ALICANTE. Los anales de la historia requieren situaciones y lugares emblemáticos para ser escritos de manera épica. Los Enemigos, con casi 40 años de carrera a sus espaldas, merecen más de dos renglones de esa historia de la música nacional y un concierto en un baluarte de un Castillo es una buena forma de significar lo que Josele Santiago, Fino Oyonarte, David Krahe y Chema "Animal" Pérez han supuesto, y suponen. para el rock nacional.
Ante más de 600 personas, dieron un espectáculo de los de antes, adaptado a horas y circunstancias que el público que ha crecido con ellos, agradece. Seguramente, hace 40 años, nadie de los presentes concebiría un plan de domingo al mediodía con Septiembre o Señora como banda sonora. Pero aunque en otras muchas cosas, Los Enemigos no se han adaptado a las modernidades, con lo de madrugar sí que han hecho una excepción. Y quizá, justamente, eso, le de un toque diferente a todos los conciertos que han tocado por estos lares desde el día que inauguraron la Sala Stereo hace más de 20 años.
El negro sigue predominando en el tono de las camisetas, hay más coros que coreografías. Se nota que las escuchas son más propias de quien levanta la aguja del tocadiscos cien veces que de los que consumen compulsivamente hits en Spotify. Y eso, hizo que muchos de los presentes se retrotrajeran a tiempos en los que los conciertos eran otra cosas.
Pero hay factores como la nostalgia que convierten cada canción en un himno que relaciones con un momento concreto de tu vida. Lo que demuestra que es más efectiva una escucha en condiciones, que mil sin ganas. Porque en esa simbiosis evidente en cada uno de los presentes, el sentido de No se lo cuentes, Sin hueso (sin los Planetas) o Desde el jergón, más que envejecer, han madurado bien.
Con 10 discos en cartera, obviamente, faltaron muchas. Pero se disfrutaron todas. Con mención especial a La cuenta atrás y Siete mil canciones que resucitaron los alientos de todos los presentes, cuando empezaba a parecer que el aliento agonizaba.