Matar al mensajero 

Las largas horas de confinamiento han despertado en muchos ciudadanos un deseo de retornar a los clásicos. Algunos han decidido releer a Voltaire, filósofo francés del siglo XVIII, un ilustrado que, entre muchísimas cosas, dijo, "si hubiera habido censura de prensa en Roma, no tendríamos hoy ni a Horacio ni a Juvenal, ni los escritos filosóficos de Cicerón". Aunque, parece que estos lectores, en lugar de celebrar la libertad de prensa, que nos permite a los ciudadanos vivir en una sociedad más democrática, han elegido otra sentencia de este pensador sobre los profesionales que ejercen el periodismo, cuando decía que "escriben de todo, sin saber de nada, esperando que algo de lo que dicen llegue a ser verdad"; así, amparados por Voltaire, pueden echar tierra sobre nuestro trabajo en esta época en la que la culpa de todo la tienen los demás. Nada, a meternos con los periodistas que, total, ya están acostumbrados...

Viene a cuento esta cita sobre los periodistas por si alguien duda de la capacitación educativa que tenemos los que nos dedicamos al “cuarto poder” y del rigor, veracidad y ética que se imprime a nuestra formación a lo largo de toda la carrera. Por no entrar en datos que nos puedan parecer lejanos, y para que la sociedad conozca el grado de preparación que tienen que tener los estudiantes que quieran cursar para ser periodistas, en la Universidad Miguel Hernández de Elche la nota de corte del último curso para entrar en Periodismo fue de 8,736 y para entrar en Comunicación Audiovisual de 9,859. En el doble grado era necesario un 10,112. Por comparar, la nota para entrar en Derecho fue de 6,794 y en Derecho Semipresencial de 5. Para el grado en Ingeniería Informática era de 7,2; en Ingeniería Electrónica y Automática un 6,5 y para Ingeniería de Tecnología de Telecomunicación un 7,3. Estas clasificaciones se ponderan sobre 14 puntos. Además, los futuros periodistas se forman con precisión y rigurosidad en el uso de los datos y son continuos los reportajes que deben realizar sobre periodismo especializado, investigación y analítica de datos, adquiriendo así destreza en la extracción e interpretación de los mismos. Siguiendo en nuestra terreta, en la UMH existe una formación específica que se mantiene activa desde 2019, el Seminario Local Data Lab, coordinado por el profesor Félix Arias, creado para poner en práctica el potencial del periodismo de datos en el ámbito local.

Y es que hay dudas sobre si trabajamos con datos auténticos y contrastables. A los que hacen estas manifestaciones probablemente les falte alfabetización mediática o, como mínimo, saber dónde mirar; algo más de interés por no quedarse en el primer clic pensando que no pueden encontrar lugares donde contrastar la información y dar carpetazo a la infoxicación.

En España existen grandes secciones de periodismo de datos e incluso portales web especializados. Datadista es un buen ejemplo de ello. O podemos hablar también de la Fundación Civio, organización sin ánimo de lucro especializada en análisis de información y periodismo, desarrollo y diseño de software, comunicación, relaciones institucionales y desarrollo de negocio. Esta Fundación ha ganado dos Data Journalism Award (2016 y 2019), el premio internacional más prestigioso de periodismo de datos.

Podemos hablar también de la sección de periodismo de datos de El País, con grandes y reconocidos periodistas como Daniele Grasso y el alicantino Kiko Llaneras, ingeniero y doctor en Automática e Informática Industrial por la Universidad Politécnica de València. Además, por si toda la información que podemos encontrar no fuera suficiente, los periodistas, antes de publicar cualquier información, ejercemos personalmente de fact-checkers, verificando los contenidos. Eso, a nivel de cada profesional; después, a nivel de país, en España, tanto Maldita como Newtral o EFE Verifica pertenecen a la International Fact-Checking Network, organismo del Instituto Poynter de gran prestigio entre la profesión y que este año es candidato al Premio Nobel de la Paz.

Siguiendo con los datos, si nos referimos al covid, se puede comprobar fácilmente que en casi todas las cabeceras se analizan las tendencias sobre los datos que proceden de Sanidad. Además, se ofrecen los números de incidencia acumulada, que sirven para interpretar el número de casos en relación con la población. También se separan los datos de las UCI y, en ocasiones, incluso se destacan los asintomáticos. En definitiva, si el lector quiere informarse e interpretar los datos, tiene multitud de periódicos que analizan diariamente los casos de covid e incluso de vacunas. ABC, por ejemplo, tiene en portada un reportaje de datos en el que sigue la vacunación en España comunidad por comunidad y otros medios han creado mapas propios con los diferentes datos de las autonomías (como en el citado anteriormente Maldita) y analizan el avance de la covid día a día, con reportajes extensos y visuales: mapas interactivos, gráficos, líneas temporales...

Esa es nuestra labor, informarnos, contrastar y contar. Y nos equivocamos, claro, pero ya está bien de matar al mensajero y de señalarnos con el dedo por hacer nuestro trabajo. Es un no parar. Sin ir más lejos, en una intervención reciente, un partido político en su campaña electoral, da nombres concretos de periodistas en un intento de hacerles callar, llegando a tildarlos de enemigos de ese partido. Eso es sencillamente “un ataque al libre ejercicio del periodismo”, como ha señalado Juan Caño, presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid. Que tengamos que seguir hablando de los ataques a la profesión por parte de los que tendrían que defenderla como garantía de libertad y democracia que somos, sigue siendo sorprendente y tenemos que denunciarlo públicamente las veces que haga falta.

Y ya que estamos con las citas, cierro este artículo con otra frase que habitualmente se atribuye a Voltaire, aunque en realidad es de su biógrafa. “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”. Eso sí que es Democracia.