el sur del sur / OPINIÓN

Mordisco de Cs en el feudo de Luisa Pastor

11/11/2018 - 

Hubo un tiempo en el que San Vicente del Raspeig fue modélico para el Partido Popular. Fue el gran bastión rojo de la comarca de L'Alacantí arrebatado por los populares, allá por 2001, gracias a saber sacar rédito de desintegración socialista y la división entre las izquierdas. Y además, supuso todo un ejemplo para hacer plausible la política de que una modesta pero inteligente ama de casa, Luisa Pastor, podía coger las riendas de una de ciudad de más de 45.000 habitantes y transformarla. Humildad en la calle, pero con chequera prestada, pues para ello contó con la manguera de dinero público de la Generalitat, donde su marido era el conseller preferido para todos los presidentes.

Luisa Pastor convirtió a San Vicente en un fortín popular y con el tiempo, fue la figura utilizada para desactivar al ripollismo. Una tarde de junio, con los mejores resultados del PP, en 2011, y el PSOE derrotado en casi todas las ciudades por el efecto Zapatero, se configuró una lista de diputados provinciales en la comarca de L'Alacantí que dejaba fuera a José Joaquín Ripoll y encumbraba a esa modesta ama de casa, todo un activo en el PPCV, en la futura presidenta de la Diputación Provincial de Alicante. No sólo fue eso. Luisa Pastor fue, incluso, un perfil político admirado por el bipartidismo.

Pero el huracán de 2015 también se la llevó a ella por delante (políticamente) a Luisa Pastor en San Vicente. La suma de PP y Cs no dio y un cuatripartito de izquierdas, como en casi todas las ciudades, se hizo con el poder. Pronto doña Luisa supo de su enfermedad y dejó el acta de concejala. Desde entonces el PP de San Vicente ha ido deambulando sin poder poner contra las cuerdas al alcalde, Jesús Villar, del PSPV-PSOE, pese a las goteras que ha sufrido el propio grupo socialista, con luchas cainitas de calado, y sainetes de nepotismo en Compromís y Podemos.

Los hombres fuertes de Luisa Pastor también fueron abandonando el barco. Primero Manuel Marco; después Antonio Carbonell, piezas clave también en su día en la Diputación de Alicante. Pero a partir de ahí, ya cundió el desánimo. Hace poco más de un mes José Rafael Pascual también dejó el acta, y esta semana lo ha hecho Mariela Torregrosa. Entre medio, Mercedes Torregrosa dejó la portavocía en el grupo municipal. Una hemorragia que se ha acentuado desde que Óscar Lillo fuera designado candidato a la Alcaldía por la jerarquía de la dirección sin someterlo antes a un proceso de elección interna, como se sometieron Pablo Ruz en Elche o Dámaso Aparicio en Orihuela. El dedo divino vino de las Cortes Valencianas sin que nadie, ni siquiera el coordinador comarcal, estuviera al corriente de lo acontecido.

José Rafael Pascual, médico de profesión, todo hay que decirlo, también esperaba ser el candidato, como Óscar Lillo, pero quedó apeado de la sucesión, como en su día Acebes o Rato lo fueron por la inspiración de José María Aznar. Pascual ahora anuncia que se incorpora a Ciudadanos -dicen las malas lenguas que no quiere ser candidato a la Alcaldía, que está cansado de la política local, de la que milita desde 2003- y que con él se marchan otro grupo de militantes del PP.

No sé si acierta José Rafael Pascual con su marcha, o el PP con Óscar Lillo. El tiempo lo dirá. Pero la más que presumible en marcha de militantes en tropel hacia Ciudadanos pone en evidencia que los partidos ya no se pueden dirigir como organizaciones piramidales donde el poder está arriba y el de abajo obedece. Tampoco es que Ciudadanos sea un ejemplo en eso, al menos, para elegir candidatos, pero sí que es verdad que con la operación de Pachi -como es conocido popularmente José Rafael- la formación de Albert Rivera da un buen mordisco en el feudo de Luisa Pastor por dos motivos: ilusión y agilidad en la toma de decisión y en la renovación del mensaje político.

Es cierto que el PP ha avanzado en determinadas cosas. Por fin tiene un líder elegido por las bases, aunque sea en segunda vuelta. Pero para llegar hasta aquí, el PPCV y el de Alicante han nombrado a sus candidatos a la carrera no se sabe bien con qué intenciones. ¿Amarrar posiciones? También lo sabremos con el tiempo, pero quizás era el momento de consultar a la militancia, al menos, en las plazas en las que se sabe que hay más de dos personas con aspiraciones y posibilidades de recuperar el poder municipal. Las elecciones internas, se ha demostrado, y en todos los partidos, también ayudan a generar ilusión entre la militancia (aunque también generan desgaste si no hay fair play), algo que el PP le ha regalado a cuentagotas a sus afiliados y siempre a base de decisiones drásticas sobrevenidas. Y ese el vademecum del PP en la mayoría de las grandes ciudades: pocos fichajes y muchos candidatos repiten, pese a que no han sabido poner contra las cuerdas a bipartitos, tripartitos y otros inventos. 

'Bambibellido'

Al portavoz de Compromís de Alicante, Natxo Bellido, le están dando de su propia medicina, con la polémica de la Plaça del Llibre. Bien es verdad que la medida de que el PP no respalde la feria de libro en valenciano en Alicante no esconde otra cosa que marcar diferencias con sus competidores, sobre todo, con Ciudadanos. Ahora bien, lo que se le puede achacar a Bellido son dos cosas: que hiciera los acuerdos con Escola Valenciana con más inteligencia; es decir, desde otra concejalía que no fuera la suya y con un procedimiento de mayor garantías de fiscalización del gasto. Es lo único reprochable, pues que en Escola Valenciana trabajaba el marido de la concejala de María José Espuch lo saben (sabían) todos desde 2015; es decir, se podía haber pedido la información y censurado mucho antes si había dudas (si hay) éticas, pero lo fundamental es que el PP (políticamente) no podía tolerar tener la feria de los libros en valenciano en la plaza del ayuntamiento de Alicante con Ciudadanos calentándole el cogote. La cuestión de Bellido es fea porque él siempre ha defendido todo lo contrario. Ese es el problema de Bellido (y el de María José Espuch por no haberlo evitado cuando la jefa, Mónica Oltra, también ha dado lecciones cada viernes).

¿Por qué Escola Valenciana, y no otra? Pues en eso, desgraciadamente, todos los partidos (que han gobernado) tienen que cosas que esconder o explicar. Y ese fue el problema de Bellido que debió razonar, desde el primer día, el porqué de Escola Valenciana. En la mayoría de su partido lo hubieran defendido sin tantas dudas. ¿A caso el PP se ha puesto colorado con las supuestas extorsiones del editor de Más Portal? Es más grave y más dinero, pero políticamente quizás está mejor zanjado (a falta de lo que digan los tribunales).

P.D. Desde aquí, muchas gracias a la gente que nos acompañó el jueves en el acto del II Aniversario de Alicante Plaza. La satisfacción es mutua, y colectiva.

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