ALICANTE. Desde que comencé a escribir artículos en Alicante Plaza tuve claro que quería ser una voz del periodismo alicantino. Realizar un ejercicio metaperiodístico, hablar de nuestro trabajo. En mi caso, es una actividad necesaria porque los periodistas no siempre difundimos aquello que afecta a nuestra profesión, sobre todo negativamente. Tenemos muchos obstáculos, muchísimos, y solemos estar en el punto de mira de muchos órganos de poder que rehúyen lo que decimos, pues la verdad es temida por aquellos que saben que no están haciendo las cosas como deben.
Esta semana se ha destapado que algunos gobiernos han utilizado Pegasus, un programa informático, para espiar a miles de personas. La herramienta Pegasus es un software de espionaje desarrollado por la empresa israelí NSO Group. Un software que, desde 2016, ha tenido más de 50.000 actuaciones. De cara a la galería, este programa tenía como objetivo combatir el crimen y el terrorismo, pero la realidad es que sus fines han sido otros: políticos, activistas, empresarios, abogados, 180 periodistas…, entre ellos el español Ignacio Cembrero, fueron espiados por este programa.
Según una definición reciente, el Pegasus es un malware, es decir un programa que realiza acciones dañinas en un sistema informático de forma intencionada y sin el conocimiento del usuario, que puede infectar cualquiera de nuestros dispositivos. El usuario envía un enlace infectado y ni tan siquiera es necesario pinchar; nada más recibirlo en el dispositivo, el virus ataca el sistema y recopila datos de contactos, correos electrónicos, mensajería instantánea…
Desde la Federación Internacional de Periodistas (IFJ) han levantado la voz de alarma con un comunicado que compartimos en la Asociación de Periodistas de la Provincia de Alicante. Advierte que la comunidad internacional debe construir un “régimen regulador que permita la inspección y regulación de todas y cada una de las organizaciones que suministran productos que tienen la capacidad de socavar estas libertades esenciales y críticas para la democracia” y que los gobiernos deben garantizar “la inviolabilidad de las comunicaciones de los periodistas”.
Por su parte, Reporteros Sin Fronteras (RSF), junto a los periodistas franco-marroquíes, presuntamente espiados, Omar Brouksy y Maati Monjib, han presentado una denuncia ante la Fiscalía de París. Desde RSF aseguran que será una acción conjunta y se realizarán más denuncias contra NSO Group en otros países con víctimas periodistas.
En España, como decía más arriba, Ignacio Cembrero ha sido uno de los perjudicados por estos ataques. El periodista, supuestamente, fue espiado por Marruecos. Además del país vecino, los estados que contrataron este software fueron Arabia Saudí, Azerbaiyán, Bahréin, Kazajistán, México, Hungría, India, Emiratos Árabes Unidos, Ruanda y Togo. Cembrero ha declarado a Infolibre que echa de menos “escuchar una condena por parte de algún portavoz del Gobierno”.
Donde sí se ha pronunciado el Gobierno es en la detención de Camila Acosta, corresponsal de ABC en las protestas cubanas. Más allá de la polémica sobre si el país caribeño es o no una dictadura, asunto con el que los políticos han llenado su agenda, y en el caso de la ciudadanía, el saco de su paciencia, el Ministerio de Exteriores se implicó en el asunto y exigió su excarcelación.
Camila Acosta fue detenida mientras grababa las protestas contra el régimen comunista. Las fuerzas de seguridad del país la acusaban de desacato y desorden público. No fue la única, una veintena de periodistas fueron detenidos y un número todavía mayor fue agredido durante las protestas.
Las reclamaciones españolas hicieron efecto y Camila Acosta salió de la cárcel solo dos días después. La corresponsal explicaba que la intentaron obligar a firmar su culpabilidad por desorden público, pero se negó. Está en arresto domiciliario y le han confiscado dos ordenadores, teléfonos y la tablet.
Lo acontecido en Cuba o en los países que contrataron el Pegasus no debería sorprender, pues muchos de los presidentes de estos lugares aparecen en la ‘Lista de depredadores de la libertad de prensa’ de RSF. Respecto a Miguel Díaz-Canel, líder cubano, le acusan de prohibir la prensa privada y “detener, amenazar, perseguir, acosar, confiscar y destruir material” de los periodistas que no siguen la línea castrista impuesta por el Estado.
En esta lista también aparecen nombres como Jair Bolsonaro, Vladimir Putin, Erdogan o Nicolás Maduro. Y lo que es más preocupante, por primera vez señalan a un presidente de la Unión Europea. Viktor Orbán, líder de Hungría, es acusado de tomar el control de los medios, de transformar los instrumentos de emisión públicos en órganos de propaganda y no dar acceso a la información institucional a los pocos medios independientes que sobreviven. Además, realiza campañas difamatorias acusándoles de desinformación.
Hasta ahora, hemos hablado sobre las presiones y coacciones al periodismo por parte de los poderes institucionales, pero esta coerción no solo la protagonizan ellos. La semana pasada, en una nueva entrega de esta “serie veraniega”, escuchamos unos audios filtrados por El Confidencial en los que el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, aseguraba, entre otras cosas, que ‘El Rondo’, un programa deportivo que se emitió en TVE entre 2005 y 2007 (comenzó solo en Cataluña en 1999) “no va a existir más” y que “hay que ganar la batalla del Marca y de TVE… y con eso aislar, no a El País, que no se porta mal, sino a Relaño y De la Morena”. En su recorrido opinando sobre varios medios de comunicación a los que no dejaba bien parados, Florentino Pérez aseguró tener injerencia y poder en algunos y, sobre todo, conocimiento de su funcionamiento.
Tristemente, esto es el pan nuestro de cada día. Ciertos poderes siguen con la mirada fija en el periodismo, tratando de coartar la libertad de prensa, la labor del periodismo como voz de la sociedad y vigilante de la democracia. No lo van a conseguir. Seguiremos aquí, en prensa, radio, televisión, internet o cualquier nuevo formato para informar de lo que sucede con veracidad y rigor. El periodismo es nuestra mejor herramienta de control. El periodismo es libertad.