en la frontera / OPINIÓN

Madrid nos roba

8/08/2021 - 

ELCHE. No acabo de entender del todo el nuevo concepto del PSOE de la España multinivel, un neologismo conceptual que solo puede servir para una cosa: para que los partidos de la derecha y del centroderecha se tiren al degüello contra los socialistas ya que lo del multinivel se presta en principio a una interpretación casi unívoca: hay territorios de primera categoría, segunda categoría, de tercera y, si me apuran, de cuarta. El trasfondo no es otro que el de contentar a País Vasco y Cataluña a base de nuevas competencias y transferencias del Estado, cosa que ya practicó José María Aznar cuando ganó por los pelos en 1996 y necesitó del respaldo de los nacionalistas en el Congreso de los Diputados. Del mismo modo que Rajoy (no Pedro Sánchez) proyectó una inversión multimillonaria, 1.800 millones de euros, para la ampliación del aeropuerto de El Prat, en Barcelona, una ampliación que ahora rechazande plano Ada Colau, la CUP, Podemos y un sector del partido de Gabriel Rufián, Esquerra Republicana.

A mí estas cosas me aburren soberanamente: entre otras cosas porque llevamos con esta cantinela desde que se reinstauró la democracia en España. Alguien pudiera pensar que la España multinivel es como una suerte de caos creativo, de tensión constructiva, del que pueden salir cosas buenas. Ojalá. Otros pueden pensar que el Gobierno ya no sabe qué hacer para calmar los ánimos del independentismo catalán: ora les transfiero competencias para gestionar el MIR, ora desempolvo lo de El Prat, ora les doy 200 millones para no me acuerdo exactamente qué… y siempre desde una relación bilateral. Ahí sí que no hay dudas: las relaciones bilaterales se dan entre Estados. Y Cataluña, de momento, no es un Estado. Tampoco lo es el País Vasco, ni Navarra, las dos únicas comunidades con autonomía fiscal. Resuelven con el cupo (fijo) la transferencia de cero euros al Fondo de Garantía de Servicios Públicos Fundamentales (variable).

En este estado de cosas, el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, que ya acuñó hace mucho tiempo la idea del federalismo asimétrico, tuvo la idea hace tres semanas de reclamar al Gobierno de la nación una espacie de tasa, sin concretar nada, para los madrileños, con el fin de compensar al resto porque son más ricos que nadie por el llamado efecto capitalidad. Esta misma semana le dio alas el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, hasta que, transcurridos diez minutos como quien dice, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, cortó de cuajo: “Esa propuesta no va a estar nunca en la agenda del Gobierno”. Bofetada para don Puig, como titulaba ayer este mismo periódico. Puig: Madrid nos roba.

No logro entender el desvarío de una persona madura y sensata como es el jefe del Consell poniéndose en modo Curro Jiménez contra Madrid. Esta suerte de nuevo bandolerismo que ha sido censurado no solo por sus colegas socialistas de Aragón, Extremadura y Castilla-La Mancha, sino por reputados analistas de todo tipo y color. Hasta el diputado de Más Madrid por la Asamblea de Madrid Pablo Gómez Perpinyá ha tenido que salir a aclarar lo obvio: “Hay que afinar esa propuesta… en Madrid todo es más caro”.

Tampoco entiendo la lectura de un sector de la derecha mediática que en resumidas cuentas lo que ha venido a decir es que lo que le escuece a Puig, y a otros, es el “brillante” modelo fiscal del PP de Isabel Díaz Ayuso y lo que tiene que hacer don Ximo es copiarlo. Así de fácil. Yo me barrunto que lo que ha hecho don Ximo, además del ridículo, es tirar balones fuera, desviar la atención, y tapar un debate pendiente que sí que es importante: la armonización fiscal en España. Un debate que parte de un toxicidad previa como son los privilegios forales de Euzkadi y Navarra, asunto que obvia por completo el el presidente de la Generalitat, de igual modo que obvia que el independentismo catalán aspira a esa foralidad más que nadie en el mundo. Todos podemos estar más o menos de acuerdo en que no es de recibo que en una comunidad te masacren por el impuesto de sucesiones, o el de sociedades, y en otra comunidad sea infinitamente más liviano. Hay que bucear en la gama de los grises, y en esa infinita gama de esa cosa tan grande como es la solidaridad.

A Puig le ha salido el tiro de la tasa Puig por la culata mientras que reivindica, con la boca pequeña, inversiones esenciales del Estado: completar la línea férrea Gandía-Dénia, abriendo la puerta a inversores privados, la gestión de la red de cercanías o el acceso, también ferroviario, al aeropuerto de Alicante-Elche-Miguel Hernández (no sé si se escribe así ahora). Lo de la boca pequeña lo dicen casi todos (incluida Mónica Oltra), menos algún que otro vocero.

Me insinúan desde el PP un argumento más o menos razonable, también sibilino: “A Puig lo único que le preocupa ahora es renovar su liderazgo en el socialismo valenciano [el congreso será el 12 de noviembre, en Benidorm] y que las bases le apoyen para ser de nuevo candidato a la Presidencia de la Generalitat, y para eso le conviene hacer el menos ruido posible contra el Gobierno; por eso ha optado por estarse quieto”. Pudiera ser. Ponerse en modo Curro Jiménez contra Madrid sería en este contexto una anécdota romanticona, y un intento de colleja a Ayuso, poco más. Cinco minutos de gloria.

CODA 1: Habrá que celebrar (y visitar) las 33 nuevas obras que ha conseguido el MUBAG (Museo de Bellas Artes Gravina) de Emilio Varela, a través de una cesión temporal que oscila entre los 3 y los cinco años. Frente al vértigo de los nuevos lenguajes artísticos conviene espacios de sosiego, y Varela es un espacio de sosiego por excelencia: el reflejo de un tiempo, y de un tempo, que nunca volverá.Una iniciativa óptima de la vicepresidenta de la Diputación, Julia Parra, y del director del MUBAG, Jorge Soler.

CODA 2: El PP de Elche se instala en cruzadas vacuas. La última: denunciar como despilfarro la señalización que ha hecho el Ayuntamiento de “Elche contra la violencia machista”, algo que ya está en toda España. No es eso. No sé si lo que quieren es competir con el partido de las tres letras en plan a ver quien la tiene más larga. No.

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