VALÈNCIA. Entre todo el lógico alboroto causado por el capítulo tres de la última temporada de Succession (tranquilidad, no hay espoilers), se deslizó una información que ya sabíamos, pero habíamos olvidado: que la serie está rodada con película de 35 mm., no en soporte digital. Como si fuera cine, como las películas de antes. Al contar cómo se rodó el episodio en cuestión, en concreto una muy larga e inolvidable secuencia entre los hermanos Roy, sus creadores explicaron, y los medios y las redes recogieron, que lo hicieron con dos cámaras cargadas con rollos de diez minutos de película en 35 mm., lo cual obligaba a cambiar de cámara muchas veces y a tener preparada una tercera con más rollos por si hacía falta. No es la única serie rodada en 35 mm. Ahí tenemos Westworld, The Walking Dead, American Horror Story, Conversations with Friends, la segunda temporada de Euphoria o la tercera de Master of None, entre otras.
Las razones para elegir este soporte en ficciones para la televisión, no para la gran pantalla, no son románticas, o por lo menos no lo son únicamente, sino de índole bien práctica y estética, y tienen que ver con el tipo de imagen que se quiere conseguir: una más densa, con más profundidad y grano, menos límpida y aséptica que la digital. Y el reconocimiento, en el que todos coinciden, de que el soporte fotoquímico es la mejor herramienta para captar los tonos de piel.
Son también las razones que dan los cineastas cuya obra se ve en la gran pantalla. Y es que, aunque he dicho “como las películas de antes”, en realidad también es como las películas de ahora, porque hay muchas, y muy relevantes, rodadas en analógico en vez de digital. Es el caso de los films de Quentin Tarantino, Christopher Nolan, Martin Scorsese, Wes Anderson, George Lucas, quien rodó así la última trilogía de Star Wars, Roger Eggers (El faro), Christopher Nolan, Greta Gerwig (Mujercitas), Yorgos Lanthimos (La favorita), Zack Snyder (La liga de la justicia), Damien Chazelle (First Man), Noah Baumbach (Historia de un matrimonio) y unos cuántos más.
Una película en 35 mm. está compuesta por un soporte plástico flexible recubierto de una capa de emulsión fotosensible donde se “imprimen” las imágenes. Es una larguísima tira, hoy en día hecha de poliéster, que mide esos 35 mm. de ancho, separada en rollos tamaño pizza familiar que contiene cada uno unos veinte minutos. Un film de 100’ o 110’, pesa entre 20 y 25 kilos y, si lo desplegáramos, mediría ¡unos tres kilómetros! Normalmente, las copias van en sacas o cajas y, así descrita, la película nos parece un objeto de antaño, que requiere mucha manipulación para estar disponible, obsoleto, rotundo y pesado, y alejadísimo de las tecnologías limpias o invisibles a las que estamos acostumbrados, como el dvd o el blu ray, tan brillantes y tan lisos, los discos duros o la nube, ya totalmente virtual.
En origen, el material de las primeras películas era nitrato de celulosa, un soporte altamente inestable y (auto)inflamable (con que esté sometido a altas temperaturas basta para que surjan las llamas y eso no hay quien lo pare), de ahí que se quemaran tantos cines y también hospitales, puesto que las radiografías se hacían con dicho material. Este es, propiamente, el celuloide, solo que el nombre se sigue empleando incluso como sinónimo de cine, aunque las películas ya no estén hechas en nitrato de celulosa, material que dejó de utilizarse hacia 1950, cuando apareció el acetato de celulosa o safety film, ininflamable. Posteriormente llegaría el poliéster, que es el soporte que se utiliza hoy en día. La fabricación de película ha sido casi exclusivamente cuestión de dos marcas: Eastman Kodak y Fujifilm. Fujifilm dejó de fabricarla en 2012, con la llegada de los materiales digitales y la retirada de los proyectores analógicos de las salas, y Eastman en 2015, pero la insistencia de muchos de los cineastas que he citado arriba y su decisión de seguir rodando en cine ha hecho que esta última volviera a su fabricación.
