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EL CABECICUBO DE DOCUS, SERIES Y TV 

Los Iglesias, hermanos a la obra: un formato de 'dark-TDT' en el prime time de TVE

Los presentadores no han hecho nada relevante en su vida como para ser famosos, su vida como famosos tampoco tuvo mucha enjundia. No son ágiles mentales, ni carismáticos, ni tienen especial conocimiento del mundo de las reformas. El programa tampoco ofrece novedades en su género, es un calco de los canónicos. Y para colmo, las casas que reforman están en Miami, bastante lejos de España ¿Qué pinta esto entonces en el prime time de TVE?

13/07/2024 - 

VALÈNCIA. Igual que le pasa a la gente con la política, me pasa a mí con la televisión. En lugar de pensar sobre problemas complejos que requieren estudio, repliegue identitario. Yo, con la tele, también estoy empezando a dimitir e irme a lo más simple. Porque el aumento de la competencia audiovisual, paradójicamente, nos ha llevado a un nicho temático. En ficción o documental, solo se produce sobre crímenes, -desde el punto de vista de la policía, los asesinos o mafiosos-, pero eso es lo único que existe. Es un género sobreexplotado y ya te preguntas si merece la pena seguir buscando fuera de los canales “oficiales” porque si te llega algo polaco, también será de crímenes, si ves lo último italiano, resulta que es de una desaparición. Todo es lo mismo. 

De ahí que me haya configurado en Pluto mi propio repliegue identitario. La plataforma es gratuita y te puedes poner de favoritos canales 24 horas de una sola serie. En mi caso, he marcado South Park, Sensación de vivir, Melrose Place, Los vigilantes de la playa, Star Trek la original y La Nueva Generación y Al salir de clase. Ese es mi repliegue identitario. Parecerá de mofa, pero yo tengo más en común y he pasado más tiempo conociendo a Mitch Buchannon o el Doctor Mancini que pensando sobre Pedro I El Cruel –por mencionar un rey castellano que me cae bien sobre el papel- y la Federación Unida de Planetas pues, ya lo siento, pero me ha importado más siempre que el Imperio Español. 

Me dirán que si me quiero recluir en series antiguas que vaya a las buenas, a Los Soprano o Mad Men, pero con esas lo que hago es lo contrario. Trato de olvidar. Estoy deseando que llegue un día que no me acuerde de casi nada después de la cantidad ingente de veces que las he visto para poder volver a ponérmelas. Además, la televisión mala es buena. Se aprende mucho de cada época. De hecho, también se puede entender nuestro tiempo a través de los tres millones de formatos sobre crímenes que con los que somos bombardeados. Sin embargo, en la actualidad hay buena mala televisión o mala televisión buena mucho mejor que la casquería con ínfulas artie de los crímenes: los programas de reformas. 

Como las series turcas, son lo que ve la gente y nadie entiende por qué. En Estados Unidos hay tal cantidad de formatos que sería imposible mencionarlos todos. Muchos de los que se compran en España son de televisiones locales, de muy poco alcance, pero tienen el suyo. Lo mejor es que muestran un montón de detalles sobre la vida en el paraíso capitalista estadounidense y ayudan mucho a no querer poner un pie ahí en la vida. Desde los desahucios e hipotecas fallidas que llevan a la gente a situaciones como vivir en un remolque, con un reformador sonriente que te lo deja precioso, a jubilaciones en baratas periferias que ves que esa gente se va a morir de asco en el culo del mundo, etc… Hay muchas situaciones indeseadas, que no les queda más remedio que aceptar a los ciudadanos estadounidenses, y este tipo de programas suponen un alivio para el espectador, un pequeño bálsamo, de que todo se puede endulzar en esta vida.

