vals para hormigas  / OPINIÓN

No todos son iguales 

6/11/2024 - 

Uno de los comentarios más repetidos entre los que se oyen estos días en las calles y los patios de vecinos es el de que todos los políticos son iguales. Y, la verdad, hemos podido observar actitudes en, principalmente, los dos vectores del bipartidismo, que no ayudan demasiado a refutar esta afirmación. También es verdad que, sobre todo de un tiempo a esta parte, también los votantes nos hemos igualado bastante: en todo momento, los de uno y otro lado salimos a la palestra para certificar que los nuestros tienen razón. Sin paliativos, sin dudas, sin más margen de error que un porcentaje infinitesimal. Me parece que eso tampoco es posible. Yo también me mantengo en un bando, naturalmente. Y también tiendo a pensar que la gestión de catástrofes como la de la terrible Dana de Valencia, o la de la pandemia, en su día, está mejor en unas manos que en otras, que la información es más fiable en unos medios que en otros y que la única certeza que estoy dispuesto a defender es la que ofrece la ciencia sobre el cambio climático. Pero en las conversaciones públicas y privadas, trato de evitar la confrontación, porque creo que no conduce a nada. No como Jeff Bezos en el Washington Post, que la evita por si ganan los otros. Es lo bueno de no tener un duro en la cuenta.

Les hablaba de lo de que todos los políticos son iguales. Bueno, pues no. Hay un partido, quizá partido y medio, en España que demuestra que los hay peores que los demás. Es ese que sigue sin lanzar una sola propuesta constructiva, el que se limita a negar hasta a Isabel Díaz Ayuso cualquier ayuda que pueda respaldar, aunque sea mínimamente, la gestión del Gobierno. A Ayuso, repito, en la Comunidad de Madrid. Los que no hacen más que jalear a los exaltados, sufragar los gastos legales de los violentos, achacar todos los delitos y desastres a quienes no son como ellos, reclamar fondos en la Europa en la que no creen, insistir en sus tres renglones de ideología –no dan para más- mientras tratan de evitar que la bandera de España se embarre en el lodo valenciano. Solo tienen una obsesión, Pedro Sánchez. Me recuerdan a un compañero que tuve que defendía la División Azul porque luchaba contra el estalinismo, según decía. Ya saben quiénes son, no suelo citarlos porque odian mi oficio. Pero seguro que encuentran bots, youtubers y pseudomedios que les dan la razón.

Resalto la inoperancia de los fundamentalistas no porque me mantenga al margen de los afectados. Al contrario. Creo que se ha generado demasiado ruido demasiado pronto –también sucedió con el covid, del que había libros editados ya en abril de 2020-, creo que debemos centrarnos en la cooperación y la solidaridad, que debemos exigir más resolución a nuestros dirigentes y dejar los análisis políticos para cuando no haya problemas más urgentes que afrontar. Pero es que anoche, para ustedes, se cernía una amenaza para todo el mundo que espero que, cuando lleguen a leer esto, no se haya consumado. Y procede del mismo bando. El ejemplo que está dando la ultraderecha en España, en medio de una hecatombe real, nos puede dimensionar lo que nos espera si Donald Trump vuelve al Despacho Oval. El siglo XX ya nos enseñó lo que sucede cuando las urnas validan un programa político basado únicamente en el rencor y la negación. Ojalá los estadounidenses no hayan caído en el mismo error otra vez.

@Faroimpostor

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