El mes de junio empezaba para Pedro Sánchez una oportunidad de oro y un nuevo protagonismo como Presidente del Gobierno de España. Se le criticaba desde la bancada del PP que sólo buscara su ambición personal. Hay que reconocer que lo tuvo todo en contra desde casi siempre, pero supo esperar. Recuérdese que los pesos pesados de su partido, el Comité Federal acordó abstenerse en la investidura para facilitar el Gobierno de Rajoy. Aquello si fue un acto “contra natura” y Pedro Sánchez dimitió por coherencia en octubre de 2016 “no es no”. Volvió a la Secretaria General en mayo de 2017 reforzado por sus militantes, no por los Barones. Pero como no era diputado estaba completamente fuera de juego, no era visible, la crónica política se escribe desde las instituciones y no fuera de ellas. La sentencia del caso Gürtel, era una excusa antes que un motivo, pero supo aprovechar la coyuntura pese a que nadie esperaba que saliera adelante. Tuvo la suerte circunstancial de que el arco Parlamentario compartiera un único deseo, expulsar al Partido Popular del Gobierno y ese fin se impuso sobre los medios. Era la última oportunidad de Sánchez y lo consiguió. No va a ser fácil gobernar con partidos tan dispares, la ingobernabilidad casi está asegurada, además téngase en cuenta que a la vuelta del verano casi se empezará a trabajar en las elecciones europeas, municipales y autonómicas, por lo tanto las estrategias electorales de cada uno van a primar sobre el interés general.
Se le ha criticado que no ha ganado las elecciones pero debe recordarse que al Presidente del Gobierno lo elige el Congreso y no los electores. En diciembre de 2015 los ciudadanos ya votaron indirectamente por un gobierno de cambio y de consenso pero la falta de apoyo de PODEMOS a la investidura de Pedro Sánchez en aquel momento impidió que ésta prosperara. Esta semana el flamante Presidente ha dado otro golpe de efecto con el nombramiento de un Gobierno muy cualificado y con predominio de mujeres. Se respira entusiasmo y esperanza en la opinión pública.
Al nuevo Presidente del Gobierno le espera una gobernabilidad difícil y va a tener enfrente a un PP rencoroso que no va a tener piedad. Aunque los antecedentes no fueron los mismos, si existen algunas similitudes con la legislatura de 2004, cuando Zapatero accedió repentinamente a la Moncloa tras los atentados del 11M. En aquella ocasión el PP se vio en la calle de la noche a la mañana cuando todas las encuestas le daban por asegurada la continuidad. La forma abrupta e inesperada de ser expulsados del Gobierno, puede ser similar a la de ahora con la moción de censura constructiva a Rajoy. En aquella ocasión el Grupo Popular en la oposición no llegaba a ningún acuerdo con el Partido Socialista. En aquella legislatura, instituciones claves del Estado como el Tribunal Constitucional o el Consejo General del Poder Judicial funcionaron con sus miembros caducados o lo hicieron de forma “irregular” ante la falta de consenso entre PP y PSOE a la hora de nombrar a sus integrantes. La actitud del PP ahora posiblemente vaya a ser parecida, el Grupo Popular va a ir a muerte. Pedro Sánchez tiene ahora que bailar con todos los que le han apoyado y difícilmente puede bailar bien, pero sólo con no hacerlo muy mal puede remontar a su partido y puede relanzarlo del túnel donde se encontraba. Respecto de la actuación gubernamental, ya tendremos tiempo de opinar.