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La Reserva Federal asustó… pero el año todavía no se ha terminado

A pesar de la ambigüedad con la que comunican siempre los responsables de los bancos centrales en sus discursos, Powell lanzó mensajes directos y contundentes

9/11/2022 - 

MADRID. Era lo que nos preguntábamos en nuestro artículo de la semana pasada y comenzamos el de la presente afirmando que sí, que la Reserva Federal estadounidense (FED) se asustó. La decisión de subida de tipos en tres cuartos de punto -cuarta consecutiva por este montante- estaba bastante descontada. Sin embargo, y en contra de lo que diversos agentes del mercado venían afirmando en los últimos tiempos, esta vez Powell fue bastante contundente y lógico. Lo hizo desmontando una vez más la narrativa que se había impuesto en las últimas dos semanas, que señalaba que la FED levantaría el pie del acelerador en cuanto a la dureza de las medidas de política monetaria prácticamente desde esta misma reunión de noviembre.

A pesar de la ambigüedad con la que comunican siempre los responsables de los bancos centrales en sus discursos, Powell lanzó tres mensajes directos y contundentes, que no necesitaban mucha explicación:

  • En algún momento habrá que desacelerar el ritmo de aumento de los tipos de interés, pero no es este el momento.
  • El nivel final de los tipos de referencia será más alto de lo esperado anteriormente, más bien por encima del 5% que por debajo.
  • Y que las posibilidades de alcanzar un 'aterrizaje suave' de la economía se van reduciendo.

Desde la FED son conscientes de que para tener una mayor eficacia en los movimientos realizados en los tipos en su lucha contra la inflación, hay que mantener 'bajo control' a los mercados de renta fija y de renta variable. A los responsables del banco central no les gusta ver subidas como las de estas dos últimas semanas, y van a hacer lo que necesiten para mantener a las bolsas a raya… por mucho que la narrativa de muchos agentes intente imponer el criterio contrario.

El resultado de reunión, discurso y mensajes se plasmó en una importante caída del precio de la totalidad de activos de riesgo y con un único beneficiario de nuevo: el dólar. Con una campaña de publicación de resultados del tercer trimestre ya muy avanzada y que está siendo -de fondo- menos positiva que en anteriores trimestres, podríamos pensar que todavía hay margen para mayores recortes en las estimaciones de resultados del consenso de analistas; mientras que el deterioro probablemente se mantenga en las estimaciones de los beneficios, que continuará incidiendo en las valoraciones de la renta variable, cuyo atractivo, en un contexto de recesión en los beneficios, es cuestionable.


¿Este triste año 2022 se ha acabado? Pues quizás no. Todavía queda una carta que jugar: las elecciones en EE UU a la Cámara de Representantes y al Senado. Es una realidad que, históricamente, los finales de año siempre han sido buenos, y especialmente los que albergan estos peculiares comicios parciales al Congreso y al Senado de los Estados Unidos, y lo son con sorprendente consistencia sea quien sea el partido ganador de las mismas.

Un Congreso dividido podría no ser especialmente mal recibido por los inversores porque -aunque a los mercados suelen gustarles las noticias de próximos estímulos o inversiones- la expectativa de una política más austera (menos deuda y menos inflacionaria) y una menor incertidumbre regulatoria podría ser bien acogida. Históricamente, el partido del presidente vigente tiende a perder escaños en el Congreso en estas elecciones y este año es especialmente probable que esto ocurra, con los estadounidenses muy preocupados por la inflación y con la popularidad de Biden muy deteriorada por distintas razones. Las encuestas señalan que el partido republicano recuperará el Congreso, mientras que quién ostentará el poder en el Senado podría estar menos claro. 

Factor de riesgo e incertidumbre

También se aprecia históricamente que el S&P 500 ha registrado rendimientos más bajos antes de las elecciones de mitad de mandato y más altos después, ya que suele haber más claridad sobre lo que la composición del Congreso podría significar para las futuras políticas fiscales. Un factor de riesgo e incertidumbre con un Congreso dividido podría venir por la necesidad de elevar el 'techo federal' en 2023, que podría convertirse en una lucha con impacto negativo en el mercado.

Por otra parte, un escenario menos probable, como sería el que los demócratas mantuvieran el control de las dos Cámaras, favorecería el gasto en infraestructuras, con lo que pensamos que resultarían beneficiados los sectores de infraestructuras, las empresas de servicios públicos como el agua o la energía verde. Por el contrario, un Congreso de mayoría republicana podría ser más favorable para el sector financiero y las energías fósiles ante la expectativa de una moderación en la regulación verde.

Antonio Castelo es analista de iBroker

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