Leo el reportaje que Miquel González escribió ayer en esta casa sobre los ‘deberes’ que los cruceristas ponen a Alicante. Nace de una encuesta realizada por la Asociación Alicante por el Turismo de Cruceros. Y, como no podía ser de otra manera, arroja unos resultados positivos. La mayoría, ese ente indefinido que oscila entre el 50 y el 99%, opina que la ciudad es segura, que la conexión entre el puerto y el trazado urbano es cómoda y que tenemos las calles como los chorros del oro. Algo, esto último, que solo puede admitirse si acabas de salir de unas rachas de marejada a fuerte marejada en el trayecto hacia la bocana del puerto y todavía no te has repuesto del oleaje. En fin, sigamos. El 94% de los encuestados sostienen que la ciudad no está saturada. Yo, quizá, apostillaría que aún no lo está. Pero, en cualquier caso, ahí sí coincido con los viajeros. Pese a los continuos esfuerzos de instituciones públicas y privadas, Alicante sigue sin ser una ciudad turística, sino un punto de encuentro que se puede visitar desde Benidorm, Torrevieja o en plena ruta marítima por la costa del Mediterráneo español. Pero claro, los turistas están de paso. Su visión sobre la saturación cambiaría radicalmente si tuvieran que ponerse a buscar piso. El alquiler y la compra de vivienda son como Escila y Caribdis, los dos peligros que debía atravesar Ulises en su vuelta a Ítaca. A cual más amenazador.
Sigo con la encuesta. Las opiniones anteriores cuadran perfectamente con el tipo de visitante que hace escala en una ciudad desde un crucero. Aquí, es sencillo. Santa Bárbara, si es que disponen de un buen servicio de transporte, Casco Antiguo, fachada litoral, Postiguet. Ese es el recorrido. Fácil de acotar, fácil de mantener. Puede que incluso sea fácil de limpiar, dadas sus impresiones. Aunque solo para el 36% de los encuestados, que son los que se quedan en la ciudad. Del resto, más de la mitad se desplaza nada más pisar tierra a Benidorm, Guadalest y Elche. Dos destinos eminentemente turísticos y otro que cuenta con dos patrimonios de la Humanidad, aunque uno de ellos, el Misteri, no pueda disfrutarse en estos momentos. Es decir, y perdonen mi insistencia, que Alicante sigue sin atraer a grandes masas. Pero los inmuebles del centro no paran de transformarse en alojamientos turísticos. Con la consiguiente merma de oferta de vivienda de la que hablaba en el primer párrafo.
Turistas muy localizados, con poco tiempo para disfrutar de la ciudad pero generosos con sus valoraciones. Un entusiasmo que no impide que echen en falta ciertos servicios. Dice la encuesta que los cruceristas demandan “implantar baños públicos, mejorar la red wifi, generar zonas de sombra entre el puerto y la ciudad y, sobre todo, mejorar la promoción de la oferta museística y las zonas comerciales”. Que es justo lo que precisa este segmento de visitantes, que sí tienen a su alcance, y por tanto no exigen una mejora, una amplia oferta gastronómica. Bajas del buque para una estancia máxima de un día. No encuentras suficientes baños públicos. No consigues engancharte a una buena red de wifi. Te asas de calor, o te empapas en los escasos días de lluvia, en el recorrido entre el muelle y el primer semáforo. No te avisan de que existe un museo tan impresionante como el MACA (el Marq queda un poco más apartado del sendero marcado, pero tampoco). Y no encuentras un buen centro comercial en el que cumplir con tus obligaciones con la familia. Bueno, quizá es una estrategia. Quiza así el recorrido, incluso a pie, se hace corto y vuelves al barco para descansar. Quizá por eso ven la ciudad con tan buenos ojos. Y el clima. Y las playas. Claro.
@Faroimpostor