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reflexionando en frío / OPINIÓN

Liberalismo

8/03/2020 - 

Alemania, 1961. Miles de ciudadanos migran cada día desde el lado oriental al occidental, para coexistir en un espacio mejor, en un mundo más libre. Con el fin de evitar que aquello se agrave, el espectro comunista decide levantar un muro y polariza la urbe berlinesa fragmentándola con una pared de hormigón armado. Hasta que se tumbara en 1989, esta muralla, separaba dos realidades antológicas. Mientras en la Alemania Federal, la democracia y las libertades se consolidaban, en la Alemania Democrática, subyugada por la Unión Soviética, los berlineses estaban perseguidos, censurados, y el Estado controlaba todas las parcelas de la vida de los ciudadanos. El colmo es que se autodenominaban democráticos… Ya se dice que el hábito no hace al monje…

Por mucho que todos los regímenes despóticos se empeñen en poner el apellido 'democrático' a sus enclaves, la realidad es que nunca serán paradigma de liberalismo. Estoy empezando a creer que existen diferentes atributos comodín, que se utilizan por doquier, banalizando su significado al aplicarlo a realidades o episodios que poco tienen que ver con lo que de verdad soslayan dichos vocablos. Esta semana, por ejemplo, escuchaba una y otra vez durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, decir a las ministras Montero, Montoro y Celaá -que bien habría quedado que se llamara Montera-, llenarse la boca con elementos como ´libertad´ ´democracia´… Se amparaban en dichas cualidades, para defender las dos disposiciones estrella que se encuentran en el ojo del huracán: la ley de libertad sexual, y la ley de educación.

Normas, que por mucho que se empeñen en presumir de sus aires liberales, son preceptos que coartan la autonomía de los hombres en el caso de ley de libertad sexual -el catedrático de Derecho Penal, Gonzalo Quintero Olivares, ya ha destacado que lo que se pretende con esta disposición es enfrentar a los hombres contra las mujeres, y la de los padres en cuanto a la de educación. Cuándo nos daremos cuenta de que el socialismo esencialista no busca la libertad individual, sino que el Estado meta la cabeza en todos los aspectos de la existencia terrena. Quizá por eso se encuentre en decadencia… No se percatan de que el ser humano es libre por naturaleza, de que, esta en nuestro instinto progresar. Solo se es capaz de avanzar, con libertad. En palabras de Uwe Tellkamp, autor de La torre, una radiografía literaria sobre la República Democrática Alemana, “Es llamativo ver como una utopía como el socialismo se trasforma en otra cosa”. Seguramente esta sea la razón, por la que unos anticapitalistas han increpado este miércoles a Pablo Iglesias durante una conferencia en la Complutense para recriminarle que no han cumplido de momento nada de lo que prometieron.

Viven en un oxímoron continuo. Una contradicción permanente, en la que cuando dicen libertad en realidad piensan en opresión, y que al reflexionar en democracia confiesan una verdadera dictadura. Tiranía, que se pasa por el arco del triunfo saltándose los albores de la verdad, la presunción de inocencia en el caso de normas como la de libertad sexual. No dicen libertad, rezan imposición. Duermen en democracia, pero anhelan despertarse en una autarquía. Luis María Ansón, miembro de la Real Academia Española, lo reflejó minuciosamente en una columna titulada La que se avecina, en donde el académico señala como la izquierda radical latinoamericana quiere hacerse con el control de sus patrias con una estrategia acordada en el Foro de Sao Paolo celebrado en 1990 y la implantación en España de este modelo por parte del ejecutivo actual. Para ello, como relata el intelectual, debían maniatar a todos los poderes. Empezando por el legislativo, pasando por el judicial, y terminando con el mediático, interviniendo en todos los medios de comunicación purgando a los disidentes y opositores.

Sánchez, osea se Iglesias, es decir Maduro, ansia instaurar esa política -apolítica, mejor dicho-, en nuestras fronteras. No quiero alarmar a nadie, ya tenemos suficiente con el coronavirus -por cierto, poco se habla de cómo el Ejecutivo autonómico y nacional ocultó a la primera víctima mortal por el patógeno-, pero hace pocas fechas, el Presidente del Gobierno y su Vicepresidente se pusieron de acuerdo para criticar a los medios de comunicación. Al mismo tiempo que el líder del PSOE atacaba a “la prensa conservadora”, el de Podemos hacia lo propio, pero iba más allá amenazando con la cárcel a todos los periodistas afines a las cloacas del Estado, es decir, a aquellos que no le bailan el agua. ¿No es este el que reprende a Santiago Abascal cuando señala que Quim Torra debería estar en prisión? Ahí amigo… Como me dijo un allegado al contarle que un exalcalde socialista me había intentado amedrentar vía telefónica tras una columna en la que le mencionaba de manera poco cariñosa, el que no quiera prensa libre que se vaya a Corea.

Porque es muy sencillo adornar las frases con palabras bien sonantes. A nadie le amarga un dulce. Lo complejo, es hacer que los mensajes concuerden con los hechos. Resulta maravilloso ver como todos estos progresistas acuden en masa a manifestaciones feministas, o justifican la creación de una ley como la de libertad sexual poniendo a modo de pretexto que esta legislación ha sido impuesta por el Convenio de Estambul, pero a la par, vaya paradoja, y teniendo en cuenta que dicho acuerdo especifica en su artículo 12.5, que “Las Partes velarán por qué no se considere que la cultura, las costumbres, la religión, la tradición o el supuesto “honor” justifican actos de violencia incluidos en el ámbito de aplicación del presente Convenio”, no dicen nada de las mujeres que son denigradas por la religión musulmana. Y no solo eso, sino que felicitan el Ramadán a los islamistas. Luego estos son los que enervan al recordar los tiempos del franquismo cuando las españolas vestían tapadas y de negro, y critican a Isabel Díaz Ayuso por plantarse en Arabia Saudí a cara descubierta.

Tolero toda ideología política, pero detesto la mentira. No son ni de izquierdas, ni demócratas, ni liberales. Son una panda de déspotas desilustrados.

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