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Álex Rigola: “Asumo mi machismo petrificado en todo mi ser”

El director de escena catalán propone una instalación sobre violencia machista que es un vuelco a la conciencia

15/05/2019 - 

VALÈNCIA. Toda vez que se plantea una alternativa de ocio, ya sea en el cine, en el teatro o en la música, a la audiencia se la provee de etiquetas. Bien se le informa sobre el género, bien se compara la oferta con otro producto cultural ya conocido. La nueva propuesta de Álex Rigola es una instalación escénica y documental de 55 minutos de duración en la que media docena de espectadores realizan un recorrido de 12 espacios. Desde la superficialidad se le puede asimilar a la serie de libros juveniles Elige tu propia aventura o a los juegos en grupo escape room. Pero profundizando en la materia que aborda y salvando en extremo las distancias, Macho Man estaría más próximo a un Pasaje del terror. La obra, programada en el Centre del Carme hasta el 19 de mayo en el contexto del Festival 10 Sentidos aborda la violencia machista. Su creador asegura que a la salida del laberinto, el espectador no volverá a ser el mismo. 

- ¿Cuál es el último micromachismo que has presenciado?
- Un chiste. 

- Como yo. ¿Qué me aconsejas si el gracioso de turno es un amigo o un familiar?
- Dile que no tiene gracia. No te preocupes, no vas a estar sola al afearle la conducta, lo he visto antes, tarde o temprano alguien te va a secundar. Muchas veces apartamos nuestra ética a favor de una conciliación laboral, personal y de amistad, pero no podemos dejar pasar según qué comentarios, porque el micromachismo es lo que termina fomentando un machismo más extremo. 

- Has declarado que la razón última por la que has desarrollado esta propuesta es que no quieres que tu hija viva en un mundo como el actual. ¿Qué hay de tu hijo?
- Evidentemente, miro de educarlos a los dos de la misma forma, pero la que sufre los estragos de esta violencia es ella. Quiero que quede libre, pero el cambio de mentalidad necesario ha de ser tan grande... Hay gente que cae en la estupidez de decir que hay hombres que también sufren, pero es imposible hacer una instalación así con un cambio de género: no habría material para algo parecido. Los datos respecto a la violencia infligida a la mujer son aterradores. 

- Dame un par.
- La violencia machista provoca el mayor número de muertes en el mundo en mujeres de entre 14 y 45 años. Es más dañina que cualquier guerra o enfermedad. Otro dato es que la principal causa de fallecimiento en las mujeres embarazada es a manos de su pareja o ex pareja. No hay piedad en la Tierra. Es insoportable.


- No será porque no se nos informa diariamente en la prensa… ¿Por qué piensas que una obra de teatro puede impactar de manera diferente?
- En el día a día parece que no acumulemos, que no tengamos conciencia. Pasamos página, llegamos a la sección de deportes y el diafragma se ha acelerado poco. 

- ¿Qué responderías a los que piensen que la obra está destinada especialmente a hombres?
- Que esta instalación es para todos. porque en el fondo es una situación tan incrustada en nuestra sociedad, que muchas mujeres no tienen conciencia. Hay personas, normalmente hombres, que me dicen que las feministas están muy cabreadas. Y yo respondo que por supuesto. Que gritan. Pues claro. Dejaré de compartirlo el día que no seamos diferentes desde nuestro nacimiento, desde el día en que en el parto una persona deje de tener muchas más posibilidades por el mero hecho de ser hombre. 

- Has trabajado con material muy delicado, ¿cómo has evitado caer en el oportunismo?
- Por un lado está la cuestión ética. Hemos encontrado documentos sonoros espeluznantes, pero no es cuestión de querer impactar a cualquier precio. Y por otro, el aspecto dramatúrgico. Esto es, según qué documento elija, voy a inhabilitar al espectador para seguir el viaje. Si algo dominamos en el territorio escénico son las emociones y los afectos, así que el objetivo es intentar llegar hasta el tuétano sin traumatismos visibles. 

