del derecho y del revés / OPINIÓN

Pataleta y hartazgo ciudadano

11/10/2020 - 

Después de siete meses de pandemia y de varias decenas de miles de personas fallecidas en España por su causa, creo que tenemos muy claro que la situación no va a mejorar por arte de magia, por mucho que los más optimistas pretendan darle carpetazo como sea. En este sentido, me siento identificada con las palabras del doctor Cavadas en el programa de “El Hormiguero” de esta semana, cuando dijo que para poder tener una vacuna necesitaríamos no meses, sino años. Las cosas claras. Al parecer técnicamente no es posible acortar los plazos para poder disponer de una vacuna probada, que dé las debidas garantías a los destinatarios de las mismas. Evidentemente es la cuestión fundamental en estos momentos en el panorama mundial, pues las empresas que sean capaces de comercializar las primeras vacunas tendrán asegurado el triunfo. Sin embargo, la cuestión no es menor y resulta imprescindible tener certezas en cuanto a los posibles efectos adversos, antes de suministrarla a las personas a gran escala. Muchos querrán ir corriendo a ponérsela, pero la mayoría confiaremos en según qué vacuna, dependiendo del país de origen, y nos quedaremos en retaguardia. Al parecer, algunas industrias farmacéuticas están reclamando de los diferentes gobiernos que las exoneren de cualquier responsabilidad, por los efectos que puedan causar las vacunas en las personas. Si esta noticia se confirmara, sería señal de que ni ellos mismos se fían de sus productos, con lo que las esperanzas respecto de un rápido control de la pandemia se estarían volatilizando. La conclusión es que tenemos que convivir con el virus y seguir adelante con nuestra vida.

Coincido también con las críticas del doctor Cavadas frente a la nefasta gestión de la pandemia que se ha hecho en nuestro país. Es cierto que cuando se destapó la epidemia pilló desprevenido no solo a nuestro Gobierno, sino a los de muchos otros países del mundo. Sin embargo, la falta de previsión frente a esta segunda oleada demuestra una absoluta incompetencia. Nuestros gobernantes se fueron de vacaciones como si no pasara nada. El triunfalismo de Sánchez era total en aquellos momentos. El Gobierno central no se reunió con los gobiernos de las diferentes Autonomías, como si ya estuviera todo solucionado, y de hecho pretendiendo pasarles la patata caliente. No se planificó la vuelta a los colegios y universidades con la suficiente antelación. Se dejó entrar a mansalva a gente de otros países, procedentes incluso de zonas calientes de la pandemia, sin tomarles ni la temperatura en los aeropuertos. Afortunadamente los sanitarios tienen hoy más conocimiento sobre el virus que los que tenían al principio de la crisis sanitaria, y las noticias que nos llegan son menos desalentadoras en cuanto a fallecimientos y ocupación de las UCI. Sin embargo, tenemos que seguir protegiendo del contagio especialmente a nuestros mayores, puesto que queda tiempo para que podamos disponer de una vacunación masiva eficaz.

Con la pandemia hemos visto que nuestro Estado es pesado e inoperativo y que quienes tienen la responsabilidad de gestionarlo no están suficientemente preparados para la tarea. Están más pendientes de su sillón que de nuestra salud. En estos momentos necesitamos verdaderos expertos para poder afrontar ya no solo la crisis sanitaria, sino la recesión económica que se nos avecina. El PIB está en caída libre y el empleo también.  

Por poner un ejemplo cercano, la mayoría de los hoteles de Benidorm preveía cerrar después del puente. Los hoteleros esperaban poder recibir visitantes de nuestro país en estos días, especialmente de la capital, pero muy probablemente la extemporánea declaración de estado de alarma en Madrid, decretado a todo correr por el Gobierno de la nación, haya dado al traste con gran parte con sus expectativas. Tal vez el propósito del Gobierno fuera realmente proteger la salud de sus conciudadanos, pero ha sonado a pataleta.

Muchos de nuestros conciudadanos asisten desencantados al rifirrafe entre Sánchez y Díaz Ayuso, pues, por mucho que sepan que el virus es letal y que sigue entre nosotros, están tan hartos del Covid-19 como de nuestros políticos. Y realmente no sabría en qué orden poner el ranking del hartazgo. Un paso más en la peligrosa desafección de los ciudadanos hacia la política.

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