VALÈNCIA. El próximo 28 de mayo se celebrarán las elecciones autonómicas, una cita donde los ciudadanos determinarán si la Comunitat Valenciana continúa siendo gobernada por la izquierda o si optan por dar el timón de la Generalitat al bloque de derechas. Los distintos sondeos que vienen publicándose los últimos meses señalan victorias por un margen escaso de las dos posibilidades, lo que apunta a unos comicios igualados.
Poniendo el foco en el bloque de izquierdas, el desgaste de estos últimos ocho años y las distintas vicisitudes atravesadas por las formaciones que componen el actual Govern del Botànic -PSPV, Compromís y Unides Podem-, permiten intuir qué podría ocurrir si, de nuevo, estas formaciones vuelven a sumar los al menos 50 diputados en Les Corts que dan acceso a la mayoría absoluta. Así pues, ¿qué Botànic III pueden esperar los valencianos si los números les otorgan la mayoría?
Si en algo coinciden de forma general los sondeos es en que, a priori, los socialistas liderados por Ximo Puig mejorarán sus resultados en estas elecciones. El presidente de la Generalitat se ha asentado como figura en estos cuatro años y ha crecido en visibilidad, especialmente en la gestión de la pandemia, y también con su participación en debates nacionales. Esa es la principal baza del PSPV, de la misma manera que existe el temor a que los tropiezos del Gobierno de Pedro Sánchez y de la marca PSOE puedan pasar factura en los comicios. Por otro lado, también debería beneficiar a Puig la coincidencia con las elecciones municipales, puesto que los socialistas poseen numerosos alcaldes especialmente en ciudades medianas y grandes que pueden arrastrar el voto a favor también del presidente de la Generalitat.
Así pues, hasta el momento todo apunta a que Puig estará por encima de los 27 escaños logrados en 2019. Algún sondeo da apenas arroja uno o dos más, aunque también se han visto encuestas que preveían incluso ocho más. Los más optimistas sueñan con un resultado al estilo Díaz Ayuso o Moreno Bonilla que sitúe al líder del PSPV cerca de los 40, aunque ninguna encuesta ha señalado esa posibilidad.
En cualquier caso, si hay un Botànic III y los socialistas evidencian un crecimiento notable, esto legitimará a Puig para modificar el reparto con sus socios al 50% de consellerias que se firmó en los dos anteriores acuerdos de 2015 y 2019. Así, si el PSPV crece en representación, todo apunta a que aumentará el número de áreas bajo su control o el peso de las mismas.
Es más, algunos dirigentes socialistas piensan que en este escenario también se replanteará o incluso se pondrá en cuestión la necesidad del mestizaje -cargos de diferentes partidos en todas las consellerias- que ha presidido los dos pactos anteriores del Botànic.
En líneas generales, todas las encuestas indican que la coalición, formada por Més, Iniciativa y VerdsEquo, sufrirá para mantener los 17 escaños conseguidos en 2019. La coalición valencianista se enfrentará a su primera gran cita electoral sin Mónica Oltra como candidata y con ciertas heridas internas acentuadas en las primarias que, aunque sanen en los próximos meses, apuntan a reabrirse a la hora de negociar una posición de gobierno en un hipotético Botànic III.
El candidato a la Generalitat, Joan Baldoví (Més), es conocido y puede contribuir a sostener la marca tras la salida de Oltra. Ahora bien, el proceso de primarias ha evidenciado la culminación de un cambio generacional en Compromís con la previsible salida de consellers como Rafa Climent y pérdida de influencia de históricos como Enric Morera (Més) o Pasqual Mollà (Iniciativa), con quien el PSPV siempre había tenido una interlocución en líneas generales ágil. El cambio generacional en la coalición también puede generar una forma de relacionarse diferente entre los socios.
Por otro lado, la cuestión posiblemente más delicada si hay un Botànic III se situará en el reparto de cargos y áreas institucionales entre Més e Iniciativa. Hasta ahora,el 50% había sido la norma general: de hecho, en la actualidad existen dos consellerias controladas por los primeros (Educación, Raquel Tamarit; y Economía, Rafa Climent) y dos por los segundos (Vicepresidenta y Políticas Inclusivas, Aitana Mas; y Agricultura, Isaura Navarro). Sin embargo, ¿se mantendrá el mismo equilibrio en un Botànic III ya sin Oltra y cuando Més ha aumentado su peso tal y como se ha visto en las primarias?
En este sentido, también entra en juego, siempre en el supuesto de una victoria de izquierdas, la Presidencia de Les Corts como moneda de cambio, dado que Morera no continuará en el puesto. Si Compromís pierde representatividad y pasara a tener tres consellerias, por ejemplo, se hace difícil pensar que no será Més quien ocupe dos de ellas. Por otro lado, hay quien cree que Baldoví podría ostentar un puesto de vicepresidente pero desligarlo de la Portavocía del Consell y, de esa manera, repartir juego. Más allá de estas elucubraciones, todo apunta a que, tras los últimos acontecimientos, en un futuro Botànic III el peso de Més sería más destacado que el que ostenta actualmente en comparación a Iniciativa.
Otra incógnita a resolver en un Botànic III será la de la alianza entre Podem y Esquerra Unida cuya reedición, a día de hoy, todavía no se ha sellado públicamente. En la actualidad, la formación morada posee la Vicepresidencia Segunda y la Conselleria de Vivienda, mientras que EU ostenta la Consellera de Participación y Transparencia bajo la batuta de la líder del partido, Rosa Pérez. Su bagaje en 2019 fue de ocho diputados.
Evidentemente, si Unides Podem pierde representación, también podría perder peso en el gobierno. De la misma manera, tampoco cabe demasiada duda sobre que no entrarían en el Ejecutivo si no fueran necesario o, de hacerlo, sería de una manera testimonial y con la intención de sus socios de absorber definitivamente su espacio. Bien es cierto que tener los diputados que signifiquen ser la llave para un Botànic III, podría dar a esta alianza la capacidad de repetir el mismo peso en el Ejecutivo, pero este probablemente sea su techo.
En estos casi años de gobiernos de izquierdas la relación entre el Ejecutivo autonómico y el Ayuntamiento de València, donde el alcalde es Joan Ribó (Compromís), siempre ha tenido interés. De hecho, desde Presidencia de la Generalitat que lidera Puig siempre se ha tratado de que su compañera de partido, la vicealcaldesa Sandra Gómez, evitara los conflictos con Compromís, dado que a menudo provocaban consecuencias también en el ámbito autonómico.
Un mayor control y peso del PSPV en el Botànic también tendrá consecuencias en la capital: si continúa Ribó al frente, tratará de mantenerse la cordialidad aunque con la intentona constante por parte de los socialistas de ganar terreno; si Gómez es alcaldesa, se producirá posiblemente una sintonía entre ambas instituciones dirigida a apuntar a la nueva responsable municipal; y, si María José Catalá (PP) toma la vara de mando, es muy probable que se presencie una batalla constante entre ayuntamiento dominado por la derecha y el Ejecutivo autonómico controlado por el Botànic III.