VALÈNCIA. Si su origen hay que buscarlo en el transporte de mercancías por barco, hoy los contenedores se usan para todo. Existen contenedores que acogen restaurantes en su interior, gimnasios, viviendas, oficinas, tiendas de conveniencia…y cualquier otra cosa que se te ocurra siempre que su desarrollo no exija una gran instalación ni cierto glamour.
Además de su versatilidad, aprovechar un contenedor para montar un negocio físico resulta mucho más económico que otro que requiera de obra civil. Además, pueden transportarse fácilmente de un punto geográfico a otro en función de la demanda o las diferentes estaciones del año.
Como inconvenientes principales están las dimensiones y la necesidad de disponer de un terreno donde alojar el negocio o, en caso contrario, negociar con las autoridades locales para obtener un permiso de ocupación de suelo público.
Trabajar con los Ayuntamientos para el ordenamiento del deporte al aire libre dicen en Balanze Digitizing Sport (BLNZ) que es una de las principales razones de ser de la compañía. En BLNZ ofrecen un modelo de negocio ‘llave en mano’ consistente en un nuevo concepto de gimnasio que aprovecha contenedores y los convierte en gimnasio portátil con material suficiente en su interior para practicar deporte al aire libre.
Muchos los conocerán ya porque estos pequeños gimnasios modulares están desplegados en diferentes ubicaciones de las principales ciudades de España y la Comunidad Valenciana. En muchas ocasiones operan como un servicio que ofrecen las instituciones y las administraciones locales a los residentes y visitantes, para que puedan practicar deporte outdoor a conveniencia. Otras veces ceden el terreno a un emprendedor o inversor para que explote el negocio reservando ciertas horas o servicios públicos.
Se trata de gimnasios tutelados por un profesional del deporte que tanto puede ser contratado como coincidir con el rol emprendedor. Asimismo está preparado para el entrenamiento funcional individual o en grupos y su montaje se hace en cuestión de minutos. Para hacer la propuesta más sostenible, incorporan una placa fotovoltáica que hace que la instalación se autoabastezca energéticamente.
También dentro de un contenedor nació la startup Ghop, término que procede de la contracción de los términos ingleses ghost y shop, es decir, tienda fantasma, aunque ahora prefieren presentarse como tienda inteligente.
Víctor de Haro, cofundador de Ghop, define así lo que ofrecen: “Hemos hecho las primeras tiendas inteligentes de España. Se trata básicamente de una construcción modular, abierta 24 horas, a pie de calle, que permite la compraventa de cualquier artículo. Son, sobre todo, tiendas de conveniencia que aportan una experiencia nueva al usuario y que nada tiene que ver con el concepto del vending tradicional”.
Como usuario, éste tiene acceso a la tienda a través de un código QR que le lleva a una landing page, sin necesidad de descargarse ninguna aplicación. Tras registrarse con nombre, contraseña, teléfono y tarjeta de crédito, el cliente coge los productos que quiera -especialmente bebida y alimentación- y se dirige a la zona de pago donde introduce todos los productos elegidos en un cajón. El sistema los identifica sin necesidad de escanearlos uno a uno y efectúa el pago con tarjeta.
“Hablamos de un modelo en el que entras, coges y te vas -continúa de Haro- con el que el usuario gana rapidez y se ofrece un servicio de cercanía porque son tiendas pequeñas que se pueden extender de forma muy capilar por todas las ciudades”. Para desarrollar el modelo de negocio están llevando a cabo diferentes estrategias, desde negociar con los Ayuntamientos hasta conseguir una red de partners que cuenten ya con un espacio susceptible de acoger una tienda de estas características como podría ser un hospital, una empresa, un aeropuerto…
También está en alza la arquitectura basada en contenedores, una forma de construir relativamente barata, rápida y testada desde hace años en diferentes países. Pioneros en España con una propuesta de estas características fueron en Shippy house, una pequeña startup que reciclaba contenedores del mar y los convertía en mini viviendas orientadas, sobre todo, para su disfrute en periodo de vacaciones o fines de semana.
La anterior no consiguió prosperar como empresa, pero sí lo ha hecho Custom Home donde se han especializado en la construcción con contenedores marítimos y estructuras modulares con alta eficiencia energética. Desde este prisma realizan proyectos para viviendas, oficinas, restaurantes o gasolineras, entre otros.
La producción agrícola es el uso que han sabido dar a los contenedores en startups como Vertical Green donde se dedican a la fabricación de contenedores inteligentes para cultivos sin necesidad de suelo. Esta empresa ha convertido los típicos contenedores de transporte marítimo en unidades autónomas de cultivo vertical por aeroponía, donde las plantas se cultivan sin hacer uso de suelo, con sus raíces suspendidas en el aire.
“Nuestro sistema de cultivo ecológico y de alta tecnología supera los métodos de cultivo actuales y permite producir grandes volúmenes de hortalizas orgánicas durante todo el año, independientemente de las condiciones climáticas o de las tierras de cultivo”, afirman.