ALICANTE. Una gata sobre un tejado de zinc caliente de Tennessee Williams es una de esas obras supervivientes. Premio Pulitzer en 1955, Hace casi 70 años José Luis Alonso la subió por primera vez a los escenarios españoles con Aurora Bautista, y también le han dado vida otras actrices como Aitana Sánchez Gijón, Carmen Elías y Begoña Maestre en esta ocasión. Fuera de nuestras fronteras Scarlett Johansson, Lindsay Duncan y, la inolvidable e insuperable, Elizabeth Taylor. Potentes miradas para un personaje mítico.
Una cálida tarde de verano en la finca familiar. Todos se preparan para celebrar el 70 cumpleaños del patriarca que parece haber superado, además, unos problemas de salud. Dos hijos y sus respectivas esposas con sus respectivas pugnas. Una de ellas es ella, la Gata. Una mujer atrapada en una triste historia, que no dudará en sacar las uñas, en poner a prueba el poder de su mirada felina.
Un desfile de trapos sucios que desbordan a esta familia, que podría ser la de cualquiera. El deseo, el asco, la vergüenza; son algunos de los sentimientos que mecen la historia.
Cuando uno se lanza a versionar y dirigir un texto de la categoría de este, asume un riesgo mayor del habitual porque sin remedio caerá en el cruel saco de las comparaciones. La propuesta de Amelia Ochandiano de este drama familiar contemporáneo hace aguas. Si bien el texto es el bote salvavidas de la función, la dirección nos sumerge en un desequilibrado mar de aspavientos y sobreactuación que, para colmo, en muchos momentos, son ininteligibles. Ricardo Sánchez Cuerda y Felipe Ramos plantean un espacio escénico realista que encaja con el aroma cinematográfico del que está impregnada la pieza.
El Teatro Principal despide su temporada otoño-invierno, con esta obra que, a pesar de todo, llega a los espectadores. Y es que las miserias familiares siguen siendo irresistibles, y eso es algo que Williams explotó con maestría.