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en la frontera / OPINIÓN

L'Escorxador, Las Cigarreras y alguna que otra memez

21/01/2024 - 

El otro día se presentaba la programación del complejo de L'Escorxador de Elche a cargo de la concejala de Cultura Irene Ruiz y del director José Luis Más. Y me vino a la memoria cómo este centro se abrió a finales de los noventa con vocación de ser un referente regional, incluso más, para la exhibición y producción de cultura contemporánea, y así fue en los primeros años: días de gloria con Paco Sarabia y con Alicia G. Núñez. El primero sabe de todo/todísimo, lo siente, y la segunda es periodista, poeta, escritora y artista sonora entre otras cosas. El nivel fue más que notorio: salían reseñas de Elche en medios y guías de ocio de ámbito nacional. Eso ya nunca se ha repetido. Sarabia se despidió con un inmenso documental y posterior coloquio sobre Israel Galván. El PP, Mercedes Alonso, accedió a la Alcaldía en 2011 y la cosa se fue desinflando lentamente con David López, estimado. Demasiada modernez para Mercedes, no para David. Programación demasiado cara, demasiado exquisita, demasiado de todo... PSOE/Compromís siguieron en la misma tónica: desidia, presupuesto raquítico y a cumplir con el expediente. Y seguimos, grosso modo, y con excepciones, en las mismas. Sobredosis de teatro amateur en medio de un revoltijo más o menos correcto. Hay excepciones, ojo. El ciclo de música indie que se celebra en verano. Y algo de danza contemporánea.

En 2010 se abrió en Alicante, con la misma filosofía inicial que L'Escorxador, el complejo de Las Cigarreras, cuando era concejal de Cultura Miguel Valor y alcaldesa Sonia Castedo: es decir, el PP. La primera gestora fue Gertru Gómez. Se deshizo el estereotipo de que la cultura contemporánea era incompatible con la derecha. Ahora hay temor y regresión con Vox (caso del Consorcio Valenciano de Museos, menudo pollo). Pero el PP, que yo sepa, no es la extrema derecha. Vox, sí.

Las Cigarreras absorbió incluso ciclos y certámenes desechados en L'Escorxador. Recuerdo, por ejemplo, el festival de perfo-poesía No Somos Tan Raros, impulsado entre otros por Manolo Macià (siempre recordado y querido)  que se trasladó en 2013 de Elche a Alicante cuando se cumplía la cuarta edición. Estrella invitada: Santiago Auserón, Juan Perro. Pasaron los años y ahora se celebra en Las Cigarreras Bello Público, un certamen poético experimental y heterodoxo. En este asunto, como en otros, Alicante le ha comido la tostada a Elche. No sé si en la cumbre, borrascosa, que mantuvieron recientemente Luis Barcala y Pablo Ruz para sincronizar actuaciones entre ambos municipios se habló de compartir proyectos culturales... lo dudo. La coreógrafa Asun Noales, directora de la compañía Otra Danza e impulsora de Abril en Danza, ha tenido que pedir apoyo a Murcia ante la racanería que se gastan los ayuntamientos de Elche y Alicante, y la Diputación de Alicante. De eso no se habló en la cumbre. Noales, que nos ha traído dos especies de máster-class de monstruos como Cesc Gelabert y Sol Picó. Y una delicatessen absoluta: la intervención en el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante (MACA) del artista israelí Sharon Freedman. Todo ello en compañía de Rosa Castell, gestora del Museo.

Y en todo este estado de cosas, que es a lo que iba, leo y oigo una cosa que me llama poderosamente la atención: la concejala ilicitana de Cultura, la citada Irene Ruiz, asevera que la programación diseñada para L'Escorxador en los próximos meses se va a centrar en captar un "público amplio" entre 12 y 50 años. Una memez como un piano. No sé quien le ha escrito semejante astracanada. Me cansa explicar lo obvio: la cultura no tiene límites de edad. Me he sentido hasta ofendido en tanto en cuanto sobrepaso con creces los 50 y soy usuario, malgré tout, de L'Escorxador. No sé si reclamarle al Consitorio ilicitano una indemnización por daños psicológicos, también morales. Edadismo. Quien haya puesto lo de los 50 años se ha cubierto de gloria, lo siento.

Me recuerda todo esto a la discoteca de Alicante que el pasado mes de diciembre vetó la presencia de una veintena de mujeres maduras bajo el argumento de que les afeaban el cotarro, grosso modo. Ana Rosa lo difundió a los cuatro vientos y se armó la marimorena. Mariola Sabuco, subdirectora del Información, se encabronó viva y escribió un artículo ajustando cuentas. Creo recordar, si la memoria no falla, que la disco en cuestión estaba especializada en música ochentera. Mariola, química de formación y periodista (grande) de vocación, empezó su carrera pinchando música ochentera y muy moderna en la radio pop que entonces regentaba Radio Elche. Tiene más de 50 tacos... paradójico edadismo. Servidor, que viajó a Portugal ad hoc para disfrutar de Lou Reed, se encuentra en estado de shock.

La Conselleria de Sanidad que preside Marciano Gómez está de moda. Gran coetá de anuncios y reanuncios, algunos obvios como que el dominio del valenciano no computará en los concursos y oposiciones de médicos más que la formación, incluidos másters y doctorados. Será mérito, no requisito, algo que ya dejó bastante claro el PSPV-PSOE, en boca de Gabriela Bravo,  pese a las tremendas presiones de Compromís: fue semanas antes de perder las elecciones autonómicas de mayo de 2023.  Y ya lo deslizó Carlos Mazón al poco de tomar posesión como presidente del Consell de la Generalitat. En el contexto de esta gran coetá, me quedo con una cosa: el compromiso del psiquiatra Bartolomé Pérez Gálvez, director de la Oficina de Salud Mental, con el anuncio hace un par de semanas de poner en marcha 30 hospitales de día para menores y jóvenes con problemas de trastornos de conducta (incluidos los alimentarios, una plaga). Todo ello hasta alcanzar un presupuesto, nada desdeñable, de 724 millones de euros. Pérez Gálvez lleva fama de serio, de humanista, y de persona muy comprometida en lo suyo. Eso es lo que dejaba traslucir en sus artículos periodísticos. Ojalá sea verdad. Recemos.

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