ALICANTE. A Isabel Sánchez Puga, nacida en Albacete pero afincada en Alicante hace 12 años, no le gusta “escribir blandito”. Rehúye las tramas suaves y románticas, al menos como autora: “Desde que empecé a escribir para publicar, primero en redes sociales y después en forma de libros, siempre lo he hecho sobre temas polémicos”. Sin duda, prefiere usar su literatura como arma de denuncia social. Por eso, su anterior novela, Si no hay justicia, es precisamente un thriller policiaco con una crítica al sistema legal y, en su última publicación, aunque la trama cambie, la reivindicación persiste. Nacida en época de lluvias es, en palabras de su autora, el relato contemporáneo de un drama social; “un drama de mujeres contado por mujeres”.
En realidad, Sánchez Puga no recuerda en qué momento decidió cuál sería el tema principal de su segunda novela. Lo que sí sabía es que, tras tanto tiempo “enfangada en las maldades de un asesino en serie”, quería desconectar del género negro sin dejar de visibilizar una cuestión de peso. En efecto, la trata de personas no es un negocio nuevo, pero continúa destrozando vidas y, solo de vez en cuando, aparece en la prensa: “Es tan actual que incluso, la semana pasada, me sorprendí al ver una noticia en el periódico. Habían impuesto 50 años de cárcel a una red de trata que sometía con vudú a sus víctimas”. Los hechos, asegura, se asemejan demasiado a los que ella narra en este libro.
El parecido es indiscutible porque la novela de la albaceteña está inspirada en historias reales. Antes de empezar a llenar páginas, Sánchez Puga estuvo documentándose sobre ellas a través de asociaciones de mujeres nigerianas, de distintas ONG, de Cruz Roja e incluso de grupos especiales de Policía Nacional y Guardia Civil. Conoció relatos de chicas que todavía ocultan su identidad por miedo a las redes de trata y al propio vudú, una especie de religión —común en África y paralela al catolicismo— de la que, según explica la escritora, “las mafias se aprovechan para obligarles con rituales, quitarles prendas de ropa, vello púbico y hasta sangre menstrual”. Utilizan su fe —agrega— para amenazarlas: “Si no cumplen con todo lo que les han prometido, esto es, trabajar para ellos y no decírselo a nadie, creen que se van a morir, ellas y sus familiares. Las tienen dominadas hasta que pagan una cantidad desorbitada”.
Por todo ello, la prosista reconoce que muchas de las escenas de su novela pueden parecer increíbles o exageradas, pero lamenta que “han sucedido y hace relativamente poco”. Algunas, de hecho, ha preferido obviarlas por considerarlas demasiado crueles para el lector. Nacida en época de lluvias es, por tanto, el primer título de su bibliografía en el que la lucha feminista es el eje vertebrador de la historia. “Aunque, en la otra novela, las mujeres también tenían un peso importante porque el delincuente era un violador de chicas jóvenes, estaba más enfocada a un cuerpo policial”, distingue.
En esta última, en cambio, la protagonista es femenina: “Quería que hablara una mujer para que, desde su punto de vista, se viera todo lo que les pasa”, argumenta la autora, para quien la primera persona era, en este caso, la voz narrativa ideal. “Creo que es mucho más fácil, tanto a la hora de escribir como para quien lee, meterte en la piel del personaje y sentir lo que siente, ya sea una víctima o un asesino”, estima Sánchez Puga.
Esta estrategia —revela— le ha erizado la piel en los episodios dramáticos y, a su vez, le ha permitido emocionarse en los más gratos. Porque, además de la trata, la novela introduce otras cuestiones importantes, entre ellas, el amor a la familia: “Muchas mujeres quieren tener una vida mejor para poder ayudar a los suyos”, precisa Sánchez. Y, sin embargo, a veces deben entregarlos a los tratantes para poder seguir con vida. Por supuesto, la fe es otro de los factores relevantes. A veces —detalla la escritora—, las víctimas solo pueden aferrarse a ella para convencerse de que los momentos malos son las pruebas de una historia con final feliz. No obstante, si hay un concepto que predomina sobre el resto en el libro es, sin duda, la sororidad; la firmeza con la que las chicas secuestradas y engañadas se alían para sobrevivir a todo lo que las mafias tienen preparado para ellas.