ALICANTE. Tiene un carácter duro, curtido en mil batallas. No sé si es su naturaleza o las circunstancias hostiles de su trabajo le obligaron a mimetizar una personalidad contundente y sin tapujos, ha recubrir su alma de una pasta de la que están hechos los que ven el mal a diario. Esta semana tenemos en La Entrevista de Alicante Plaza a Manuel Marlasca, periodista de investigación con más treinta años de experiencia y uno de los más prestigiosos en España.
-Me da la sensación de que se blanquea la maldad en el mundo…
Más que blanquear, lo que se ha creado es como una especie de aura que hace atractivos a los malos, interesantes, bellos… El caso más reciente es Rosa Peral, la Guardia Urbana de Barcelona que asesinó a su novio junto a su amante, que se nos presenta como una mujer seductora. La experiencia que tengo en mis más de treinta años es que el mal es muy poco llamativo, los ejemplos que me vienen a la cabeza son el de José Bretón y el de José Enrique Abuín, el asesino de Diana Quer, que al verles me di cuenta de que tenían un aspecto insignificante, que lo único que habían hecho en la vida estaba sustentado en el mal.
-¿Cómo surge esa mitificación del mal?
Desde hace tiempo, ya en Sherlock Holmes, a Moriarty se le describe con pátinas atractivas y pomposas. Todo se intensifica con la llegada de lo audiovisual, tenemos casos como el de Hannibal Lecter, donde se proyecta a un asesino en serie con un gusto sibarita por la comida, y eso no es real. Se ha producido un profundo edulcoramiento del mal.
-Más de una vez te he escuchado decir que los asesinos son la gente más torpe con la que uno se puede topar…
Sí, gracias a Dios los asesinos no son gente muy refinada, de hecho la mayoría de los crímenes se resuelven. Esa gente es detenida en poco tiempo porque son chapuceros, sobre todo porque la mayoría de crímenes nace de pulsiones nacidas del instinto o de arrebatos. Sin embargo, aunque un asesinato sea muy premeditado y planificado, casi siempre sale mal y se termina atrapando al autor.
-.C.S Lewis en Cartas del diablo a su sobrino dice que una de las ventajas que tiene el mal es que muchas veces es imprescindible, a mi me preocupa mucho cuando hay gente que dice que las malas intenciones no existen y que todo el mundo es bueno...
Toda sociedad normal o que viva en los tiempos actuales tiene la necesidad de vivir con una cuota del mal, y no se puede hacer nada, no se puede configurar genéticamente para que desaparezca, no se puede evitar que haya personas que hagan el mal, el problema es que es indetectable, el vecino de al lado puede ser un asesino. Es la típica frase que se escucha cuando alguien ha cometido un crimen y sus compañeros de rellano dicen que siempre saludaba, los asesinos siempre saludaban. Luego podemos entrar en la gente que comete un crimen llevado por una pulsión, ahí no estamos hablando de malvados sino de personas que toman malas decisiones.
-Me está viniendo a la cabeza el caso de Daniel Sancho…
Daniel Sancho es un criminal despiadado, aunque sí que es verdad que el acto de cometer el crimen no es un acto premeditado, lo que sí tiene maldad es lo que hace después al trocear el cuerpo. Es un chico atractivo, en Estados Unidos se ha estudiado que los criminales más atractivos tienen un índice de absoluciones mayor que los menos guapos.
-Es curioso que lo del troceamiento determine la maldad de Daniel Sancho…
Lo de antes puede ser producto de una explosión, he visto muchos casos que matan a alguien tras un calentón. Sin embargo, lo que hizo Daniel no es frecuente. Se puede uno equivocar una vez, pero cometer una cadena de malas decisiones es complicado.
-¿Sigue interesando el periodismo de sucesos tanto cómo antes? Hay como una especie de paradoja, por un lado se hacen documentales y series de asesinos reales pero por otro, en España desapareció el periodico El caso quizá por cierta sensibilidad.
Creo que ha interesado desde que el mundo es mundo, y las secciones de sucesos igual. Yo empecé cuando acababa de desaparecer El caso y las páginas de los periódicos dedicadas a esa temática son las más consumidas. Que haya cierto puritanismo a la hora de confesar el interés en este mundo creo que tiene que ver con los tiempos que vivimos.
-¿Cómo surge dedicarte al periodismo de sucesos?
De casualidad. Llegué de becario al Diario Ya en el 87 y me dedicaba a escribir de cultura y teatro. Cuando se me acabó el contrato el director me puso la condición de que para seguir tenía que llevar sucesos porque la persona encargada se había ido del país.
-Hablando de cultura, este año has publicado Tu bailas y yo disparo (Ediciones Destino), ¿por qué has decidido dar el salto a la novela?
-Primero porque soy un lector voraz, siempre llevo un libro en mi mochila. Luego por mi condición de reportero, y el encontrarme con personajes novelescos me han facilitado la labor de documentación para escribir una novela, idea que llevaba rondando desde el año 2008.
-¿Es una novela negra realista?
No, no son realistas, los referentes de la novela negra como Juan Gómez-Jurado o Carmen Mola, son buenos escritores y ya nos gustaría tener a todos el éxito que tienen. Son estilos diferentes, no quiere decir que sean malos, en mi caso, mi trabajo me ha ayudado a dotar a la obra de dosis de realismo, uno que hace que si lee la novela un profesional no le chirríe.
-Todas las novelas policiacas o negras tienen un detective icónico, un protagonista que resuelve los casos, me da la sensación de que la policía ya no está tan bien vista como antaño.
Eso tiene que ver con la quiebra del principio de autoridad de un tiempo a esta parte. Eso va desde los colegios en la figura de los profesores a los hospitales en la figura de los médicos. Todo ello afecta a los cuerpos de seguridad del estado y obliga a la policía a ser mucho más contundente.
-El libro Don´t fuck the police: un modelo policial que protege al poder y no a los ciudadanos, de Josema Vallejo y Samuel Vázquez dice entre otras cosas que España puede convertirse en un estado fallido.
-Mira, aquí en Alicante, en la zona norte, tenéis una de las zonas más tremendas que he visto, podría ser una zona no go perfectamente, pero la presencia policial amedrenta a la delincuencia, no tiene nada que ver con algunos barrios de París o Marsella en Francia.
-¿Aquí sigue habiendo cierto respecto a la autoridad?
La hay porque la policía vela porque la haya. Donde no hay principio de autoridad se debe de imponer con medios policiales, los policías deben ser los más chulos del barrio, el día que dejen de serlo tendremos un problema.
-¿Utilizando incluso métodos poco ortodoxos?
El trabajo de la policía debe de estar fiscalizado, y los excesos se pagan.