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tribuna libre / OPINIÓN

Lo que todavía no desaprendimos, a pesar de una pandemia

5/12/2021 - 

VALÈNCIA. Veinte meses después de la mayor crisis sanitaria que muchos hemos conocido, y con casi el 90% de la población vacunada frente a la COVID, la urgencia imperativa de centrarse exclusivamente en atender al drama nos ha dado una tregua que deberíamos aprovechar para empezar a pensar en lo importante.

Ya en 1974, el ministro canadiense Lalonde, en su informe sobre los determinantes de la salud, explicaba que los sistemas de salud de un país eran el factor que menos influencia tenía sobre la salud (11%) y, sin embargo, era al que más recursos se destinaba (90%). 

Los gobiernos no deberían entender la sanidad, como una acción pública basada casi exclusivamente en sostener un excelente sistema reparador de la salud, que se dota de centros con personal sanitario de una profesionalidad y calidad humana indiscutible. 

La Sanidad es algo más y, durante demasiado tiempo, la Salud Pública ha sido su hermana pobre. Bastaría con ver en los presupuestos de cualquier Comunidad Autónoma el porcentaje que ocupa la Salud Pública respecto al montante global de la sanidad. Pero el Estado ha hecho también lo propio con las poquísimas competencias que le quedan en esta materia. Sería suficiente, para comprobar la poca inversión que le ha merecido la Salud Pública, ver en la Relación de Puestos de Trabajo el poquísimo personal sanitario con que cuenta la Sanidad Exterior para hacer frente a los riesgos transfronterizos. 

La pandemia debería ayudarnos a desaprender cómo se ha tratado a la Salud Pública y, desde todas las instituciones, debería abordarse desde el concepto one health”, porque la salud humana y la sanidad animal son interdependientes y están vinculadas a los ecosistemas en los cuales coexisten. 

Una dieta descuidada que favorezca la aparición de obesidad, la diabetes o la hipertensión. El estrés de una vida cotidiana laboral insana. El sedentarismo y no prestar la importancia que merece el ejercicio físico. El crecimiento mundial de la población, la expansión a nuevas áreas geográficas y los movimientos transfronterizos de la población. Los residuos en alimentos procedentes de malas prácticas agrícolas, ganaderas o industriales, los antibióticos y otros antimicrobianos utilizados de manera abusiva en la ganadería. Los vectores de enfermedades, la pérdida de biodiversidad y el desequilibrio de ecosistemas en que proliferan patógenos en huéspedes no habituales. La deforestación y la pérdida de sumideros de CO2, la contaminación atmosférica, la del agua o el cambio climático, son ejemplos de factores que determinan el estado de salud de la población y que deberían abordarse de manera integral por equipos multidisciplinares en el marco de una política única.

Es necesario invertir recursos en Salud Pública y que los gobiernos entiendan que de nada servirá tener un excelente sistema reparador de la salud si no se invierte en "one health", porque si aparece una bacteria multirresistente a los antibióticos hospitalarios de última generación, en ese momento retrocederemos a 1897 y tendremos que decidir entre morirnos de un dolor insoportable de cadera o arriesgarnos a una operación en la que probablemente vayamos a morir por una infección. 

Miguel Aragón Dolz es funcionario del Cuerpo Nacional Veterinario

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