BENIDORM. Si hay alguien que conoce el comportamiento del turismo de Benidorm de los últimos años es Leire Bilbao. Lleva desde el 2014 al frente de la Fundación Visit Benidorm, la encargada de vender en el mundo la imagen de la capital turística de la Comunitat Valenciana. Aúna los intereses públicos y privados, donde las aportaciones del Ayuntamiento de Benidorm y de los empresarios del sector mantienen a flote esta organización en la que han delegado gran parte de esta gestión. Una entidad que ha tenido que rehacer su estrategia para salvar la temporada.
- ¿Cómo ha ido la gestión de la imagen de Benidorm este verano tan atípico?
Uno de los objetivos que nos planteamos cuando empezó esta situación es que, a pesar de la crisis, era una oportunidad de reposicionamiento del destino. Para ello teníamos que trabajar en todos los factores de seguridad necesarios. Había que crear un producto para luego comunicarlo. Por esa parte podemos estar satisfechos.
Benidorm es un destino de gran afluencia de clientes y tenía que hacer las cosas mucho mejor que otros porque cuando piensas en Benidorm lo que tienes en tu cabeza es esa imagen de la playa de Levante llena. Y esa imagen tenía que cambiar completamente para poder atraer a gente, estableciendo unas medidas extraordinarias sobre lo que la ley, por así decirlo, decían que tenías que hacer: controlar el aforo y disminuirlo. En los sitios en los que se ha hecho así se veía que en la zona más cercana a la orilla no se respetaba la distancia mínima mientras que la más alejada tenía espacio vacío. Esa imagen no la hemos llegado a dar en Benidorm, siempre han aparecido todas las playas ordenadas.
- ¿Y el comportamiento de las empresas?
Ha habido un trabajo impecable con la aplicación de todos los protocolos. Y realmente no hemos tenido ningún foco de contagios ni en el ocio nocturno ni el diurno ni en ningún lugar como ha habido en otros sitios de la provincia de Alicante o de Valencia. Hemos generando una imagen de un lugar confiable al que ir, pero la situación sanitaria no nos ha acompañado. Además de algunas decisiones que no son sanitarias, sino políticas, como la de Boris Johnson imponiendo una segunda cuarentena a España. Al final nos ha afectado muchísimo y nos han hecho que perdamos la oportunidad de recuperar al cliente británico.
- ¿Cómo se presenta septiembre y el invierno en Benidorm?
Nosotros estamos preocupados lógicamente porque el perfil del cliente en otoño de Benidorm, además de ser ese internacional y que ahora no tenemos, son personas de más de 50 años. Este verano de hecho hemos tenido un perfil mucho más familiar que otros años. Pero está viniendo sobre todo en el fin de semana. No va a ser el mismo que cuando ya esté entrado septiembre. Esperamos que siga habiendo ese fin de semana con clientes que reservan a última hora, que es uno de los grandes problemas.
- ¿Por qué?
Benidorm es un destino que siempre ha tenido todo muy planificado. Los británicos normalmente reservan con seis meses de antelación, y sabíamos con tanto tiempo qué cantidad de británicos íbamos a tener esa semana. Y ahora para los alojamientos es muy complicado vivir en ese día a día y asumir el riesgo de que puede que no haya clientes. Y afecta al resto, el comercio o la restauración de la ciudad. Las expectativas no son las mejores pero no hay que tirar la toalla, puede ser que podamos trabajar este otoño en los fines de semana porque la climatología nos acompañe.
- Gracias al turismo senior se había conseguido desestacionalizar el sector en invierno...
Sí, es el que más se verá afectado porque tendrá miedo a viajar. Y es el que más tiempo tiene y que su situación económica no es tan estable porque normalmente muchos de ellos están jubilados. Era un cliente con el que vivíamos unos seis meses al año y complementábamos puentes, Semana Santa y el verano.
- ¿El modelo de Benidorm, ligado al turismo de masas, ha sido un handicap para revertir la situación? Sobre todo ahora que la gente quiere guardar distancia con el resto de personas que no son de su círculo.