Hoy en día, si usted desea ver cine en 35mm. solo puede ir a una filmoteca o a alguna sala excéntrica, como el cine Phenomena de Barcelona. E incluso en una filmoteca cada vez verá menos películas en soporte fotoquímico porque va reduciéndose el número de copias disponibles y si hay que reponer de algún título, las productoras y distribuidoras no lo harán en 35mm., sino en digital, normalmente en un disco duro llamado DCP (de Digital Cinema Package).
Pero la historia no acaba ahí y aquí es donde llega la razón del título de este artículo, la verdadera venganza del celuloide. Si usted coge una película en 35mm. hecha hace cien años o más que se haya mantenido en más o menos correctas condiciones de conservación, para verla no tiene más que coger un proyector o una moviola, ponerla y, ¡ale hop!, disfrutarla en la pantalla de la sala o en el monitor. También pueden ser sus películas familiares en Súper 8 de hace 50, 60 o 70 años. Pero si usted coge una película en soporte digital, un dvd o una que tenga en su disco duro, las probabilidades de que no puede acceder a ella, porque el programa se ha quedado antiguo o porque no tiene el adecuado, porque el lector no funciona bien y por mil motivos que todos hemos experimentado, son muchas.
Y este es el gran problema hoy. Cómo conservar los materiales digitales. Esto aplica al cine, a la tele, a los videojuegos y todo lo que tenga una base digital. ¿Dentro de cien años podrán verse las películas que se filman ahora? ¿Con qué programa? ¿Con qué aparato? Es un dilema al que se enfrentan todos los días todo tipo de archivos, no solo las filmotecas, aunque estas más por razones obvias. Como podemos tener muchísimas copias de una película (en un dvd, en un pen, en el disco duro, en la nube) parece que no hay ningún problema. Pero eso es solo una copia doméstica. El máster, es decir, el original (un concepto complicado en el terreno audiovisual en el que no vamos a entrar ahora), el material del cual se extraen las copias para distribución, sea en salas, en plataformas o en formatos domésticos, ha de preservarse en buenas condiciones y en algún tipo de soporte que permita ser leído y extraer su contenido. Si ustedes visitan el archivo de una filmoteca, verán que conservan todo tipo de aparatos antiguos y hardware, incluso aquellos de los que no hay ya recambios, como VHS, Umatic, High 8 o Betacam, para poder acceder a los materiales. Ello puedo ir acompañado del copiado de parte de los fondos a soportes distintos, conforme van surgiendo nuevos formatos y programas, lo que acaba siendo, se mire por donde se mire, inasumible (en tiempo, esfuerzo y dinero), además del cuento de nunca acabar.
¿Saben lo que están haciendo las grandes compañías americanas de cine para garantizar la supervivencia de sus gigantescos y muy valiosos archivos? Pasar a soporte fotoquímico (película en 35mm.) muchas de sus producciones, aunque estén originalmente rodadas en digital, porque es el sistema más seguro para preservar el original. Requiere espacio y determinadas condiciones de humedad y temperatura, pero no gigantescos servidores donde meter teras y teras y teras, porque ya supondrán que el máster de Avatar no pesa 200 miserables megas. Y es que nadie garantiza que se pueda abrir un disco duro en el futuro y que, si se abre, el material esté en buenas condiciones y un maldito pixel rebelde no nos impida ver la película.
Porque si esa tira larguísima de 35mm. se rompe por algún sitio, solo va a necesitar celo para unir de nuevo los fragmentos. Y con algún daño, mayor o menor según la rotura, las imágenes seguirán ahí y las podremos ver. Todas sabemos lo que es no poder abrir un archivo o un dvd y la frustración de perder lo que contenía. Pues imagínense esto en el campo de la conservación, de los archivos y filmotecas y de la preservación de los originales. Lo dicho, la venganza.