Esta semana hemos iniciado curso político, la semana que viene, el lunes, comenzará el curso en la enseñanza y como el día de la marmota, todos repetimos mantras como “es en septiembre cuando de verdad empieza el año” “la cuesta de enero es en septiembre” y esos típicos tópicos que, a pesar de estar muy manidos, nos encanta repetir cada año en estas fechas. La vida son ciclos y no solo biológicos. Siento que esta vuelta a empezar ya la he vivido antes, como un déjà vu de manual. Todo empezaba a sonarme a lo mismo hasta que me enteré de que Marta Ortega había decidido este lunes comenzar su “curso” en Elche con una visita a las instalaciones de Tempe en Elche Parque Empresarial.
La empresa, de la familia ilicitana García Peralta y de Inditex a partes iguales, vive unos años con excelentes datos de facturación y la presidenta del grupo de moda decidió comenzar el curso dándose una vuelta por Elche y revolucionando un poco sus instalaciones. Menos mal, algo original.
Eso y la “normalidad” con la que Pablo Ruz, el alcalde de Elche, definió el inicio de curso. Lo que llamamos normal no es más que lo rutinario y eso no es bueno de por sí, pero la verdad es que en según qué circunstancias mejor eso que otra cosa en este momento político. La legislatura está todavía en su primera mitad y bastantes sustos tenemos en otros ámbitos.
No estoy contando toda la verdad porque el alcalde adelantó esta semana una novedad. Él mismo me reconoció que igual sale mal o con suerte sale bien. En vez del tradicional, aburrido y poco útil Debate Sobre el Estado de la Ciudad, el equipo de gobierno va a organizar una macro reunión de trabajo en la que van a implicar a la ciudadanía, colectivos e instituciones para presentar de una manera menos formal que un debate plenario, sus logros y su trabajo hasta la fecha y lo que es más importante, para escuchar opiniones… escuchar…
En el Debate del Estado de la Ciudad la fórmula era parecida pero tan reglada y formal que en cinco o siete minutos los representantes de los Consejos Locales debían exponer ante un foro que daba más susto que un tribunal de oposición, un texto consensuado que no estaba exento de dificultad.
Y es que los consejos locales los forman colectivos de toda índole que trabajan o tienen un área de actuación similar pero no tienen por qué pensar lo mismo y en ese debate estaban obligados a exponer su opinión en una sola voz y en cinco minutos. Mal hecho. Eso provocaba situaciones surrealistas, como leer el mismo texto de un año a otro con el argumento de que de lo dicho el año anterior nada había sido tenido en cuenta o que, por ejemplo, la persona encargada de leer el escrito estuviera tan ofuscada o intimidada por la situación que no era ni inteligible, cosa por otro lado de lo más normal. Imaginen un escenario en el que los concejales están en alto sentados en sillones tapizados de tela roja con trabajada marquetería o incluso lacados en oro y todo ello enmarcado ante una enrome pintura del rey. (Ahora se le añade un altar con la imagen de la virgen en el lateral del salón de plenos). Llevo más de 30 años hablando en público y estoy segura de que no saldría bien parada de una situación así.
La escena importa y las formas aportan. Por eso el alcalde Pablo Ruz adelantaba con insistencia que esa reunión para explicar y escuchar se va a desarrollar en el salón de plenos pero bajo del estrado, “modelo círculo de Podemos”. Eso no lo dijo él, lo añado yo porque es una imagen muy explícita y graciosa para que nos entendamos; todos en corro como al mismo nivel.
Vamos a ver qué da de sí porque también es clave saber a quién se va a invitar a participar. Ya han adelantado que serán las universidades, hospitales, representantes del aeropuerto y el puerto y colectivos y asociaciones varias… En Elche debe haber más de 200, va a ser complicado.
Los nervios en Tempe ante la visita de Marta Ortega en el inicio de curso son muestra de interés y ganas de hacer las cosas bien; los que no se ponen nunca nerviosos o no tienen dudas no son de fiar.