Siempre se ha asociado al turismo de sol y playa, pero también lo es el cultural, con las visitas al Museo del Prado o a la Sagrada Familia. Al final se convierte en eso porque genera mucho tráfico hacia un punto en concreto. A la gente en Benidorm le gusta estar donde está la gente, eso daba mucho ambiente a la ciudad y generaba más demanda. Lo veíamos claramente en el caso del mundo senior, el primer lugar que se vendía era éste y luego quedaban otros puntos de España con espacio libre. Y era porque aquí había gente y querían venir por este motivo.
Ahora nos ha cambiado el paradigma, y tenemos miedo de estar en sitios con muchas personas. El trabajo estratégico era comunicar que en la ciudad había espacio para todos y no iba a estar igual de llena que otros años. Y la ocupación ha sido bastante buena en comparación con otros destinos, que en ningún caso es buena para nosotros. Hemos trabajado en contra de esa imagen y la gente al final ha decidido venir, y se ve con las playas prácticamente llenas todos los días.
- ¿Qué feedback te dan las agencias o turoperadores sobre la imagen de Benidorm este verano?
Totalmente positivo. Las medidas aquí son mayores que en sus países de origen. Muchos británicos nos lo decían, y prensa de allí, no solo turoperadores. Había periodistas que nos decían que se sentían más seguros que en Londres porque allí nadie lleva mascarilla, ni tienen tantas medidas de seguridad. Otra cosa es que la marca España en su conjunto, con la cantidad de rebrotes y la gestión sanitaria, seguramente se vea muy dañada en el futuro. Pero si el destino ha trabajado bien, cuando pase esta situación se recuperará.
- ¿Qué se puede hacer para incentivar la demanda y qué se podría haber hecho antes?
Lo principal es controlar la situación sanitaria. Si no, difícilmente podemos vender un producto vacacional. En base a ello, sí que es importante que se pongan filtros para evitar los problemas. En abril hablábamos con los turoperadores de incorporar test rápidos para hacer un cribado inicial y ya hablábamos del posible hotel rescate. Se ha hecho una planificación desde el principio con las máximas medidas, pero algunas no han sido tomadas por parte de la Unión Europea o de los turoperadores porque generaba una problemática en la gestión. Pero hoy se ve que eso habría sido una solución para minimizar cualquier tipo de riesgo.
-¿Qué nos espera?
Está claro que no se puede hacer una PCR a todo el mundo, tienen una lentitud, pero hay otras pruebas. Aeropuertos como Singapur están haciendo pruebas rápidas modificadas desde las que veíamos en marzo. Seguramente eso es a lo que nos va a llevar el futuro hasta que tengamos la vacuna. Lo que no podemos hacer es paralizar la demanda, la gente tiene ganas de viajar y este sector es una de las herramientas para salir de las crisis económicas. Hay que hacer lo posible para que se recomponga el sector.
- ¿Hasta qué punto el turismo nacional puede tirar del carro en Benidorm?
En invierno, el 45% de los turistas son nacionales, la mayoría de ellos con un perfil senior. Lógicamente el viaje de las familias con niños va a depender mucho de si hay o no colegio presencial y de si los padres tienen que teletrabajar o no. Puede ser otro modelo de negocio: tener una ciudad en la cual sea muy cómoda para un empleo desde casa. Pero habrá que ver la evolución de la situación sanitaria. En Benidorm cuando empezó el estado de alarma había 90.000 personas, y por el consumo de agua se vio como en dos o tres semanas después había unas 120.000. Eso te dice que hay personas que prefieren estar aquí que en un piso o en su ciudad de origen, pero porque no había colegios.
- ¿En esta crisis habéis descubierto nuevas oportunidades para la ciudad?
La oportunidad ha sido el incremento del cliente de familia. Posiblemente muchos que se podían ir a parques temáticos fuera de España como París o Estados Unidos, o los que viajaban en un crucero, se han quedado en el país porque no quieren coger un avión. Y sobre todo los que tienen una alta capacidad de gasto, que se puede ver en los hoteles de categoría superior que son los que mejor ocupación han tenido, así como los restaurantes. Porque el perfil de clientes familiares y de alto poder adquisitivo han preferido ir a un sitio más cercano, y posiblemente no nos conocían y tenemos la oportunidad de que vuelvan al destino. Ahora el objetivo es mantener a aquellos que nos han descubierto.