ALICANTE. Los videoclips le vieron adentrarse en el mundo audiovisual y la publicidad, ir puliendo sus skills tras las cámaras. Ahora se ha atrevido con el largometraje y ya está cosechando éxitos con su primera película, que triunfó en el Festival de Cine de Málaga el pasado marzo. Luc Knowles, director y guionista de Libélulas, reside en Madrid pero ha vivido varios años en Alicante. Ahora vuelve a la que fue su casa, donde estudió su licenciatura y donde tantas noches ha salido por El Barrio, para intentar alzarse con la Tesela de Oro en la 19ª edición del Festival de Cine de Alicante. Con un reparto que incluye nombres como el de Milena Smit, Olivia Baglivi, Javier Collado, Gonzalo Herrero o Pol Hermoso, el largometraje presenta un barrio de extrarradio de España -pero que podría ser "cualquier barrio periférico de cualquier ciudad del mundo"- y los deseos de salir de él. Y, a su vez, este contexto sirve para retratar a la juventud actual.
- Libélulas es tu primera película y ya has triunfado con ella en el Festival de Málaga, además de que eres uno de los favoritos para el Goya a la mejor dirección novel. ¿Cómo digiere todo esto una persona que hace un año todavía no tenía su ópera prima acabada?
- Con normalidad, pero porque no ha habido tiempo a otra cosa. El proceso de creación de la película es puro trabajo y pequeñas alegrías: una vez que te dan la luz verde, cuando aparece el presupuesto, cuando una de las grandes estrellas del país quiere hacer tu película porque le encanta tu guion... El producto es nuestro trabajo, es de lo que estamos convencidos, y nosotros estábamos muy seguros de lo que teníamos. Lo que no sabíamos era cuál iba a ser la recepción del público y de la prensa especializada. Málaga nos seleccionó entre esos cientos de películas que van cada año y la recepción fue increíble. Y la repercusión mediática fue superior a cualquier expectativa. Todo eso ha sido una vorágine tan rápida, intensa y continua que no ha dado tiempo a digerir lo que está pasando. Estamos viendo qué pasa, desde el punto de que ya hemos ganado.
- Tengo entendido que te criaste en Alicante. Ayer viniste al Festival de Cine, donde Libélulas compite por alzarse con la Tesela de Oro. ¿Cómo se siente volver a la que fue tu casa?
- Muy contento, primero a nivel profesional, de que la película esté en Alicante y haga un paso más en su recorrido hasta que llegue a salas. Es un festival que lleva ya muchos años, 19 ediciones. También muy contento de volver a Alicante; es mi ciudad de adopción, donde viví bastantes años, estudié la carrera aquí (Licenciatura en Sociología en la UA), he salido mil noches por El Barrio y es como una segunda casa, le tengo un cariño enorme.
- En Libélulas hay dos cosas destacables en cuanto a contenido: por un lado, el reflejo del barrio o de ese entorno marginal del que se quiere huir y, por otro, el retrato de la juventud actual. ¿Es así?
- Es un retrato de un barrio descontextualizado; puede ser cualquier barrio periférico de cualquier ciudad del mundo, dentro de un contexto periférico, de extracto social bajo en el que todo el mundo tiene un pasado complicado y en el que el futuro también se adivina complicado, en el que las posibilidades económicas que te acompañan para ese paso a la madurez se ven más limitadas. Por otro lado, ese paso a la madurez, de motivos familiares y arraigo social en el que naces y del que es complicado escapar o, por lo menos, superar, viene unido al punto de retrato de juventud y a esos momentos en los que la madurez te golpea en la cara y tienes que tomar decisiones que van a marcar tu futuro inmediato. Esta es la pequeña cuerda floja en la que se pasean los personajes que, más que entre la vida y la muerte, es acabar bien, acabar mal o acabar donde has empezado, en la casilla de salida.
- ¿Crees que la generación millennial y la Z están frustradas?
- Creo que todos en esta generación que nos ha tocado sentimos eso, pero las generaciones pasadas también han sentido lo mismo. Lo que nos ha pasado a estas últimas generaciones es que hemos ido recibiendo crisis tras crisis; somos generaciones especialmente preparadas, pero con menos posibilidades y con un futuro más incierto, donde ha habido más inmigración especializada que nunca. Sí que es una generación frustrada por lo que nos sentimos capaces de hacer y lo que realmente se nos permite hacer a nivel laboral. Y si te vas a estatus sociales más bajos, en los que hay menos cualificación, también se sienten frustrados por las pocas posibilidades que hay. Pero creo que es una cosa que todas las generaciones han sentido, aunque en estas últimas es especialmente fuerte.
Además, tenemos una cosa que es más dura que en el pasado, algo diferencial que marca el mundo de hoy en día: las redes sociales. A través de una pantallita haciendo scroll down ves unas vidas de alucinantes, unas vidas de ensueño, ves el éxito y es más duro asimilar tu día a día, porque lo comparas; es inevitable compararte con el mundo.
- Esta es una historia urbana, de barrio y, concretamente, de extrarradio. Hay entornos en los que incluso se ensalza o se presume de barrio, como en el hip hop. ¿Crees que se romantiza el ser de calle?
- Sí y no. Llega un punto en el que dices: "Esto es lo que soy, de aquí provengo". Y no es que se romantice, sino que se lleva con orgullo y no se esconde. Se presume el ser de un barrio y el mérito que tiene hasta dónde se llega. Por eso en la mundología hip hop se lleva enseñar las marcas y los medallones, porque es como enseñar hasta dónde has llegado viniendo de muy poco.
- Libélulas es tu debut en los largometrajes. En futuras películas, ¿te gustaría seguir con el género que has tratado aquí o te planteas cambiar, ir a por otras historias, en otros ambientes?
- No necesitado seguir por aquí, aunque no me importaría en absoluto. Pero no es mi idea. Libélulas se enmarca en un entorno concreto, con unas limitaciones concretas, pero en el fondo es una película de amistad y de personas. A mí me interesan esos vínculos personales en cualquier tipo de ámbito. Lo que estoy escribiendo ahora mismo no tiene nada que ver.
- Tú entras en el mundo audiovisual a través de los videoclips y, después, de la publicidad. ¿Crees que en Libélulas has mantenido alguna estética de los videoclips y la publicidad o has roto con ese formato y te has adaptado al de película?
- El formato película está presente al 100 %. Claro que habrá influencias, pero me influencio de todo el cine que he visto, de todos los videoclips que he visto y he rodado, de toda la publicidad... En la publicidad aprendes a sintetizar, en los videoclips aprendes a buscar la estética y a sacar partido de los entornos y a esa libertad creativa que te generan, y en el cine tienes que contar historias y dirigir actores. Todos extraemos algo de nuestro pasado. Igual que en cada frase del guion que, aunque yo no soy parte de esos personajes, algo mío habrá.