El analista ofrece su visión sobre las reuniones del pasado mes de enero del Banco Central Europeo (BCE) y de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED)
MADRID. Sin apenas darnos cuenta hemos dejado atrás enero, un mes que según dicen algunas estadísticas suele marcar lo que harán los mercados -su tendencia- en el final del año completo. Si fuera así podemos decir que hemos visto avances generalizados en los principales índices bursátiles, a uno y otro lado del Atlántico, con la excepción de los de las bolsas chinas y de nuestro querido Ibex 35. Con la campaña de publicación de resultados del cuarto trimestre de 2023 en marcha (nos referiremos a ella próximamente), los inversores tenían una clara referencia para las dos últimas semanas del mes: las reuniones de los dos mayores bancos centrales del mundo, la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) y el Banco Central Europeo (BCE).
Ya saben por otras veces que no es que seamos muy 'incondicionales seguidores' de lo que se dice en estos eventos. Normalmente despiertan más atención de lo que luego se concluye de ellas, pero esta vez tocaba mirarlas bien de cerca. ¿Por qué? Porque sí que se podían dar algunas pinceladas de lo que serán sus políticas monetarias en 2024, sobre todo por la idea imperante en el mercado de que el ciclo monetario está agotado; mientras que las primeras bajadas de los tipos de referencia podrían comenzar a producirse tan pronto como en marzo, que estarían en el entorno de los 125/150 puntos básicos.
Después de una avalancha sin precedentes de subidas de tipos entre julio de 2022 y septiembre de 2023, el BCE ha abierto la puerta a una flexibilización de la política monetaria este año. Sin embargo, los miembros de su consejo de gobierno se muestran cautelosos a la hora de proporcionar una orientación clara sobre el momento oportuno, antes de estar seguros de que el crecimiento de los precios está firmemente en camino de regresar al objetivo del 2%. La presidenta Christine Lagarde dijo que el consejo de gobierno necesita tener claro que el proceso de desinflación está más avanzado para tener suficiente confianza. Posteriormente a la reunión oficial añadió que es poco probable que se tomen medidas antes de la reunión de junio, al describir los datos salariales tan esperados que se publicarán justo antes como "críticamente importantes".
Pero mientras algunos de los colegas más agresivos de Lagarde tienden a ser igualmente pacientes, otros están presionando para que se realicen recortes más temprano que tarde. Particularmente a la luz de la difícil economía de la Eurozona, que también según datos recientes acaba de escapar nuevamente a una recesión técnica aunque el crecimiento económico es prácticamente nulo. Pero una cosa son los deseos y otra la realidad. Lo cierto es que unas horas antes de redactar estas líneas (viernes 2 de febrero), hemos conocido que la inflación de la Eurozona disminuyó menos de lo previsto a principios de año.
Ello pone a prueba las expectativas de los inversores de que el BCE comenzará a reducir las tasas de interés, tan pronto como en la primavera. Después de un repunte en diciembre impulsado por efectos de base, los precios al consumidor aumentaron en enero un 2,8% respecto al año anterior. Eso está por encima de la estimación media del consenso, que se situaba en el 2,7%. La inflación subyacente, que como se sabe omite componentes volátiles como los alimentos y la energía, también disminuyó menos de lo previsto hasta el 3,3%. El BCE predice una mayor desinflación este año, pero a un ritmo mucho más lento que en 2023, cuando las ganancias de precios se desplomaron hasta el 2,4% en noviembre. Asimismo espera alcanzar su objetivo no antes de 2025, algo que parece razonable teniendo en cuenta que la mayoría de los países de la Eurozona todavía tienen una inflación superior al 2%
Con todo, la reacción del mercado ante la publicación fue silenciosa. A pesar de todo, los agentes del mercado siguen descontando seis recortes de tipos de un cuarto de punto este año; mientras ven una probabilidad cercana al 90% de que el primero se produzca en abril. Pero las proyecciones de los economistas difieren ampliamente, lo que subraya la incertidumbre desde las tensiones geopolíticas hasta los conflictos armados y las elecciones. Muchos analistas consideran que los tipos no se reducirán antes de junio.
Al otro lado del charco, la Reserva Federal estadounidense también ha tratado de moderar las expectativas de flexibilización, y su presidente, Jerome Powell, echó agua fría ante los rumores de un recorte en marzo. Tal y como se esperaba, la declaración del FOMC eliminó el sesgo restrictivo, y señaló que el empleo y la inflación están alcanzando un mayor equilibrio. Sin embargo, incidió en la necesidad de ver más avances en la inflación antes de relajar la política monetaria y reiteró los planes de reducción del balance. El presidente Powell fue taxativo al añadir que no cree probable que la FED recorte los tipos en marzo.
Y es que después de conocer los datos de creación de empleo no agrícola (payrolls) publicados el pasado viernes es más fácil entender la preferencia de Powell y la FED por no apresurarse a bajar tipos ya en marzo. Los datos superaron con fuerza las expectativas: 353.000 empleos creados en enero frente a 185.000 esperados y 333.000 creados en diciembre. Además, la tasa de paro repitió en 3,7% - se esperaba 3,8% - y los salarios medios/hora crecieron un 4,5% frente al 4,1% esperado al 4,3% anterior.
A pesar de que Powell no apoyó la posibilidad de un recorte de tipos en marzo y se mostró confiado en la continuidad de la fortaleza de la economía, las expectativas de tipos para este año tendieron a relajarse. En este sentido probablemente pesaron más la confirmación del sesgo bajista en tipos y la moderada decepción del indicador de empleo privado de la ADP, que sólo estimó 107.000 nuevos empleos netos en enero.
A diferencia de lo que ocurrió en Europa después de la reunión del BCE, en Estados Unidos se vieron importantes correcciones en la renta variable. Las mismas que quizás puedan estar marcando el final de los repuntes de las últimas semanas y que podrían dar paso a un periodo lateral o bajista. Y es que después de casi tres meses de subidas prácticamente continuadas hasta podría venir muy bien a las bolsas para consolidar niveles.
Antonio Castelo es analista de iBroker
Informe elaborado por Julian Abdey, Justin Toner, y Damien J. McCann