ALICANTE. Esta semana, en La Entrevista de Alicante Plaza, Luis Amat Vidal, diseñador gráfico y publicista, con sendos conocimientos de la sociedad e historia alicantina, habla de la reedición de su libro ¡Por la libertad!, que acaba de publicar en valenciano con la editorial Llibres de Frontera.
— Hace tres años publicaste el libro ¡Por la libertad! en castellano y ahora la editorial Llibres de Frontera lo reedita en valenciano, ¿por qué sale ahora en la otra lengua de nuestra tierra?
— A final de año sale la cuarta edición en castellano, y lo de sacar la obra en valenciano fue una idea de Ismael Vicedo de Escola valenciana, me dijo que como la obra estaba ambientado en Alicante y en aquella época en la que está ambientado la obra se hablaba en valenciano, sería bueno apostar por su publicación en esta lengua. La traducción ha sido a cargo de la Universidad de Alicante, Rubén Escolano y su equipo. También le tengo que agradecer a Manuel Lillo, el editor, por apostar por su publicación, una que ha despertado mucha expectación porque había lectores que creían que desde un principio la novela iba a salir originalmente en valenciano. Estoy muy contento, me atrevería a decir que ha quedado mejor esta edición que la de en castellano.
— ¿Hay gente que porque hubiese estado escrita únicamente en castellano no haya leído el libro y ahora que sale en valenciano se anime a leerla?
— No creo, pero sí sé que hay lectores que la leyeron en castellano y que ahora van a volver a comprar la novela en valenciano. La gente no lee exclusivamente libros en valenciano, lo que pasa que con esta traducción la historia se vuelve más cercana para algunos lugares de la provincia en los que se habla normalmente en nuestra segunda lengua. Se da una nueva oportunidad a la novela, cumple con nuestro propio Estatuto de Autonomía. No sé si algún día lo traducirán al inglés, lo que tengo claro es que ya se está trabajando para adaptar el libro para el cine.
La historia se presta a ello, de hecho es fácil meterse en ella. Ambientas la historia en el momento en el que Pantaleón Bonet utiliza Alicante como base de operaciones para llevar a cabo una revolución, ¿por qué has visto necesario recordar ese hecho histórico?
Es un hecho que pudo haber cambiado la historia de España, de haberse extendido ese movimiento se habría tumbado la política absolutista de la reina Isabel II. Alicante fue ejemplo de liberalismo contra el gobierno moderado y conservador de González Bravo, desde aquí se quiso recuperar el trienio liberal, se rescató el himno de Riego y se recuperaron varias leyes elementales como la de Ayuntamientos. Pantaleón Bonet fue un militar muy vinculado con la burguesía alicantina de aquel entonces. Que Alicante, una urbe de catorce mil habitantes se decidiera a acoger una revolución y extenderla fue muy importante, de hecho fue tan elemental que cuando fusilaron a los mártires de la libertad, dos años después se hacían homenajes en su honor y el pueblo acudía en masa todos los años. En 1940 se prohíbe ese homenaje, y desde entonces nadie se acuerda lo suficiente de la importancia de estos hechos. He querido contar en la novela minuciosamente cómo era el Alicante de aquel entonces.
— Es curioso que pese a que Alicante tiene vínculos históricos con el progresismo, siendo el último bastión de la República, sea una ciudad sociológicamente de derechas, ¿qué ha pasado?
— Es algo que siempre me he preguntado, cómo una ciudad liberal y progresista ha dado ese giro. No sé si es por la división de la izquierda, porque no tiene propuestas adecuadas, o por si la derecha se sirve de otros medios para calar en la sociedad. De todas formas no me quiero meter en esos charcos, no soy político. Hay quien dice que ha sido a causa de una inmigración del resto de España que se ha aburguesado.
Leyendo tu libro y otros ambientados en esa época, es curioso que los patrones sociales no han cambiado mucho, por ejemplo, sigue habiendo cierto elitismo, como ese umbral invisible de clase que hay entre los dos protagonistas de la historia, es raro ver a una cajera saliendo con un directivo.
Eso es algo continuo en la historia de la humanidad, no hay interrelación entre diferentes clases sociales, continúa existiendo una burguesía, unos ricos que acaparan la riqueza y unos pobres que cada vez son más pobres. No se habla de la precariedad que había en esa época, una en la que había una diferencia sustancial entre las casas de los adinerados y de los desdichados.
Uno de los personajes recomienda un libro a otro en el que el ensayo dice que tiene que haber “ocho horas para el trabajo, ocho horas para el ocio y ocho horas para el descanso”, viene bastante al pelo teniendo en cuenta que está en boga el melón de reducir la jornada laboral.
Se refiere a un protagonista que enseñaba a los jóvenes leyendo fragmentos de distintos libros, en los que pretendía describir la realidad de aquella época, el ambiente existencial. Los trabajadores ocupaban los barrios periféricos en unas condiciones infrahumanas, la realidad era marginal para muchos de los obreros.
— ¿Has echado en falta que toda la sociedad alicantina abrazara el libro y no sólo un sector?
— La publicación del libro me ha enseñado que la gente no sabe quienes eran los mártires de la libertad, los alicantinos no conocen en profundidad su historia. Hay gente que me ha dicho que se cree que mi libro es un panfleto de la derecha y otros propaganda de izquierdas, cuando no es una cosa ni la otra.