VALÈNCIA. Escupitajos, huevos y lanzamiento de piedras contra cristales. Esto son algunos de los ataques que llevan meses sufriendo propietarios y empresas gestoras de apartamentos turísticos en València. Un "acoso" que, por el momento, no ha provocado daños personales, pero que desde el sector temen que se agudice ante el auge de la turismofobia y la "demonización" que aseguran estar sufriendo. Al principio, eran casos aislados, pero poco a poco son cada vez más los afectados por este "vandalismo". Existe mucha frustración y miedo. "Solo queremos trabajar", remarcan algunos de los afectados.
Lo cierto es que los pisos turísticos están en el punto de mira ante el auge del turismo en muchas ciudades españolas. Tanto es así que el debate ha llevado a cambiar su regulación en autonomías como la valenciana, mientras que a nivel nacional también el Gobierno ultima una serie de medidas para tratar de controlar el incremento de unidades en el país y, una de ellas, pasaría por un registro estatal de este tipo de viviendas y una modificación de la ley de propiedad horizontal.
Precisamente esta semana, la Generalitat Valenciana presentaba el nuevo decreto para regular las viviendas de uso turístico en la Comunitat Valenciana, que prevé mayor autonomía de los ayuntamientos para decidir el modelo de ciudad que quieren y limitar el uso de estos inmuebles. También incluye sanciones más duras con multas de hasta 600.000 euros o la prohibición de los cajetines para llaves y la obligación de ofrecer servicio de recepción. Asimismo, el Ayuntamiento de València aprobó hace meses una moratoria a la implantanción de pisos turísticos. Una suspensión temporal de licencias que tendrá la vigencia de un año mientras la concejalía de Urbanismo modifica el planeamiento para introducir restricciones permanentes.
Y es que muchos consideran que son parte del problema del acceso a la vivienda porque mucha oferta del mercado residencial tradicional se ha pasando al vacacional, bajando el stock disponible. Unas acusaciones que rechaza el sector, que lamenta el señalamiento constante, y asegura que son una actividad regulada y legal. A su juicio, se está generando un odio hacia ellos que ya ha tenido como resultado ataques contra las propiedades. "Se está generando una turismofobia que hace daño. Somos trabajadores que solo queremos trabajar porque, aunque se habla de especulación, solo hay 3-4 grandes tenedores, la mayoría del tejido empresarial somos pequeños particulares", lamenta Ana Bueso, propietaria de dos apartamentos turísticos en la ciudad.
En su caso, regentaba durante 27 años una peluquería en un bajo comercial en el barrio de la Zaídia. No obstante, hace unos años decidió partirla en dos locales separados y uno de ellos reconvertirlo en piso turístico. Y es que por problemas de salud ya no podía ejercer su profesión como antes y buscó una nueva vía de negocio. En esta primera experiencia no tuvo problemas con su primer alojamiento. "A la gente le gustó y no tuve ningún problema", señala.
Sin embargo, a finales del año pasado tuvo que ser intervenida y la enfermedad le impidió continuar con su negocio. "Me tuve que reinventar porque aquello era mi sustento y mi medio de vida", subraya. Así, transformó la otra parte en un segundo piso turístico. Y ahí llegaron los problemas. "He recibido un bombardeo de policías, pero siempre les he entregado la documentación y no he tenido problemas porque todo es legal. Tengo en la puerta mi licencia y todo en regla en base a la normativa", incide.
El hostigamiento se recrudeció al mes de abrir. "Empezaron a escupirme en la fachada, en la puerta, a ponerme pegatinas de 'especuladores de barrio' y me han roto varias veces la caja de seguridad", detalla. También sus huéspedes han tenido que vivir situaciones complicadas. "En una ocasión, a las dos de la mañana tocaron el timbre y rompieron la caja. Los clientes estaban dentro y lo vieron todo. Esto me está provocando malas valoraciones y amenaza mi negocio", lamenta.