Eso no quita que haya triunfadores, gente que quiere revitalizarse y para ello reforma su casa. Hemos visto toneladas de ricos poniéndose jacuzzis. De hecho, había un programa de poner jacuzzis y piscinas personalizadas. Pero generalmente les ha bastado con alguien salado que le deje un salón diáfano al cliente y le ponga una barra en la cocina, junto a alguna decoración sobre tu pasado. Si has sido bombero, una manguera clavada en algún tabique que sobreviva a la fiebre diáfana. 

Con estos antecedentes, llega Hermanos a la obra, un programa de reformas estrenado justo después de un partido de fútbol de seguimiento masivo, 71%, con lo que marcó un 15% de audiencia, que es aceptable, pero si llegas a ella sin ayuda de la Eurocopa. Veremos la semana que viene. 

El gran reclamo del que tira la televisión pública para este espacio son dos hijos de famosos de toda la vida, Chábeli y Julio Iglesias Jr. Y las novedades, pocas. Es un programa de reformas ortodoxo, canónico. Es calcado de los estadounidenses, hasta tal punto que se ha grabado en Miami. Es un poco como los grupos de rock españoles que cantan en inglés, que ni ellos saben lo que dicen. Si un programa de reformas tendría sentido en el prime time nacional sería haciendo las reformas aquí. En nuestras casas con gotelé. 

Si Chábeli coge el segundo domicilio de una mujer que quiere destinarlo al alquiler turístico y se lo pone bonito reformando baños de los años 70, sería para no perder detalle. También, se montaría la de dios es Cristo. Pero eso es lo que hacen en Estados Unidos, coger situaciones reales y meterle las reformas. Hay programas que son especulación pura, comprar, reformar y vender más caro (Flip o Flop o Love it or list it). Salen las cifras en pantalla. Eso aquí también habría tenido interés, pero estaría mal visto. 

No lo tragaríamos porque el problema de la vivienda está asfixiando a una parte importante de la población e impidiendo vivir cerca de su centro de trabajo a muchas otras. Enfocar el tema desde el negocio que supone esa situación, aquí sería indecente. Pero en Estados Unidos eso no les importa. En ese país, y en Canadá, que también provee, manda el dinero. 

Lo que quiero decir con esto es que, dadas las circunstancias, si no te metes en lo local, aunque sea arreglando casas antiguas de gente humilde que necesite alegrarse la vida –formato que sí ha tirado en otros países-, de lo que nos hablan nos suena a chino. 

Intentos de hacer algo autóctono ha habido. Me vienen a la mente dos, Masters de la reforma, en modo reality en Antena 3, que tuvo una audiencia media de un millón por gala. Y Escuela de Decoración, que sí que apostaba por situaciones como hacer bonito un piso de 20 metros cuadrados en España, pero que ahí anduvo, por las mañanas, cosechando sus 2% o 3%. 


Se supone que aquí el interés añadido está en las confidencias que con microdosis van soltando los hermanos Iglesias sobre sí mismos y sobre su relación. Encanto desde luego no tienen, tampoco carisma ni agilidad mental. Chábeli parece una estudiante de audiovisuales de primer año en sus narraciones. Su personalidad no es apasionante y detrás de ambos lo que hay es una gran nada, aunque Julio José sacara algunos discos en su día están a años luz del éxito de su hermano Enrique, de hecho, su carrera como famoso es más extensa que su fama como profesional. Desde ¡Mira quién baila! en 2007 lleva encadenando realities. 

Entonces, si el formato del programa lo hemos visto seiscientos millones de veces, si los presentadores no tienen interés y si los casos que se presentan son en Miami, no en España, y nos son ajenos, la pregunta es ¿pero qué requetecontranarices hace esto en el prime time de Televisión Española? Su lugar sería una canal de TDT con una numeración de tres dígitos. La dark-TDT. Vista la imaginación y la audacia de los programadores, igual lo próximo es una Teletienda con Nacho Cano vendiéndonos therapy pillows, máquinas de afeitar el pelo de la nariz y las orejas y gafas para conducir de noche. Me da que va a necesitar posibles para abogados.

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