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PRESENTA LA OBRA ‘LA GRAN OLVIDADA. POSTALES DESDE LA ALBUFERETA’

Martín Sanz homenajea a la Albufereta con una prosa apelativa en forma de postales 'technicolor'

28/09/2017 - 

ALICANTE. Bajando por la calle del Foro, Marco Popilio Onyx se dirigía a la muralla occidental de la ciudad de Lucentum, su intención no era traspasar la puerta del Este que servía de entrada y salida de las carretas que los pescadores empujaban desde el pequeño puerto allá abajo, al lado de los restos de la necrópolis abandonada de aquellos íberos que apenas había conocido. Los peces al lado de los muertos, no era una imagen que le gustara recordar al mojar el pan ázimo en el gárum. Estaba oscureciendo, el sol casi plano ya sobre el horizonte a su espalda proyectaba una larga sombra a sus pies. Sólo quería estar solo un rato, recordar el momento en que había pasado de ser un esclavo a ser un liberto y había sido aceptado entre los seviros augustales. La inercia lo llevaba al adarve de la muralla, desde el que podía contemplar, bajo el brillo de un luminoso cuarto creciente, el cañizar cenagoso que daba paso a la ría y el resplandor de las teas encendidas a la altura del puerto. Las gaviotas emitían sus últimos graznidos del día.

Esa ría a los pies de la ciudad romana de Lucentum se ha convertido, veinte siglos más tarde, en el Barrio de la Albufereta, nombre heredado de la zona pantanosa en que se había acabado convirtiendo la ría de la antigüedad, colmatado al paso de los siglos por aportes marinos y fluviales. Una Albufereta en la que en la actualidad conviven el recuerdo de los nuevos pobladores del siglo XX, en la forma del único xalet con forma de cabaña valenciana que perdura en la Colonia Romana, la playa “inundable” a costa de la gran infraestructura antirriadas, los grandes mastodontes del desarrollo urbanístico de la segunda mitad del siglo XX, Chicharra, Vistamar, Monteymar, Finca Adoc, Alfin, y Eusebio Sempere, el gran Eusebio Sempere, en el giro de su pirámide coronando la rotonda de la Isleta, mostrando sus cuatro facetas al Mediterráneo, la Serra Grossa, el Tossal de Manises y el Cerro de las Balsas.

Esa Albufereta es la que se encontró el periodista Martín Sanz (Madrid, 1974), cuando se estableció en ella en los albores del nuevo milenio. Una Albufereta que le fue mostrando su fisonomía sinuosa, plagada de personajes, rincones, sucesos y vida. Una fisonomía que es capaz de cambiar de manera radical con una mediana y un doble sentido, en una carretera que se mantenía casi como un camino de carros entre la modernidad urbana.

Sanz ha puesto su mirada y su prosa destilada sobre este barrio poco uniforme, pero poblado por múltiples identidades, generador de imágenes de una modernidad decadente, plagado de balcones sobre el Mediterráneo como el pretil que utilizaba Popilio para sus ensoñaciones.

Un volumen, el de Martín Sanz, con sus propias ensoñaciones en forma de postales plagadas de una letra pequeña y emocionada, como las que recibía en Madrid en los 70, un autohomenaje y una declaración de amor a La Gran Olvidada, dedicada a la memoria de Francisco Gonzalo Seijo Alonso, Francisco Seijo (Castrelos, Vigo, 1925), otro alicantino de adopción convertido en una de los más grandes divulgadores de la tradición culinaria alicantina, la etnografía valenciana y sus lugares más representativos.

Este viernes, a las 20:00 horas, en la Asociación de Comunidades y Vecinos de la Albufereta ‘Playa Blanca’, ubicada en la C/ Colonia Romana, 27,  a los pies del Tossal de Manises, Martín Sanz presentará La gran olvidada. Postales desde la Albufereta. Un par de días hemos charlado sobre barrios, memorias y personajes:

- ¿Por qué La Gran Olvidada (en los dos sentidos, por qué escribir ahora sobre la Albufereta, y por qué el título)?