Asegura que se trata de grupos organizados de barrio, pero reconoce que también cuenta con apoyo de vecinos dado que hay muchos vecinos que están con ella. "Hay mucha gente en el barrio que me apoya y que le parece fenomenal este modelo porque muchos bajos comerciales han estado años cerrados y esto le da mejor imagen al barrio", asegura para pedir que cesen los ataques.
Pero no solo propietarios están padeciendo daños, sino también compañías dedicadas a la reconversión de bajos comerciales en pisos turísticos. En este sentido, Raúl Alarcón, de Haux Group, empresa valenciana especializada en construcción de vivienda, explica que lo más suave que le ha ocurrido en estos últimos meses son abucheos e insultos en reuniones de asociaciones vecinales. "Nos hemos convertido en un cáncer", lamenta.
Pero las críticas son la menor de las consecuencias. En dos obras que está llevando a cabo, una en el barrio de Amistat y otra en la Saïdia, han lanzado piedras contra los cristales de la propiedad que está ejecutando, provocando roturas y grietas en el mobiliario. "Un vecino avisó al jefe de obra que había visto como lanzaban una piedra al grito de 'putos apartamentos turísticos'", detalla. En ese momento no había nadie en la obra, pero teme que la crispación vaya a más y la próxima vez no haya tanta suerte.
"Esto no parará hasta que no dejen de meter gasolina a este tema. Nos culpan a nosotros de que antes se pagaba el alquiler a 400 euros y ahora a 800. Somos todos culpables del problema de la vivienda menos los que toman las decisiones y regulan con las leyes", ironiza. "Por desgracia, la vía rápida es la violencia. Es lamentable", señala.
Para defenderse, su empresa ha instalado pladur para proteger los cristales y ha vallado los contenedores que tienen las piedras y los escombros. "No podemos hacer mucho más que rezar para que cuando cada mañana llegamos a las obras no haya otro ataque. Nosotros solo somos una empresa que hace su trabajo", subraya. Además, defiende que el modelo de los apartamentos revitaliza barrios y da una segunda vida a locales comerciales vacíos. "El 95% de los espacios que hemos transformado eran un nido de porquería y la mayoría llevaban años cerrados. El comercio se vienen abajo porque la gente compra en Amazon y grandes superficies no por los apartamentos", remarca Raúl Alarcón.
Pero, además, insiste en que el perfil de usuario de los apartamentos turísticos consume en barrios, por lo que "revitaliza zonas olvidadas". En este sentido, desde la Asociación de Viviendas de Alquiler para Estancias Cortas (Avaec), señalan que un estudio sobre el impacto del turismo en el comercio minorista en el año 2023, elaborado por la Oficina de Comercio Pateco, refleja que los turistas alojados en segundas residencias o pisos turísticos realizaron aquel año un gasto estimado en 1.448 millones de euros y la mayor parte va a la adquisición de productos de alimentación y consumo diario. "Es otro concepto de alojamiento en el que el huésped busca experiencia local y consume en el barrio", insiste.
El problema, considera, está en los pisos ilegales y aquellos que no están regulados, pero no en los que cumplen con todo lo que exige la normativa. Y más teniendo en cuenta que en muchos casos son propiedades de particulares que buscan una renta. "Esto en realidad en la democratización de la inversión hotelera, que permite a rentas medias adherirse y obtener una pequeña rentabilidad", expone. De hecho, lamenta la moratoria en València porque conoce casos de familias que han invertido ahorros en proyectos que se han quedado parados y, sin embargo, ahora deben abonar esas hipotecas y vivir ahogados.
"Esta turismofobia no tiene sentido. No entendemos que se trata tan mal a un sector y una industria que aporta el 17% del PIB en España que ayuda a mejorar las ciudades. Parecemos delincuentes, cuando la mayoría solo hacemos nuestro trabajo", subraya.