La aprobación por parte del Gobierno autonómico de una segunda Facultad de Medicina adscrita a la Universidad de Alicante ha generado todo tipo de reacciones, y especialmente una: la euforia del PSOE alicantino, y el cierre de filas de los socialistas de Elche quienes en boca de su alcalde, Carlos González, han repetido como un mantra el argumentario proporcionado por el presidente de la Generalitat, Ximo Puig: en cinco años se van a jubilar 1.700 profesionales y urge formar más médicos para adecuarlo a la demanda que se supone que va a lanzar la Administración de plazas MIR. Argumento comprensible y discutible: es una suposición. Si algo ha evidenciado la pandemia es la falta de especialistas, médicos de familia incluidos, en toda la Comunidad Valenciana con situaciones incluso dramáticas y reversiones improvisadas, incluso chapuceras, como la del Hospital de Torrevieja. Ello sin tener en cuenta los médicos que han sido contratados y descontratados en función de los vaivenes de la propia Conselleria de Sanidad que preside Ana Barceló. Médicos de quita y pon.
Euforia en el PSOE alicantino. Miguel Millana, reelegido casi a la búlgara como secretario local hace una semana: “Ximo Puig ha arreglado la decisión arbitraria que tomó Eduardo Zaplana”, en referencia a la fundación de la UMH, 1996, que se sustentó, entre otras cosas, en la segregación de Medicina de la UA, en medio de una tensión extrema entre Eduardo Zaplana y el entonces rector Andrés Pedreño como acaba de recordar de forma exhaustiva Cristina Medina. Desvistieron un santo para vestir otro. Han pasado dos décadas y media. Lo que afirma Millana tiene una parte de perversión argumental: recompongamos aquella cacicada duplicando recursos públicos, y con una inversión inicial de seis millones de euros; inicial. Siguiendo la lógica de Millana, bastaría con reasignar de nuevo la Facultad de Medicina, en el campus de Sant Joan, a la Universidad de Alicante. Así de fácil. Se acabaron todos los males.
No anda desatinado el rector de la UMH, Juan José Ruiz, ni buena parte del Consejo Social que preside Joaquín Pérez a la hora de rechazar el nuevo grado de Medicina en Alicante: decisión política y electoralista. Ruiz ya había comunicado a la Generalitat que la actual Facultad de Medicina iba a aumentar en 80 plazas la oferta actual de 130. La nueva Facultad va a ofertar 75. Saquen las calculadoras estimados lectores. Hay quien duda ahora del plan del rector ilicitano. Más me huele a mí que lo quieren es justificar como sea una maniobra que viene coleando desde hace años, de cuando era rector Manuel Palomar, y más en concreto desde que hace tres años ANECA diera el visto bueno para esta segunda Facultad. ¿Por qué entonces era un no rotundo y ahora de repente se ha transmutado en un sí también rotundo? Es la propia Ana Barceló la que tendría que dar una respuesta so riesgo de que alguien pueda sospechar, y en su derecho está, de que el nuevo centro va a suponer un espaldarazo a los intereses electorales de los socialistas alicantinos donde ella figura en todas las quinielas como candidata (la tenemos hasta en la sopa, desde las procesiones de Semana Santa hasta en la Santa Faz).
¿Y la racionalización del gasto? Bien gracias. Tirar con pólvora de rey para hacer justicia a la decisión zaplanista no parece de recibo porque eso sí que podría suponer un uso arbitrario del erario, al margen del regocijo generalizado para buena parte del establishment de la capital de la provincia: rematemos a Zaplana de una vez por todas y, de paso, le recordamos a Carlos Mazón lo que ocurrió hace 26 años, cuando él era alto cargo en el Gobierno de la Generalitat.
Algún lector despistado podría pensar que barro para casa puesto que resido en la provincia de Elche. No. Rotundamente no. Simplemente estimo que los ajustes de cuenta con el pasado se deben resolver de otra manera. Ya lo he dicho y no me importa repetirme: ya puestos, que se readjudique Medicina a Alicante aunque caigan sobre mi cabeza chuzos de punta. Y ya puestos también, que Puig preste juramento de que en los próximos años se van a aumentar de forma exponencial las plazas MIR y que el sistema público valenciano va a absorber esa mano de obra cualificada que en estos momentos huye a la privada en no pocas ocasiones, o huye a otros países de Europa donde duplican, incluso triplican, los sueldos. No hace falta que lo jure: basta con que prometa que es palabrita de Santa Teresita: me conformo.
La Fundación Elche Acoge celebró este pasado viernes por todo lo alto la inauguración de sus nuevas instalaciones en la calle doctor Sapena (Pla/Sector V). Un logro de la ONG, un nuevo espacio, amplísimo, para reforzar sus líneas de actuación, siempre en el combate del racismo y la xenofobia, y de cualquier tipo de exclusión. Enhorabuena a Paco Cámara, presidente de la Fundación, y a Rita Mari Coves, presidenta de honor y fundadora de Elche Acoge. Sentido discurso del alcalde Carlos González, significativa presencia la de Toñi Serna, secretaria autonómica de Cooperación. Estuvo el todo Elche, incluido el senador Pablo Ruz. Y muchos periodistas: gracias mil. Llevo colaborando con Elche Acoge desde 2004 y, lo que es más importante, sigo instalado en la convicción de que nadie elige su lugar de nacimiento, como dijo Cámara: es una mera circunstancia. Cosmpolitismo y diversidad; siempre: desde la inter-acción de todos los grupos sociales e individuos al margen de sus adscripciones étnico/culturales.