- ¿Cómo animarías a un espectador a ver una obra de la que sabe que va a salir devastado?
- Esta experiencia es única en el mundo, no hay otra parecida en defensa de la igualdad de género. La razón es que ya hace años que estoy cambiando mi formato escénico, porque me aburre bastante el teatro clásico. Lo que busco es que el espectador haga viajes mentales y también físicos. En este caso, se desplazan y tienen una vivencia emocional, pero además, ellos mismos forman parte de esta historia al interactuar con los espacios. 

- ¿Aconsejas realizarlo acompañado de conocidos o de desconocidos a fin de evitar cualquier reproche propio o ajeno?
- Se puede hacer en solitario, pero es bueno compartirlo con amigos, con pareja o en familia, porque va a dar tema de conversación para el resto del día. No va a haber ningún otro espectador que intente hacerte sentir culpable. Tampoco la actriz que guía el recorrido. Pero inevitablemente vas a sentirte responsable, porque formas parte de la sociedad. La idea es saber si todos hemos hecho lo que estaba en nuestras manos.

- Las creadoras españolas de artes escénicas ya habían reflexionado sobre la violencia de género y las nuevas masculinidades, ahí están Sol Picó con Dancing with Frogs, Eva Zapico, con Medul·la, e Isabel Vázquez, con La maldición de los hombres Marlboro. Y ahora se da la coincidencia de tu pieza y de Jauría, para la que Miguel del Arco se ha inspirado en el caso de La Manada. ¿A qué crees que responde la incorporación del hombre al debate en la escena?
- Hasta ahora, la denuncia en las artes escénicas la habían realizado las mujeres, pero no creo que tenga que ser exclusivo de ellas. Es interesante abordarlo desde la mentalidad masculina y es labor de todos trabajar por este cambio. Una vez asumidos derechos fundamentales, como votar, y tras la implantación de una serie de normas legales que teóricamente nos igualan, se ha reconocido que aún queda mucho por hacer. Por primera vez hay una toma de conciencia. Esta coincidencia de obras es la respuesta al trabajo de generaciones y generaciones de mujeres luchadoras. Han conseguido que se haga visible un problema invisible hasta el momento: la desigualdad de género. 


- ¿Piensas que has dejado de ser machista?
- No. Es un problema educativo y social. Asumo mi machismo petrificado en todo mi ser. Nunca he llegado a ningún tipo de extremo, pero sí he podido hacer chistes. A partir de ese reconocimiento, estoy intentando cambiar y ayudar a visibilizar el problema. Y eso me hace ser optimista.

- ¿Hay razones para el optimismo cuando en la provincia de València más del 11% de los votos han sido para Vox?
- El tanto por ciento no me extraña: antes toda la derecha estaba concentrada en un mismo partido y ahora se ha dividido entre tres, pero la ultraderecha no es nueva, ya estaba latente en el PP. De todas formas, soy optimista empezando por mí: este discurso tan claro que tengo hoy no lo hubiera podido tener hace 10 o 15 años. Hay un avance de algunos de nosotros, tomando conciencia y accionando para provocar cambios. 

- El partido en cuestión insiste constantemente en la abundancia de denuncias falsas por violencia de género, cuando según la Fiscalía General del Estado, sólo supusieron el 0,01% del total en 2017. ¿Cómo aconsejas rebatir las fake news a este respecto?
- Contestando con la verdad. Evidentemente, siempre habrá quien no quiera ver lo que hay delante. Y lo tiene fácil, porque hasta ahora ha sido así por siglos y siglos. Al final todo pasa porque cada uno de nosotros ponga su pequeño granito de arena. Has de activarte tú. No podemos esperar a que los políticos nos muevan, sino que hemos de ser nosotros los que movilicemos a los políticos. Hay leyes que hace dos décadas serían impensables, pero hoy en día aquí están. Hace menos de un año se subió el salario mínimo interprofesional. Y a pesar de ser uno de los más bajos de Europa, unos cuantos decían que esta medida era una locura. Pero se ha demostrado que no ha supuesto ningún impacto negativo. Vamos a ver ahora si se atreven a bajarlo en caso de volver al poder.

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