Demasiada información que digerir cada día, difícil contrastar e incluso a veces entender o asimilar lo que sucede en nuestro mundo. El brutal asesinato de una mujer embarazada o el constante ataque a las libertades individuales. Entre tanto caos, parece que siempre hay hueco a la esperanza
La providencia ha querido que esta columna salga publicada un 15 de febrero que es el día que el calendario internacional de días lo dedica a la lucha contra el cáncer infantil. Si algunas veces parodiamos la cantidad de días dedicados a cosas que podemos tildar de extravagantes, no se me ocurre una dedicatoria más digna, loable y entrañable. La investigación y la cura del cáncer en los niños debería ser una de las prioridades de nuestra Sanidad y de nuestra maltrecha y siempre maltratada y marginada investigación. Creo que, si hay una enfermedad que realmente lleva décadas sembrando de muerte y de dramas nuestra sociedad, es el cáncer.
El cáncer, que casi siempre suele denominarse con eufemismos como una “larga y difícil enfermedad” está presente en muchísimas familias, casi todos tenemos en nuestro entorno alguna persona que sufre esta enfermedad, la ha sufrido y superado o murió por la dureza y crueldad con la que se reproduce en los cuerpos a los que ataca. Dicen que notamos el paso del tiempo cuando empezamos a ver amigos o gente cercana morir. No hace falta que sean de nuestra generación, para constatar este hecho. La muerte nos coloca ante una realidad que hemos querido marginar y hasta casi negar, nuestra finitud.
El cáncer es cruel, y así lo hemos comprobado la última semana cuando leímos (consternados y emocionados) la muerte de Alicia Torres, una mujer buena y joven que luchó y no pudo ganar la batalla. Ella salió en los medios porque era la presidenta del sindicato CSFI en la Comunidad Valenciana. Lógicamente, la inmensa mayoría de enfermos de cáncer no salen, pero debemos crear una sociedad solidaria en lo humano y también en lo material. La muerte de adultos por cáncer es algo muy duro, también me viene al recuerdo mi querido y añorado Ricardo Bellveser, con quien tantas tardes de radio compartí y del que tanto aprendí. De casi todos ellos nos queda su ejemplo de lucha, de superación y de transmitir tranquilidad a los demás pese a ser conscientes de su enfermedad.
En este día se recuerda la lucha contra el cáncer más cruel y despiadado que ataca a los niños, algunos antes de cumplir un año. El dolor de corazón y la sensación de impotencia que nos invade cuando vemos a esos niños en las plantas de oncología de los hospitales, a esos héroes sin pelo y llenos de tubos y goteros cuando deberían estar rodeados de juguetes y familia y amigos en sus colegios y casas, es algo conmovedor y que debe concienciarnos para ayudar y colaborar en la medida de nuestras posibilidades con cualquier iniciativa que logre acabar con esta lacra. La campaña que lleva por lema ‘Por verte sonreír’ ha realizado un vídeo y unas pulseras que se venden durante el día de hoy y que es un canto a la esperanza y a ese anhelo de ver a los niños que padecen cáncer, curados y sonriendo.
La vida me ha hecho tener la suerte de contar entre mis íntimos amigos, con unos padres valientes y luchadores que han vivido con su tercer hijo esta enfermedad (a día de hoy y gracias a Dios, curada) y que han sido un ejemplo espectacular para todos los que los conocemos. La fortaleza, el espíritu de superación y la cantidad de amor que puede generar una familia ante una situación tan adversa y complicada como cuidar a un niño que padece un cáncer, es un grito a la esperanza en el ser humano. Como decía San Juan Pablo II: “El amor vence siempre, aunque en ocasiones ante sucesos y situaciones concretas pueda parecernos impotente. Cristo parecía impotente en la cruz, Dios siempre puede más”, estas palabras que se hicieron virales las pronunció el Papa y actual santo de la Iglesia en el año 1987 ante jóvenes chilenos en el Estadio Santiago de Chile.
La crueldad del cáncer infantil nos deja esperanza en el amor de miles de padres que cuidan a sus hijos y que fortalecen la familia como núcleo donde el amor puede vencerlo todo, incluso la muerte de un hijo. Algo que va contra la lógica de la naturaleza humana. En este día mundial de lucha contra el cáncer infantil, ayudemos a recaudar fondos, pensemos en el valor de la investigación y soñemos por verlos sonreír a los que hoy duermen en la cama de un hospital.