo ni paternalismo ni control ni representación parlamentaria. Necesitamos gobierno y gestión eficaz. O seguiremos demostrándoles, desde cualquiera de nuestras identidades, que están permanentemente equivocados.

@Faroimpostor

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