VALÈNCIA. En la intimidad de una habitación ocurren cosas inéditas, relatos que la gente se lleva a la tumba, sensaciones que intraducibles. Puede ocurrir con dos o más personas, o solo con una, y no necesariamente en un dormitorio. Puede darse en una casa propia o ajena, y puede tener diferentes consecuencias. Pero sobre todo, una intimidad puede llegar pero también puede buscarse. ¿Qué es la intimidad?
La artista portuguesa Raquel André lleva siete años preguntándose precisamente eso, qué es la intimidad. Lo hace a través de un dispositivo escénico en el que recopila unas 1.000 fotos de 287 encuentros que ha tenido para su megaproyecto. Son citas, encuentros con personas desconocidas con el propósito de tener una respuesta. La artista ya avanza que: “en realidad, la pregunta sí tiene contestación: la intimidad cambia con cada persona, por eso el proyecto nunca tendría final”.
10 Sentidos ha instalado en La Mutant uno de los nodos de Amantes, que André también traduce en un monólogo de teatro y en un libro. En todos ellos cuenta este proyecto que empezó en 2014, y que consiste en quedar con personas desconocidas: “si me quedo bastante tiempo en la ciudad, hablo con personas que conozco para que me pongan en contacto con personas que no; concretamos una cita y quedamos en su casa. Otras veces, cuando la visita va a ser más efímera, la organización del festival o de lo que sea que me lleva a la ciudad me alquila un apartamento y organiza las visitas con personas a las que espero en él”, explica. La mayoría de las citas duran alrededor de una hora, pero la primera llegó a alargarse hasta las 16 horas.
En ellas, André les lanza la pregunta de qué es la intimidad. A partir de ahí recopila historias, que luego son siempre anónimas y en la que caben la soledad, la euforia, el deseo o el trauma. Todas esas historias acaban con una o varias fotos, que André consensúa con la otra persona. Pueden aparecer o no, hacer algo concreto o ir disparando aleatoriamente… Todo es flexible porque todo busca encontrar un momento de intimidad. Así, en los casi tres centenares de encuentro ha creado una archivo de 7.000 fotos. “La acción en sí nunca tendría fin, pero me he puesto como límite parar de hacerlo en 2024, cuando cumpla 10 años, porque sí que me parece una tarea interesante saber qué ha ido cambiando durante una década”, comenta André.
Y es que en la intimidad de los cuerpos también están sobreimpresos nuestros tiempos. Los tiempos de las redes sociales y las aplicación de ligue (“por eso reflexiono con la imagen, porque me parece importante la relación que hemos generado con ellas en estos últimos años, donde no se sabe muy bien si las tomamos para memorizar un momento o para probar ante los demás que lo hemos vivido”), y claro, la pandemia (“nunca pensé cuando empecé el proyecto que un suceso a escala mundial que diera completamente la vuelta a la relación con los cuerpos y a la intimidad. Lo ha cambiado todo”). Los 10 años también han cambiado para ella: “este archivo también es mi historia y cómo yo he cambiado”. Dentro de ella, confiesa que algunos —pocos— encuentros hubiera deseado no tenerlos, y con las personas con las que se ha visto guarda desde una relación de amistad duradera hasta el más absoluto desconocimiento.
¿Cómo se traduce esto sobre escena? Al entrar en la sala de La Mutant, se encuentra un bloque y sobre sus tablas y reparten unos auriculares. La experiencia se vive de dos en dos, y preferiblemente con alguien con quién no se tenga una relación de cercanía (preferiblemente, en realidad, que la otra persona no sea conocida). El bloque simula las habitaciones de una casa, forradas en cada uno de los elementos de esta con las fotos que ha ido haciendo del archivo. El recorrido guiado por cada una de las habitaciones está acompañado por la voz de Raquel André a través de los auriculares, que desgrana su experiencia con estas citas. Al final, hay un momento que implica conocer más a la otra persona, una propuesta de momento íntimo que, en el caso práctico, ha provocado romances y también miradas incómodas.
“Cuando escribía esa propuesta de encuentro íntimo, no pensaba que fuera a llegar tan lejos las posibilidades. Me interesa sobre todo el hecho de que haya personas que no puedan siquiera mirar a los ojos del otro. Pero eso también plantea una pregunta: si no eres capaz de construir una intimidad, ese momento sirve para reflexionar por qué no eres capaz de hacerlo. Y si sí, ahí también tendrás la respuesta de qué puede ser la intimidad para tí”, analiza.
“El amor es elástico, instintivo, y tiene que ver con los sentimientos del cuerpo. El romance es una construcción, algo que puedes generar, que decides construir”, contesta también. Lo que ocurra en las paredes de Amantes, prácticamente se queda en las paredes de Amantes. Lo que ocurre en las mentes de quienes participan en esta experiencia inmersiva, solo lo puede controlar cada persona. Raquel André intenta, con transparencia, compartir aunque sea una colección de momentos que han valido la pena fotografiar.