La calle más nombrada de la ciudad se enfrenta a su mayor reto histórico: la peatonalización definitiva. Este cambio estructural de la Corredora o Corredera no deja indiferente a nadie, férreos defensores del cambio contra comerciantes y tradicionalistas nostálgicos que no desean variar su estado actual.
La opinión es, además de respetable, un claro ejercicio de subjetivismo y tratar de argumentar hipótesis para un lado u otro es harto complejo además de una temeridad. Pero hay datos indiscutibles que pueden arrojar luz en un tema de profundo debate local y despejar algunas ramas del bosque que probablemente no permitan visualizar un proyecto ambicioso de futuro con un amplio abanico de posibilidades. Cualquier ciudad europea de prestigio presume de amplias zonas peatonales donde se concentra una atractiva oferta comercial y un desarrollo de actividades lúdicas municipales y privadas; es evidente que a mayor espacio peatonal más amable se hace al paseo y al recreo. Tampoco hay que irse muy lejos, en nuestro país las ciudades más visitadas y requeridas en las agencias de viajes tienen un centro histórico peatonalizado: León, Santiago de Compostela, Burgos, Toledo, San Sebastián, Sevilla o incluso Pontevedra donde el proyecto fue mucho más allá y actualmente es un ejemplo de sostenibilidad en media Europa.
En una era digital en la que nos encontramos el famoso “copia y pega” puede servir como ejemplo. Elche tiene suficientes atractivos turísticos como para atraer visitantes, y si en ciudades similares a la nuestra el modelo funciona ¿por qué no copiarlo? Pocos ejemplos o ninguno hay de ciudades donde el peatón haya ganado espacio al coche y hayan tenido que revertir la situación por caótica, lo cual da a entender que no hemos de tener miedo a una peatonalización del casco histórico ilicitano porque se ha demostrado que funciona.
Elche es una ciudad singular y única, lo cual la hace todavía más atractiva. Una peatonalización tiene que ser positiva para atraer turismo y facilitar el paseo y el ocio a los ilicitanos, pero evidentemente hay que desarrollar un proyecto paralelo que lo complemente. El Ayuntamiento se ha lanzado a construir la casa por el tejado, y no ha presentado ningún complemento de incentivo comercial ni propuesta de dinamización alguna. Para empezar, mientras duren las obras se debería velar por los comerciantes de la zona que aún no se han recuperado de la COVID-19 con algún tipo de compensación o incentivo. Una vez llegue noviembre y se inagure la nueva calle Corredora, el Ayuntamiento debería vertebrar unas líneas de acción que pasen sobre tres o cuatro ejes que aseguren la reactivación comercial y la dinamización de la zona.
Sobre esto, se sugiere una creación de una bolsa de locales disponibles para promocionarlos, publicitarlos y facilitar su alquiler o venta, un programa de incentivos fiscales a la iniciativa privada y la comercialización en la zona centro, potenciar el Consejo Comercial de la Ciudad y promover su actividad en la zona peatonal, un programa de dinamización con actos culturales, musicales y de ocio que atraigan a los ilicitanos a su centro histórico y por supuesto, una ambiciosa campaña publicitaria a nivel nacional aprovechando la inercia del turismo patrio para “vender” un Elche abierto, acogedor y atractivo.
Elche no puede dejar escapar más oportunidades y estamos ante una de las más importantes, el centro puede morir para siempre o revitalizarse al máximo, yo opto por ésta última, aún estamos a tiempo.
Carlos San José es presidente de Contigo Elche