- Creo que, por desgracia, el título se ajusta a la situación que durante los últimos tiempos ha tenido este barrio, quizás no tanto en lo referente a lo desatendido que haya podido estar respecto a los organismos e instituciones públicas, una opinión respetable que mantienen algunos sectores más reivindicativos, como a olvidada en el sentido estricto del término: que ha caído en el olvido, que no se recuerda. Y en ella han sucedido acontecimientos lo suficientemente importantes como para que tengamos a la Albufereta muy presente.

- ¿La Albufereta tiene algo de territorio mítico?

- A mí, personalmente, así me resulta, mítico, misterioso, con una aureola que en algunos momentos oscila entre el hedonismo que reinó en décadas pasadas y el territorio al filo que surgió posteriormente. Es un escenario literario ideal, y en esto voy a seguir incidiendo en el futuro. Y además, no debe olvidarse, es el origen de Alicante e importante puerta de acceso de todas las civilizaciones que nos visitaron durante siglos. Ahí está 'Lucentum' para atestiguarlo.

- Hay alguna razón personal, alguna anécdota vital, en este formato epistolar, o es sólo un recurso estilístico. 

- Mi recuerdo más lejano de la Albufereta es en forma de postales, aquellas postales en 'technicolor' de los setenta. Y es así porque una amiga de mi hermana veraneaba aquí mediada esa década y se las enviaba a ella. Verlas y observarlas desde Madrid o desde un pueblo aragonés suponía mirar por una ventana a un lugar entonces inaccesible. Las conservé y, más de treinta años después, repasándolas, vi que una de ellas mostraba la playa justo desde la misma perspectiva que yo tengo en el salón de mi actual casa. Me resultó mágico, inquietante. Y cuando tuve que enfrentarme a la redacción del trabajo, pensé en todo aquello y me dije, ¿por qué no escribirle unas postales a alguien contándole lo que he descubierto con los años de esta zona?

- ¿Con qué personaje de los que pueblan las páginas del libro te has quedado con ganas de mantener una "charraeta"?

- Sin dudarlo pagaría lo que fuera por disfrutar de unas buenas sobremesas -de las largas e intensas- en alguno de los estupendos restaurantes del barrio con Pancho Cossío, Juan Guardiola Gaya y, muy especialmente, con Carlos Pradel.

- ¿Crees que el barrio está generando ahora mismo un nuevo 'star system'?

- ...

- A pesar de ser otro de los ejemplos del momento álgido del desarrollismo urbanístico, ¿crees que el urbanismo y la arquitectura de la Albufereta (puede que por extensión el Cabo) tienen un discurso escondido de reivindicación, como el que ahora mismo está saliendo a la luz respecto de Benidorm?

- Por supuesto, no tanto el Cabo porque es posterior, pero sí en la Albufereta. Hay trabajos muy interesantes reivindicados recientemente por profesionales como el fotógrafo David Sardaña y el diseñador Íñigo Lanz en su proyecto 'Racionalismo Levantino'. O edificios puestos en valor también por especialistas como el profesor Justo Oliva de la Universidad de Alicante y que ya figuran en el registro DOCOMOMO (Documentation and Conservation of buildings, sites and neighbourhoods of the Modern Movement), como 'Vistamar', 'La Chicharra' y, próximamente, 'Las Torres'.

- Habéis creado un libro que funciona casi como un objeto artístico, con un diseño de formato, tipografía e imágenes que lo hace muy atractivo a ojos incluso de "no lectores". ¿Ha sido una opción consciente o ha ido surgiendo en el proceso de edición?

- Totalmente consciente. Efectivamente, pretendemos que se convierta en un libro objeto, más teniendo en cuenta que es una edición limitada. Y es así gracias a la labor del diseñador José Luis Espuelas, a la magnífica fotografía de portada de David Sardaña, que además sirve de homenaje al escultor Pepe Gutiérrez, y al resto de material aportado por compañeros gráficos de la talla de Juan Carlos Soler, Rafa Arjones, Carratalá y a otros colaboradores y 'fuentes' del libro, procedente a su vez de archivos personales y familiares.

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