De acuerdo a las trayectorias actuales, el cumplimiento de los objetivos europeos de emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 está en peligro. Para alcanzar sus objetivos, Europa necesita intensificar sus esfuerzos de descarbonización.
Comparada con otras regiones del mundo, Europa puede presumir de cierto éxito en sus esfuerzos por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Los 27 Estados miembros de la Unión Europea (UE) han reducido sus emisiones un 27% desde 1990. Esto se compara con el 2% de Estados Unidos en el mismo periodo.
Aunque nuestro Gráfico de la Semana revela que la UE ha conseguido una disminución casi ininterrumpida de las emisiones absolutas desde 2005, el ritmo de descenso es de sólo un 1,8% anual en los últimos 5 años. Si esta trayectoria se mantiene durante el resto de esta década, Europa sólo podrá lograr una reducción acumulada de emisiones del 37% respecto a 1990.
Esta cifra queda lejos del objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 55% para 2030, aprobado en 2020 dentro de un conjunto de iniciativas políticas conocido como el Pacto Verde Europeo. Para tener posibilidades de alcanzar este objetivo, el ritmo de reducción de las emisiones debe alcanzar el 6% anual, desde ahora hasta el final de la década, es decir, tres veces más rápido que en los últimos años.
Emisiones anuales de gases de efecto invernadero de la UE frente a su objetivo para 2030
Esto implica, o bien una aplicación más eficaz de la legislación vigente y un mejor aprovechamiento de la inversión privada, o bien una agenda más contundente de la legislación climática europea de cara al futuro. De no ser así, el objetivo europeo de reducción de emisiones podría relajarse, con posibles implicaciones para los precios europeos del carbono.
En las elecciones parlamentarias europeas celebradas el pasado mes de junio, se observó un cambio en el reparto de escaños hacia la derecha. Las pérdidas sufridas por los Verdes también pueden inclinar la balanza de riesgos, en términos de posibles reveses para la agenda del Pacto Verde. Por ejemplo, este panorama parlamentario más fragmentado podría llegar a ser una amenaza a la hora de reforzar el mercado de carbono de la UE o incluso podría desencadenar un replanteamiento de la eliminación progresiva de los vehículos de combustión en 2035.
Sin embargo, las recientes disputas en el Parlamento Europeo y la reelección de Úrsula von der Leyen como presidenta de la Comisión Europea sugieren que las ideas ecologistas siguen teniendo mucho peso. Así lo ponen de manifiesto los resultados de la última ronda de encuestas sobre las actitudes de la UE, que muestran que el 78% de los europeos cree que las cuestiones medioambientales tienen un efecto directo en su vida cotidiana y el 84% está de acuerdo en que la legislación medioambiental es necesaria. Además, el clima y el medio ambiente se identificaron como la segunda prioridad más importante para Europa (24%)- a la cabeza de la lista de prioridades de los ciudadanos estaba el desarrollo económico, al que pueden contribuir las inversiones relacionadas con el clima.