ALICANTE. «Y mientras tanto, las fake news vienen y van
y dicen que este virus es “made in Taiwan”.
Métete en Twitter y dime qué piensas tú».
Eso, ¿qué piensas tú? Esta estrofa de una canción del último disco de Melendi tiene razón. Las redes sociales y todo lo que se mueve a través de las redes se ha convertido en una nueva religión, en un nuevo mundo paralelo. Y este nuevo mundo digital que se abre a través de nuestras pantallas nos obliga a tener más cuidado que nunca con lo que nos cruzamos, con qué nos obsesionamos y a quién creemos.
Las noticias falsas, los bulos y la obsesión por los clics, tanto en páginas webs como en redes sociales, son un problema que nos afecta a todos y que se ha incrementado en estos últimos dos años con la pandemia como coartada. El conflicto ya ha derivado de las altas esferas al gran público y todos somos conscientes que Internet es una mina de información y entretenimiento, pero también de bulos y malas intenciones. Un problema que Melendi visibiliza en su último disco ‘Like y cicatrices’ con su canción principal, del mismo título que el LP.
En esta canción, el famoso cantante asturiano afirma que la Tierra ha enfermado y "manda terremotos y pandemias porque intenta hacer reflexionar a siete billones y bacterias que están enganchadas a Instagram". Melendi trata de dirigir su crítica hacia la dependencia de la población a las redes sociales, concretamente a Instagram, en la que todos observamos una falsa realidad plagada de filtros, retoques, cuerpos de infarto y engañosa felicidad. Los algoritmos detectan nuestro comportamiento y tan solo nos muestran recomendaciones de personas afines a nosotros, produciendo así un efecto burbuja que nos convence de nuestras afirmaciones, porque no nos muestra las contrarias y nos polariza hacia los extremos sociales y políticos.
La canción llega su apoteosis con el estribillo, la estrofa hecha para que el público se levante de sus asientos, alce las manos y cante al unísono "likes y cicatrices, va sonando el blues de la religión de los youtubers, de la comunión de las fake news". Y es que, mucho más allá del debate de entretenimiento y comunicación, informador o comunicador, muchos bulos han proliferado a través de youtubers o influencers que se han aventurado a expresar su opinión sin hacer un trabajo periodístico de investigación y fuentes detrás.
El asturiano continúa sugiriendo que ahora importan más las tendencias y los bailes que se viralizan en TikTok, la red social de origen chino que triunfa entre los más jóvenes, que la preparación que existe detrás de cada profesional. En su caso, afirma que su "gurú dice que un view vale más que cinco años de conservatorio". Podemos y debemos extrapolarlo al periodismo y es que parece que un clic o un retweet se premia más que una buena información, certificada y verificada.
«Oremos:
Like nuestro, que estás en la nube.
Santificado sea YouTube,
venga a nosotros tu algoritmo y hágase a buen ritmo
tanto en suscriptores como en el engagement.
Perdona nuestros dislikes
como también perdonamos los de nuestros haters.
Danos el millón de likes, no nos dejes caer en el strike
mas líbranos del… like»
Mientras, el mundo se acelera y corre la desinformación. Desde aquí hago un llamamiento para caminar la vida, sin pausa, pero sin prisas y con una sonrisa.
Porque nosotros preferimos dar la noticias, hablando en plata, sin mentiras y con veracidad. Pasemos de los likes y consumamos buena información. ¡Gracias, Melendi! La profesión periodística te debe un clic.